Las apariencias engañan (o no)

Premio del Jurado a Mejor Guion y Premio a la Mejor interpretación de reparto en la 72 edición de Zinemaldia nos narra la historia de Michele, una abuela que vive su jubilación tranquilamente en un pueblecito de Borgoña y que observa cómo el espejismo de su felicidad se derrumba cuando, por accidente, envenena a su hija con unas setas tóxicas que había recolectado. Todo lo que sucede a partir de ese momento parece estar marcado por el infortunio, aunque la sospecha comienza a crecer cuando entra en escena el hijo de su mejor amiga, recién liberado de prisión.
El cineasta francés utiliza en esta ocasión el entorno rural como un contrapunto inquietante a la atmósfera de peligro que se cierne sobre los personajes; esta contraposición amplifica la tensión y sumerge al espectador en un estado constante de expectación. El éxito de la trama depende en gran medida del elenco, especialmente de las dos protagonistas; la amistad y la complicidad femenina desempeñan un papel central en la historia.
Los paisajes otoñales de Borgoña no solo decoran la pantalla, sino que también se convierten en un reflejo visual del corazón de la historia: la aceptación del cambio y la promesa de nuevos comienzos. La sensación de culpa, el perdón, nuestra conexión con el pasado, los desafíos de envejecer en una sociedad obsesionada con la juventud perpetua... son temas que sobrevuelan la trama.
Interesantísimo drama con toques de intriga y humor negro que analiza las oscuridad que pueden llegar a tener las relaciones humanas. Ozon sostiene la tensión de la trama con firmeza, basándose en un retrato complejo de su protagonista, quien evoluciona a lo largo de la historia al aceptar que, en ocasiones, la vida puede ofrecernos felicidad a través de sus pruebas más duras.

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