Agustín GOIKOETXEA

El bajo rendimiento de Zabalgarbi le obliga a depender de ayudas especiales

Ekologistak Martxan desveló ayer que el rendimiento de Zabalgarbi es de un 43%, «muy por debajo de las centrales de ciclo combinado (55%)», lo que le obliga a depender de ayudas especiales. Esas primas a la incineración son «vitales» para su supervivencia económica.

Quienes se oponen a la incineración siempre han defendido que es un tratamiento de residuos extremadamente caro. Ayer, en rueda de prensa, Ekologistak Martxan aclaró que Zabalgarbi obtuvo un balance económico positivo de 1,7 millones de euros en 2012 gracias a que en ese ejercicio se le otorgaron unas primas por fomento de ese sistema de 19,7 millones.

Zabalgarbi cobró hasta mayo de 2013 primas y complementos de 30 euros por megavatio hora de electricidad generado. Esas primas supusieron una retribución equivalente a 87,9 euros por tonelada de residuo incinerado y a 200 de mwh de electricidad de origen renovable.

El problema, apuntaron desde el colectivo ecologista, es que el marco que regula esas ayudas está en suspenso después de que el Gobierno español adoptase medidas urgentes en julio de 2012 para garantizar la estabilidad financiera del sistema eléctrico. Advirtieron de que con un margen de beneficio corto, en base a la nueva normativa que regularía las primas a la electricidad renovable, la cogeneración y los residuos, en 2014 Zabalgarbi recibiría 17,3 millones de euros, frente a los 19,7 del año analizado, por lo que se pronostican pérdidas.

Gorka Bueno, doctor en Ingeniería, explicó que esas ayudas retribuyen sobre todo a la electricidad de origen no renovable (85%) y generada a partir de gas natural (70%), «en una instalación que presenta una eficiencia del 43,34%, muy inferior a la del ciclo combinado -que es del 55%- y con unos niveles de monóxido de carbono (435 gramos CO2/kilovatio hora) muy superiores a los de la mezcla eléctrica del Estado español (236)».

Carlos Arribas, responsable de la campaña contra la incineración de residuos de Ecologistas en Acción, señaló que la quema de residuos hace disminuir el rendimiento global de la planta, ya que si la central de ciclo combinado que se «enclaustra» en Zabalgarbi quemara solo gas generaría más energía. Sus promotores la definen como una planta de valorización energética de residuos sólidos urbanos integrada con un ciclo combinado.

Para Ekologistak Martxan, la incineradora ubicada en Artigas debería considerarse como «una instalación de eliminación de residuos en lugar de valorizadora energética». Argumentan que en la normativa de residuos hay una forma de medir esa eficacia energética -el llamado factor R1-, que es una fórmula «política consensuada por el lobby que defiende la incineración», que discrimina si una instalación debe considerarse valorizadora energética de residuos (operación R1) o una planta eliminadora de residuos (operación D10), una diferencia fundamental en la jerarquía de tratamiento de residuos establecida por la normativa europea y española.

Ese valor debe ser superior a 0,60 para instalaciones en funcionamiento en 2008. El valor de factor R1 en 2012 calculado por Zabalgarbi era de 0,63, aunque Ekologistak Martxan estima que es de 0,59 tras haber detectado errores metodológicos en esos cálculos. Por ello, el colectivo ecologista ha pedido al Ejecutivo de Lakua que valide los cálculos de la empresa que gestiona la incineradora y que defina qué clase de planta es la que está ubicada en Artigas.

Ekologistak Martxan dice que la incineradora superó en cuatro ocasiones los valores límite

Después de analizar el informe de seguimiento del Programa de Vigilancia Ambiental de 2012 de Zabalgarbi, efectuado por Lakua, Ekologistak Martxan concluye que ha descubierto una serie de incumplimientos de la normativa y de las condiciones fijadas por la autorización integrada de 2009. El colectivo desveló que en ese ejercicio se superaron en cuatro ocasiones los valores límite semihorarios de diversos contaminantes atmosféricos, como son ácido clorhídrico, monóxido de carbono y partículas totales en suspensión.

Los principales residuos que se produjeron fueron las escorias (39.338 toneladas) y las cenizas volantes y residuos de depuración (7.418 t).

Las escorias deben pasar una prueba de lixiviación de metales para demostrar que no son peligrosas y poder verterse. Según los ecologistas, los análisis demuestran que los límites de cobre eran altos. La emisión de mercurio en la chimenea principal fue de 1,5 kilogramos y, según dijeron, es una de las principales fuentes de emisión en el área metropolitana. A.G.