Arnaitz GORRITI
BALONCESTO

Dusko Ivanovic y su Virtus Bolonia le arrebatan la victoria a Saski Baskonia

Seis tiros libres errados en la recta final y un «tres más uno» de Will Clyburn sobre Moneke dieron la vuelta a un partido que los gasteiztarras tenían en el bote de la mano de Nikos Rogkavopoulos y Diop.

Will Clyburn, el héroe del partido, marca a Tadas Sedekerskis.
Will Clyburn, el héroe del partido, marca a Tadas Sedekerskis. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

«Un final así sucede una vez cada mucho tiempo», dijo Dusko Ivanovic, con el alivio dibujándole el rostro. Si alguna vez había que temer el dicho aquel de «a entrenador nuevo, victoria segura», fue anoche en el Buesa Arena. Nada menos que Dusko Ivanovic se dejó caer, pero en el banquillo del Virtus de Bolonia, un equipo necesitado de electroshock después de encadenar seis derrotas consecutivas en la Euroliga, racha que los había empujado a la última plaza clasificatoria. Saski Baskonia tampoco está para echar cohetes aunque sus últimas dos semanas habían sido mejores en comparación.

Y para rizar el rizo, ese «a entrenador nuevo, victoria segura» se concretaba con un «tres más uno» que Will Clyburn le sacaba a Chima Moneke en los segundos finales, rematando con esa carambola un final de partido que los baskonistas habían encarrilado de la mano de Nikos Rogkavopoulos, pero que terminaron descarrilando con un sinnúmero de tiros libres errados -6 de 8, con Hall, Moneke, Howard y Rogkavopoulos dejándose tiros contra el aro- y el regalo involuntario del ala-pívot nigeriano que la estrella de la Virtus no dejó pasar.

No pasará, desde luego, a los anales de la historia el duelo de este jueves. Lejos había quedado la final de la Euroliga de 2001, del cual solo Dusko Ivanovic puede dar testimonio de primera persona. Y no porque falte talento en ninguno de los dos equipos, pero lo cierto es que los ataques de los dos equipos chirriaron más de la cuenta, aunque por lo menos los gasteiztarras mostraron cierto tino en el lanzamiento triple.

Por fortuna, aparte del acierto desde lejos, el buen hacer de Khalifa Diop a la hora de atacar el rebote ofensivo dieron ciertos réditos al equipo de Pablo Laso, que por lo menos no se dejaba ir y supo aguantar las acometidas boloñesas, pese a no ir casi nunca por delante en el marcador.

Y menos mal, porque Virtus de Bolonia llevó la iniciativa durante toda la primera mitad, por más que el duelo se mantuvo igualado en tiempo de descanso: 38-38.

AHOGOS Y ANGUSTIAS

No fue un partido de demasiado ambiente, por otro lado. Ciertamente, a Dusko Ivanovic, Polonara y Shengelia se les aplaudió y el habitual enfrentamiento de Indar Baskonia con los ultras de la Virtus -quienes tuvieron un serio rifirrafe con la Ertzaintza, luego de que la policía se deshizo de material como bates de béisbol de la hinchada italiana-.

Al menos el esfuerzo fue innegociable. Con una rotación limitada a ocho efectivos, sin que Ndiaye, Jaramaz ni Raieste -el estonio saltó 12 segundos- jugasen, los de Pablo Laso fueron poniendo cerco a una Virtus que con el paso de los minutos se iba limitando a la aportación de Shengelia y Will Clyburn.

Mientras, a Saski Baskonia le iba quedando el recurso del triple. Pese al horrible día de Howard desde la larga distancia, 2 de 14, otros jugadores como Rogkavopoulos compensaban al conseguir meter lanzamientos de éxito poco probable, pero bienvenida para los más de 8.300 valientes reunidos en Zurbano.

El duelo estaba en el bote, pero los tiros libres errados le dieron vida a los de Ivanovic, que con canastas de Grazulis y Cordinier se aferraban a la estela gasteiztarra, mientras que el inverosímil «tres más uno» de Clyburn terminaba de apuñalar a un Baskonia todavía demasiado sensible.