Elkarrizketa
Borja Pujol
Director técnico de la Bilbao Orkestra

«Estamos centrados en que en Bizkaia se vea a la BOS como una inversión y no como un gasto»

Tras la sombra de su fusión con la Orquesta de Euskadi, propuesta por el PNV a principios de año y que finalmente quedó en nada, la Bilbao Orkestra vuelve a la actualidad musical por la grabación de una obra de Schoenberg inédita en el mercado discográfico y por una iniciativa, «Boslaris», que busca reunir sobre el escenario a músicos amateur con los profesores de la orquesta.

Borja Pujol es director técnico de la BOS y mano derecha de Ibon Aranbarri, director general de la institución. Por sus manos pasa el día a día de la orquesta: las relaciones con los músicos, la contratación de artistas, la coordinación de ensayos y regidores, el desarrollo de proyectos... y también la confección de la programación de la temporada, en estrecha colaboración con el director artístico, Günter Neuhold.

Acaban de presentar el disco que recoge los «Gurre-Lieder» de Arnold Schoenberg, grabado durante el 90 aniversario de la BOS en el 2012. Una cantata titánica muy pocas veces interpretada por la enorme cantidad de recursos que requiere. ¿Por qué esta obra?

Teníamos dos posibilidades: elegir una obra popular, quizá vasca, que estuviera en el ADN de la orquesta; o buscar algo que, siendo parte importante de la historia de la música, no se hubiera interpretado nunca antes en Euskal Herria. La primera idea era grabar la versión completa de los «Gurre-Lieder», pero económicamente era inviable. Descubrimos entonces esta versión reducida que realizó Erwin Stein, que nos permitía abordar la obra a un precio razonable. Además, desde que asumió la dirección musical en el 2008, Günter Neuhold había mostrado su deseo de interpretar algún día los «Gurre-Lieder», y al ser una obra con tantos cantantes nos permitía integrar en la celebración a coros invitados de Gipuzkoa y Araba. Así que la elección terminó decantándose por sí misma.

¿Por qué decidió la BOS publicar el disco, compitiendo con las grandes orquestas centroeuropeas que han grabado antes los «Gurre-Lieder»?

En realidad, no nos interesaba grabar la versión original de los «Gurre-Lieder», al no ser un repertorio totalmente nuestro y haber ya varias versiones de referencia en el mercado. Pero la versión reducida de Stein era algo inédito y ahí vimos un hueco para publicar el disco, que recoge las mejores tomas de los dos conciertos en vivo en el Euskalduna. Y hemos podido editarlo en buenas condiciones: a Universal Edition de Viena [una de las principales editoriales de partituras del mundo] le interesaba que grabásemos el disco, porque así podían usarlo para dar publicidad entre las orquestas a esta edición de los «Gurre-Lieder», que solo se ha tocado tres o cuatro veces en todo el mundo. Alcanzamos un buen acuerdo de derechos de autor, la discográfica se hizo cargo de la elaboración de las copias, de confeccionar un libreto muy lujoso... cosas que, hoy en día, ya no se contemplan. La mayoría de las discográficas clásicas solo te ofrecen licenciar el producto, es decir, que tú se lo des completamente hecho y financiado y ellos lo distribuyen bajo su sello.

La BOS ha tenido una gran evolución en las últimas décadas, de estar a punto de extinguirse en los primeros 80 a tener una implantación muy importante en la ciudad. ¿En qué punto consideran que está ahora y hacia dónde quieren dirigirse?

Hemos atravesado por distintas etapas. Una vez que la financiación ya estuvo garantizada con el apoyo de la Diputación y el Ayuntamiento, se hizo mucho hincapié en mejorar la calidad de la orquesta. En eso fueron muy importantes los años de dirección de Juanjo Mena, que era muy joven y se dedicó totalmente a la orquesta, creciendo ambos en paralelo.

La BOS ya era más estable en su nivel artístico cuando llegó Neuhold, un director muy exigente. En esos años se hizo una apuesta grande por la expansión internacional de la orquesta, actuando en festivales extranjeros y con dos giras por Japón. Pero ahora mismo vuelve a ser difícil abordar esos proyectos, así que estamos más centrados en lograr una identificación con el territorio, con que en Bizkaia se vea a la BOS como una inversión y no como un gasto. Para ello estamos incorporando iniciativas en las áreas educativa y social. Hemos ampliado el circuito de música de cámara con los Cuartitos del Arriaga o con el proyecto Cámara en Bizkaia, en el que nuestros músicos van tocando por los pueblos de la provincia. Tratamos de llegar a la comunidad con talleres, conciertos familiares y para discapacitados. Y ahora empezamos a trabajar con presos que están en el tercer grado en la prisión de Basauri.

