Hijos del... batzoki

Hubo alguien que con toda justeza aprovechó las siglas del partido nacionalista vasco para convertirlo en el «partido del negocio vasco». Jugando a las siglas me atrevo a sugerir otra, aunque algo más alambicada: Emprendedores Asociados Jeltzales (EAJ). Y es que la cosa desde luego tiene su cosa, y su cosa tiene sus clanes que hacen y deshacen a su antojo: montando empresas ad hoc que luego copan, con mil triquiñuelas y graciosos dedos, los contratos de las distintas administraciones institucionales que van desde los ayuntamientos (ay untamientos) hasta el Jaurlaritza pasando por las diputaciones y otras yerbas; ofreciendo servicios en los que se involucran personas que ocupan cargos oficiales al tiempo que son propietarios y/o socios de empresas de servicios que son contratadas sin mayor recato. Así, Iskander Atutxa, arquitecto de Bakio al tiempo que empresario que prácticamente se auto-adjudicaba obras, a todas luces en los bordes de la ilegalidad (y si no se cambia la calificación de los terrenos o lo que sea, y es que el que manda, manda). Tales redes toman algunos pueblos como campo de experimentación para sus lucrosos negocios, sus construcciones más allá de cualquier legalidad, y nada digamos en lo que respecta a cualquier criterio ecológico o medioambiental. Facturas de obras no realizadas, duplicaciones o triplicaciones de gastos, y txokos «clandestinos» en los que los jefes del cotarro invitan a sus amigotes y no se privan de sus tragos, de sus ricas viandas y de sus copas y puros exquisitos... eso sí, casi todo ello con el label euskaldun de calidad, como buenos amantes de la patria que son.
Ahoztar Zelaieta hurga en diferentes heridas (léase archivos) que se tratan de ocultar por todos los medios para evitar que se conozcan las chapuzas y desmanes de los inigualables gestores que engrosan las filas del PNV. El clan de los Atutxa, algunos pueblos bajo el dominio de la triple A (Asier Atutxa, Javier Astigarraga y Miguel Arraibi), localidades en las que han campado, y campan, a sus anchas: Bakio, Alonsotegi, Lemoa... El territorio vizcaíno bajo el imperio de los JoBuBi ( Jóvenes Burukides Bizkainos) -Iñigo Urkullu, Andonio Ortuzar, José Luis Bilbao, Asier Atutxa, Unai Remetería. Itxaso Atutxa, Esteban Bilbao, Iñigo Iturrate, Koldo Mediavilla...- que se han hecho con las riendas del partido jeltzale, y con sus lazos establecidos y su pragmatismo amparan a los emprendedores que en lo que hace a trepar y a acumular abundan en ese partido llamado a gobernar como ellos gustan proclamar a los cuatro vientos. La trama se extiende más allá de la provincia de Bizkaia y otras Aes asoman: Ardanza, Arzallus relacionados con distintos negocios, y ahí irrumpen los casos «De Miguel» en Gasteiz o el «Bravo» en Gipuzkoa, sin obviar los trapos sucios en el Balenciaga de Getaria... ni los los aromas pestilentes de las relaciones con el GIL marbellí o los amigos de Berlusconi, y...
El que tuvo retuvo y Zelaieta se inició en una buena escuela de investigación, la de «Egin» y la de «Ardi Beltza», con su irrepetible Pepe Rei hasta que fueron clausurados. Luego vendría «Egunkaria», por el siempre imaginativo y salvavidas Garzón, que cumplió lo que desde las mismas filas peneuvistas se venía reclamando, y cumpliendo tratando de asfixiar dichas críticas publicaciones hurtándoles la publicidad institucional, al ver que uno tras otro sus sucios negocios se veían descubiertos y denunciados... dejando así sus vergüenzas al aire.
Las páginas del valiente libro de Zelaieta sirven a modo de páginas amarillas de los enchufes, las trampas y la delincuencia... aunque, bien mirado, mejor podría decirse, a la hora de elegir el color adecuado: marrón... y es que algo huele a podrido en la ejemplar gestión de los gestores par excellence. Por cierto, identificaba Freud el oro con la mierda... no sé.

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