Gaizka IZAGIRRE
HERNANI
LA FURGO

Cuando el hogar cabe en una furgoneta

El punto de partida de “La Furgo” es la novela gráfica del mismo título y adquirida por Eloy Calvo en un salón del cómic. La historia sigue a Oso (Pol López), un padre divorciado que vive con su hija de seis años (Martina Lleida) en una furgoneta en Barcelona mientras intenta rehacer su vida.

Lo que llama la atención desde el inicio es la armonía con la que la película conjuga el drama social y la comedia ligera, teñida de ese tono esperanzador propio de las feel-good movies.

Para acceder al universo interior del protagonista, el director recurre a secuencias animadas, que no solo enriquecen la estética del film, sino que le aportan un soplo de frescura visual.

López firma una interpretación contenida pero cargada de matices. A su lado, Lleida brilla con una naturalidad poco común en actrices tan jóvenes. Su vínculo en pantalla es creíble, emotivo y, sobre todo, esencial para sostener la carga emocional del film.

Con una propuesta de producción austera, la película convierte la furgoneta en algo más que un simple escenario: es un espacio cargado de significado emocional. Un refugio precario que refleja cómo muchas familias redefinen el hogar en medio de la incertidumbre. La mirada sobre la precariedad es contenida: ni se edulcora ni se dramatiza en exceso, apostando en su lugar por un retrato honesto, realista y, al mismo tiempo, luminoso.

Aunque en algunos tramos la narrativa parece quedarse dando vueltas sobre ideas ya expuestas, la película encuentra su verdadera potencia en lo que sugiere más que en lo que enfatiza: en el silencio de los gestos y en la ternura sin edulcorantes.

Sin alardes técnicos ni giros impostados, “La Furgo” es una de esas pequeñas películas que, desde la sencillez, logran tocar fibras profundas.