En el pasado, la BOS fue la orquesta más viajera del Estado. ¿Cuál es su proyección actual fuera de Bilbao?

Ahora las salidas son muy complicadas. El que te recibe no tiene las mejores condiciones económicas para acogerte y ya no es nuestra prioridad. Intentamos mantener la presencia en el Estado, pero esto también ha cambiado mucho desde los años 50 y 60, en que la BOS era la única orquesta que daba servicio a todo el norte del Estado. Ahora cada comunidad tienen una o varias orquestas y no es necesario un conjunto viajero. Aún así, hemos estado recientemente en Zaragoza, Logroño y Santander, con cuyo festival tenemos una estrecha vinculación. En las próximas temporadas estaremos también en Madrid y Castilla y León, y nos gustaría volver a la Quincena Musical, con la que tuvimos mucha relación entre 2000 y 2006.

En esta temporada de abono han apostado por alternar a grandes solistas, como Rudolf Buchbinder, Stuart Skelton o Zoltán Kocsis, con nombres jóvenes como Ana María Valderrama o Paul Huang. ¿Cómo han dado forma a la programación?

Hace unos meses distribuimos entre nuestros abonados una encuesta de satisfacción de la que extrajimos una conclusión: es importante que en nuestra temporada estén presentes los grandes nombres pero no que necesariamente esté repleta de ellos, porque los artistas jóvenes son muy bienvenidos entre nuestro público. En ese aspecto, Neuhold nos hay ayudado a traer a nuevos talentos que aún no están en la cartera de las grandes agencias y que tienen cachés asumibles. Son siempre excelentes solistas, cuya diferencia de calidad con un gran nombre es muy pequeña.

De todas formas, y salvando los casos de los más famosos como Ann-Sophie Mutter o Dudamel, que siempre tendrán trabajo cobren lo que cobren, los demás artistas han asumido la nueva situación económica y se les puede traer en condiciones incluso mejores que las de hace unos años. Dicho esto, curiosamente, lo que más valoraban nuestros abonados en la encuesta de satisfacción era el estado artístico de la propia orquesta, lo que demuestra que se trata de un público maduro.

¿Cómo se aborda la última temporada de Günter Neuhold como director musical? ¿Se está buscando ya un sustituto?

Más que mirar candidatos concretos, ahora mismo el patronato está trabajando en establecer el perfil que debería tener el nuevo titular. Pero lo estamos haciendo sin prisa, no existe horror vacui a una temporada sin director titular, y la 14-15 se está programando en base a directores invitados.

Entendemos que se ha generado una incógnita entre el público, porque no es habitual anunciar con tanta antelación que un director va a terminar su contrato, pero decidimos hacerlo antes de que comenzasen los rumores. Todavía tenemos un plazo razonable para encontrar al mejor candidato, que tiene que ser algo más que un buen director. Debe ser alguien con aptitudes musicales pero también sociales, abierto a la ciudad, que tenga mano izquierda y respeto entre los músicos pero con tirón entre el público y que sea hábil con las instituciones. En cuanto a si debe ser joven o maduro, aún está por ver, lo importante es la energía que esté dispuesto a traer a Bilbo, pues será uno de los principales referentes musicales de la ciudad.

Acaban de presentar la iniciativa «Boslaris», con la que músicos aficionados podrán trabajar y tocar con los maestros de la orquesta. ¿Es un movimiento publicitario o existe una verdadera inquietud por lo amateur en el seno de la BOS?

Cuando hace unos meses instalamos pianos en la calle en colaboración con la Fundación María Canals, vimos que entre los que se animaron a tocar había farmacéuticos, arquitectos y gente de otras profesiones, que habían estudiado música en su momento y que, aunque finalmente no se dedicaran a ello, tocaban muy bien y lo disfrutaban mucho. En otros lugares de Europa la práctica de la música es algo más cotidiano, por eso pensamos en fomentar la práctica de la música en el ámbito privado. Queremos recuperar ese espíritu que estaba en el origen del Cuartito del Arriaga, que se formó en los años 20 por músicos no profesionales, o del Kurding Club.

Para hacerlo nos hemos inspirado en un festival de música de cámara amateur que existe en Suiza. Lo ponemos en marcha con nuestros propios músicos y ya han llegado las primeras inscripciones y muchas llamadas pidiendo información. Hay un cierto miedo a ponerse a tocar junto a profesionales, pero espero que el proyecto tenga continuidad, pues entra de lleno en nuestro plan estratégico, que es ser referente y dinamizadores de la comunidad musical en Bizkaia.