Raimundo Fitero
DE REOJO

Medios

Tengo la impresión de que a lo que conocemos como medios de comunicación habrá que empezarles a llamar cuartos o centésimos de comunicación porque están haciendo esfuerzos titánicos para que nadie tome en serio lo que cuentan. La desesperación es tan absoluta que ayer, en la casi totalidad de los periódicos, televisiones, radios, blogs, y redes, se hablaba con ilustraciones fotográficas o vídeo, del mosqueo que pilló Michele Obama por la manera jovial que el comandante en jefe del ejército de EEUU se relacionaba con la primera ministra de Dinamarca. Ningún medio dudó en lanzar la sospecha de que se trataba de un flirteo. Y que la cara y la gestualidad de Michele demostraba un ataque de celos. Pero eso sucedía en el funeral por Mandela. No se olvide. Si la información política llega a estos puntos de pestilencia, apaga y vámonos.

Al imbécil de Rajoy (y pido perdón a todos los imbéciles del mundo por la comparación), no se le ocurrió otra cosa que decir que era muy bonito lo del funeral porque se celebraba en el mismo estadio en la que la Roja ganó el mundial, a otra figura señera del periodismo español, en feliz estado de buena esperanza de su hijo con el portero de la susodicha selección de fútbol, Sara Carbonero, escribió una alegre nota recordando a Nelson Mandela, se supone que copiando de Wikipedia y de paso recordando el color con el que había pintado las paredes del cuarto de su hijo.

Describo estas circunstancias porque el estrépito es mayúsculo, las previsiones de banalización han sido largamente superadas y porque ese ministro con cara de personaje de Los Simpson, Cristóbal Montoro, ha lanzado uno de los más furibundos ataques contra la libertad de expresión, al asegurar que los medios, mienten, así de claro sin matizaciones de ningún tipo, en todo lo referido a la cúpula de Hacienda removida por él, y que lo hacen porque están pasando apuros económicos graves y tienen deudas con el fisco. No es la primera vez que este monstruo del Excel señala a colectivos como delincuentes fiscales. Los partidos políticos, los actores y ahora los medios de comunicación. Y todos calladitos. Acojonados, no sea que les manden una inspección.