Iñaki URDANIBIA
NARRATIVA

Un reescritorzuelo de guiones

Del despendole al desastre final es el raudo trayecto de esta novela, resultando a mi modo de ver más lograda en su primera fase que cuando entra en pagos más trágicos y trascendentales, que es cuando la historia pierde mordiente humorístico para convertirse en un período de penitencia por la mala vida llevada.

Saul Karoo es un re-escritor de guiones de productores ligados a Hollywood; a pesar de que en el medio su trabajo sea valorado pues tiene capacidad de dar la vuelta a guiones que en un principio, y en un final, pueden parecer inservibles , él es consciente de su condición de segundón, y alguna vez que se le ha ocurrido, siguiendo la invitación de algunos conocidos, escribir directamente algún guión...la cosa ha quedado en nada. Parece que a todo a quien se arrima sale escaldado del trato, en especial las mujeres, así solo le queda un amigo, Guido que se encarga -es un decir, pues Karoo es un ser ingobernable- de sus cuentas y de otros menesteres. Nuestro hombre está separado, de Dianah, y en trance de legalizar el divorcio, entre ambos habían adoptado un niño, Billy, al que, por cierto, Karoo no hace mucho caso que digamos. Si las relaciones nombradas le ocasionan alguna preocupación, pocas ya que es hombre de anchas espaldas, son otras cuestiones las que ocupan realmente su agitada mente: tiene, por decirlo de algún modo, algunas enfermedades de difícil catalogación : así este consumidor compulsivo de alcoholes varios comprueba que en la actualidad no se emborracha por más que ingiera, es más para parecer normal en las frecuentes fiestas a las que acude ha de simular estar ebrio ; tiene alguna otra disfunción en lo referente a las relaciones íntimas, cercanas, que parece que se le resisten a no ser que sean por medio de terceros...la pluralidad de hombres que en él habitan le hacen, por otra parte, sentirse agitado por distintos pepitogrillos (moral, psicológico, histórico...) que le hacen ver las cosas de diferente manera dependiendo de cuál de los «otros» hombres domine, al tiempo que le hacen dudar constantemente de sus decisiones, que por lo general, sólo son guiadas por sus deseos.

La presentación de tal sujeto nos es realizada desde el principio, y la verdad es que la lectura se desliza agradable, en medio de ocurrencias y de toques de humor, pues el funcionamiento de la mente de este caballero se las trae; vueltas y revueltas, conciencia de sus impresentables comportamientos, pero la hibris le puede y le arrastra a mentir como al verdadero personaje de Epiménides. Hay momentos francamente desternillantes, como su revisión médica, de cara a asegurase, ya que en su dejadez anárquica no tiene seguro de ningún tipo, y como le dice su contable y amigo...existen enfermedades sabes...

Reitero que el personaje nos va resultando entrañable, siempre que a uno no le tocase tratar con él, nada digo convivir, y su vida sigue hasta que un tiburón Cromwell le propone revisar una película de un célebre director. El visionado de la cinta va a suponer un giro en la vida del sujeto y de la novela...al entrar en contacto con la protagonista de la película, camarera de profesión, a la vez que Karoo estrecha las casi inexistentes relaciones con su hijo...mas no hay bien que dure cien años.

Es precisamente cuando la comedia se acaba y llega la tragedia cuando a mi modo de ver, la novela decae adoptando un tono profundo, que no digo que no lo sea, pero que cruje con respecto a la indolencia e insolencia anteriores; ese espíritu de seriedad se cierra con un guión elaborado por el propio Karoo, revisitando a Ulises y situándolo en órbitas galácticas...que refleja la existencia del propio escritor y hace asomar ciertos toques de insatisfecho arrepentimiento.

La ruptura que señalo hace que de pronto al lector se le corte el contagio embriagador de la historia y choque con una dura realidad...en un clásico movimiento de lo que se suele calificar , con perdón, «cortapedos» .