Elkarrizketa
IÑAKI LÓPEZ Y AMAIA TIRAPU
COMPONENTES DE KOKOSHCA

«Si no arriesgas no pierdes. Sin embargo, te enfrentas a que entre el tedio y el hastío»

«Hay una luz» es uno de los discos que está entrando en la mayoría de listas con los mejores de 2013, con buen criterio. Curioso, no obstante, porque en muchos casos se trata de medios con tendencia indie o lo-fi y Kokoshca tiene más rock de lo que parece. El sello donostiarra Ayo Silver! les publica en vinilo, con cedé en su interior, y los iruindarras les ceden su obra más sólida.

El público bilbaino cuenta con la ocasión de ver este viernes a Kokoshca en la sala Backstage (Calle Uribitarte, 8), donde tocará tras las actuaciones de Niebla (21.15), Mono (22.00) y los iruindarras a las 23.00.

Kokoshca presenta «Hay una luz». Álbum que, de alguna forma, intuimos cierra una etapa de disgregación de canciones en singles, casetes, cedés, directos... que han venido sucediéndose desde 2008. Quizá «La fuerza» haya sido, hasta la llegada del presente vinilo, la canción más popular del trío, ahora convertido en dúo con formato de cuarteto para los directos. En el disco, Kokoshca son Iñaki López, Amaia Tirapu y Javier Aznares. La producción corre a cargo de Iñigo Pérez Artieda, de Damaged Dolls, y socio en el estudio con Roberto C Meyer, ambos coincidieron en la época de Glitter Soul, una de las mejores bandas que ha conocido Iruñea. Roberto se gana la vida ahora en Barcelona, donde parece que le va bien como cocinero o restaurador, que queda más fino. Quizá le veamos algún día en televisión con tanto programa culinario.

El diseño del disco es encantador, generoso en estética y abierto en cuanto a contenido, ya que deja libre lo que guarda dentro. Iñaki López Allende es el responsable, un joven biólogo de 23 años cautivado por el diseño. Es hermano de Álex «Ayo Silver!». Le preguntamos a Iñaki «Kokoshca» sobre el arte: «Comulgo en casi todos los puntos sobre arte que escribió Oscar Wilde en su prefacio de artista dentro de su libro `El retrato de Dorian Gray'».

Ayo Silver! es un pequeño sello donostiarra formado por tres socios y que desde hace poco menos de dos años está publicando referencias de notable interés. Kokoshca es su primera referencia local, un buen inicio para ampliar el campo de visión de la discográfica y aproximarse a lo que le rodea.

En Ayo Silver! quien da la cara es Álex López, batería de Thee Brandy Hips, una de las formaciones donostiarras más sugerentes de los últimos cinco años y que desde el verano del año pasado se encuentra en punto muerto o en la nevera, como se quiera. Álex es el batería que acompaña desde hace meses al ritmo de Kokoshca. El cuarto miembro es Luis Benito, que toca el bajo y es guitarra en Wilhelm and the Dancing Animals ante la marcha de Javier a Londres.

Kokoshca, del barrio de Donibane, se merecía un disco como este. Un inicio real, musculoso y tenso a la par que vaporoso. Una propuesta de empaque con un concepto global claro por mucho que sea ecléctico en sus contrastes de pop liviano y rock áspero.

Desde distintos medios se les ha ido situando en diferentes universos, principalmente en el indie, pero a nosotros se nos ha quedado más la evidencia de su lado rockero, el que les une a la Velvet, con el inicio guitarrero de «No volveré» como buena muestra o el sentido Lou Reed de «Jon y yo». También recuerda a Burning o incluso en algunas tonadas, pocas, a Evaristo y La Polla. Cójase esto con pinzas. Kokoshca se anima con guitarras ebrias de rever, por donde se unen al surf o a los mencionados Glitter Soul. Amaia es el contrapunto, lo que, de alguna manera, singulariza más la esperanzadora propuesta del dúo.

Amaia; «Yo empecé a tocar la guitarra con nueve años, mi profesor fue Joaquín Zabalza un hombre estupendo y muy pionero en la música pop de los sesenta, fue miembro de los Iruñako. Antes de Kokoshca tenía un grupo que no tenía ni nombre, cantaba en inglés... Tengo una maqueta por ahí, pero es secreto de Estado».

Amaia también fue miembro de Reina Republicana por un corto periodo de tiempo: «Yo empecé a cantar en el coro del colegio de monjas al que fui, y recuerdo que entonces lo más valorado eran las «voces de pito»; cuanto más alto consiguieras llegar con la voz, mejor. En Reina Republicana estuve en la primera etapa, hasta la grabación del primer disco, Israel [RR] me dijo un día si quería bajar a probar en un ensayo con él y un amigo suyo batería y fui».

Puede que quede algo de esa voz de pito afinada, pero en la actualidad Amaia la contrasta de forma sugerente con la voz gruesa de Iñaki o con el guitarreo de este, salvo en canciones plenamente suyas como «Cuchillas» (un excelente single), donde la voz suena delicada, frágil.

También colabora en el disco, al margen de otros amigos, Germán Carrascosa, otro de los nombres insurgentes del rock iruindarra, Los Bananas.

¿Hasta dónde aspiran a llegar?

Iñaki López: Yo sigo con la chaqueta al hombro, al azar, sin objeto, sin saber por qué, cantando, silbando y tatareando y quizá un día al ver el camino recorrido, comprenderé que, a pesar de sus desviaciones y de sus curvas, llevaba instintivamente un plan.

La experiencia enseña que sin metas no te la das.

Amaia Tirapu: Para mí es esencial tener metas, ilusiones... Proyectos cercanos... En caso contrario no me interesa la vida.

