Dabid Lazkanoiturburu
ATENTADOS EN LA ANTIGUA STALINGRADO

Putin ve arruinado el final de un gran año tras el regreso de sus viejos fantasmas

El mejor vodka estaba listo para ser descorchado estos días en el Kremlin. La prensa internacional había designado a Vladimir Putin hombre del año. El presidente ruso no podía estar más satisfecho al haber aparecido como el muñidor de los grandes acuerdos internacionales que han permitido que 2013 no sumara nuevas guerras a un mundo con demasiadas contiendas bélicas.

Resuelto a no caer en su propia trampa, Obama permitió a Putin llevarse los laureles del acuerdo que en setiembre conjuró una intervención militar en Siria a cambio de que el régimen renunciara a su arsenal químico. Rusia reivindicó asimismo su papel en el principio de acuerdo entre EEUU e Irán para monitorizar su programa nuclear a cambio del fin de las sanciones.

Más por deméritos o debilidades ajenas que por méritos propios, Putin se apuntaba un nuevo tanto en diciembre al lograr que Ucrania se mantenga como su territorio de frontera sin escorarse hacia una UE que ya no seduce a (casi) nadie.

Como colofón, y en vísperas de los Juegos de Invierno de Sochi, el inquilino del Kremlin decidió indultar al magnate Jodorovski -de rodillas, tras años de cárcel en Siberia-, a los activistas de Greenpeace capturados en el Ártico y a las Pussy Riot.

Putin estaba exultante. Y justo cuando iba a alzar la copa, sus fantasmas, los que él mismo creo y alimentó para llegar al poder en 1999, la han hecho estallar en añicos. El Cáucaso vuelve a llamar a la puerta de Rusia. Y puede que traiga odios aún más enconados y entrenados en la guerra siria. Como para congelar la ya fría mueca-sonrisa de Vladimir.