I.L.: Interesante planteamiento: «Sin metas no te la das...». Es realmente algo muy conservador, pero es cierto. Si no arriesgas no pierdes. Sin embargo, te enfrentas a que entre el tedio y el hastío o su hermano socialmente aceptado, el conformismo. De todas formas, a menudo es el miedo quien está presente en este tipo de situaciones. Y el miedo nos impide hacer lo que generalmente nos gustaría. Podemos pasar largo tiempo sin metas, pero supongo que llega un momento en que no funciona o sí, allá cada cual.

¿En qué momento y de qué manera se cruzan sus vidas?

A.T.: Recuerdo que era invierno, nos presentó una amiga en un bar de Pamplona a altas horas de la noche de sábado, después nos fuimos junto a más amigos a desayunar a un bar, y no nos volvimos a ver hasta años después.

I.L.: Desayunamos tortilla de patata y cerveza. Somos habituales de ese bar y a todo a quien llevamos repite.

¿Son pareja sentimental, artística o ambas a la vez?

A.T./I.L.: Somos dos personas que compartimos arte, y por lo tanto vitalidad.

Han pasado por un buen número de sellos independientes, alguno incluso especializado en casetes. No obstante, ¿cuánto más ambicioso y mejor preparado el sello mejor?

I.L.: Sí, claro, como en todo lo que quiere ser un negocio noble, es mejor, en cierta medida, que sea ambicioso y esté más preparado.

Si les escuchara un rockero quizá diría que son una banda de pijos y si les oyeran una pandilla de pijos es posible que estime que sos demasiado macarra. Veo a Burning cantando «Directo a tu corazón», «El Búho« o incluso «Jon y yo», más Lou Reed.

A.T.: Si nos conocieras... Creo que somos las personas menos pijas que conozco. Nos gusta la música de todos los estilos y no estamos metidos en ninguna tribu. Tampoco tenemos complejos para hacer una balada pop o un rock estándar.

I.L.: Sí, en cierta manera sabemos que es así. Que se jodan, tanto unos como otros. En el fondo es un «quieres identificarnos, tienes un problema» [El grupo versiona «Ellos dicen mierda», de La Polla Récords, en el doble cedé de Fundación Robo]. Burning considero que es uno de los mejores grupos de rock en castellano, especialmente la etapa en al que cantaba Toño y sí, en cierto modo, es una influencia para nosotros.

Hay grupos con el estilo muy marcado, para bien o para mal. En su caso es más complejo ver esa uniformidad, ya que poco tienen que ver «Cuchillas», «Hay una luz», «Oyynoj», «No volveré» o «Las flores del fin del mundo», lo cual tanto despista como resulta agradecido.

I.L.: Cierto, pueden despistar y es algo que me preocupa. Creo que en el fondo hemos hecho lo que nos ha salido siempre, y supongo que, seguimos buscándonos. Por otro lado, me gusta pensar que a pesar de esto, tiene un sonido o una personalidad reconocible.

«Estamos hartos de ese indie anodino en el que (generalizando) nos incluye alguna gente»

Y cómo es posible que imaginaran que la voz de El Drogas podría encajar en una canción de ustedes. No lo apuntamos por incapacidad estilística de Enrique, quien ya ha demostrado que no tiene vergüenza y que puede con todo. ¿Le querían a él para esta canción o que participara como referente singular de la historia del rock navarro?

I.L.: Lo de El Drogas fue algo premeditado, quisimos que cantara en el disco a nivel simbólico. Y queríamos que fuera esa canción. Por un lado estamos hartos de ese indie anodino en el que (generalizando) nos incluye alguna gente. Y creyendo que (salvando distancias estilísticas) podemos tener más en común con esos músicos que con algunos de ahora. Además, también hartos de esos pamplonicas encasillados en ese rock canalla que se maquillan los ojos y hablan siempre de princesas y barras de bar, lo que nos resulta muy pastel y ridículo. Creemos que el fondo es más importante que la forma y pensamos que nuestra canción es mucho más dura que las de esos grupos. Pero por encima de todo fue algo artístico, sabíamos que esa voz crepuscular de El Drogas, casaría muy bien en una balada chico chica.

Quizá tengan una mezcla de barrio y portal con conserje.

I.L.: ¡Ah!, sí, es cierto. Somos de clases medias en un barrio que creció en edificios y número de habitantes en los setenta. Hemos convivido con aspectos de barrio más decadentes y con una vida cómoda. Intentamos aprender lo bueno de ambos lados y desechar lo malo de cada uno.

«Hay una luz» es otro de los cortes destacables. Se la ve en los ambientes de El Columpio Asesino... Claro, que esas guitarras también las tocaría Ry Cooder.

I.L.: En realidad, es una canción cercana al folk de tradición oral con elementos propios de un grupo de rock. Ry Cooder sí tiene una relación más estrecha con el folklore.

En la bonita hoja interior desplegable ya viene quiénes son Los Sandros Inocentes, pero qué es eso, ¿es una entidad, un grupo cósmico, un proyecto...?

I.L.: I.L.: Tuve la idea de que un coro de gospel cantase en «Jon y Yo». Íbamos con prisa y contactamos con uno, pero necesitaba más tiempo, así que al final pedí amablemente a amigos que cantarán. Como en la canción se menciona a Sandro Rey [uno de los muchos timadores nocturnos televisivos hablando del futuro de las personas], a uno de ellos se le ocurrió llamarse así. Nos gustó y así lo dejamos.

No es un disco de teclados, pero los arreglos son muy efectivos y solventes. Incluso protagonistas sicodélcios en «Oyynoj».

A.T.: Algunos teclados los he tocado yo, otros Iñaki y otros Iñigo Pérez Artieda, nuestro productor del disco. P.C.