Beñat ZALDUA BARCELONA
Elkarrizketa
Josep-Lluís Carod Rovira
Exvicepresident de la Generalitat

«Tras unas elecciones, lo lógico sería un gobierno de concentración nacional»

Exvicepresident de la Generalitat de Catalunya y expresidente de ERC, Josep-Lluís Carod-Rovira (Cambrils, 1952) lleva tiempo alejado de la política activa, de la que asegura no sentir «nostalgia». Confiesa, sin embargo, que sigue con interés e ilusión el proceso independentista, sobre el que habla, afortunadamente, sin los condicionantes de un político en activo.

El tiempo ha dado la razón a Josep-Lluís Carod-Rovira, que en 2008 publicó un libro titulado «2014», ahora reeditado por Pagès Editors, donde proponía un referéndum de autodeterminación para este mismo año.

Reconoce que la consulta no será coser y cantar y para blindarla, propone la celebración de unas elecciones y la posterior formación de un gobierno de concentración nacional.

En 2007 dijo que habría referéndum en 2014. No sabemos si se celebrará, pero la fecha y la pregunta ya están acordadas. ¿Satisfecho?

En verano de 2007 dije que 2014 era un año con varias conmemoraciones y límites: la caída de Barcelona hace 300 años, el final de la disposición del Estatut sobre inversión del Estado en Catalunya, que el PP la ha dado por acabada hace mucho, y el final de determinadas ayudas europeas. Propuse que esta suma de factores podía hacer que la sociedad catalana tomase 2014 como el momento de acudir a las urnas para decidir su futuro. Hasta que uno no pone fecha a un acontecimiento político, todo queda en la ambigüedad, las cosas adquieren carta de naturaleza política cuando tienen una fecha fija, como ha pasado ahora.

¿Qué le parecen la fecha y la pregunta planteadas para la consulta?

Correctas. La pregunta permite que todos los partidos catalanes de tradición democrática se puedan sentir cómodos, en especial la izquierda catalana de tradición federalista, porque la primera parte de la pregunta plantea si se quiere que Catalunya sea un Estado, algo que forma parte de la tradición política catalana de izquierdas. Por ejemplo, el Estatut de Autonomía que se aprobó el 2 de agosto de 1931 no dice que Catalunya sea una nación, sino que «Catalunya es un Estado de la República española».

Sin embargo, resulta difícil creer que la consulta vaya a celebrarse finalmete tal y como está planteada. ¿Qué pasará cuando el Estado prohíba la consulta?

Yo no tengo dudas de que el president de la Generalitat se ha decidido finalmente a liderar el proceso y ya ha afirmado que piensa convocar la consulta, que yo prefiero llamar referéndum, porque consulta es lo que hace el paciente con su médico. Cuando el Gobierno español utilice todos los medios para impedirlo, el president está legitimado para hacer aquello que únicamente puede hacer él, que es convocar elecciones al Parlament.

Y con una nueva mayoría en el Parlament, previsiblemente soberanista, ¿cuál sería el siguiente paso a dar?

A partir de aquí todos entramos en una dimensión desconocida. Entiendo que si es una mayoría democrática pluripartidista clara a favor del referéndum, lo lógico sería hacer un gobierno de concentración nacional con los partidos que le dan apoyo. Entiendo muy bien las dificultades de una CUP o incluso una Iniciativa para formar gobierno, pero estaría bien que al menos los partidos previsiblemente más votados, CiU y Esquerra, no se sabe en qué orden, puedan formar gobierno con el apoyo externo de los otros dos. El compromiso de este gobierno debería ser único: la convocatoria inmediata de un referéndum. Alguno puede decir que ya se puede hacer ahora, pero creo que si tenemos un arma que es imbatible a nivel internacional, es el arma de la democracia, por lo que sería enormemente escrupuloso.

¿No impediría el Estado la celebración de este segundo referéndum?

Supongo que lo intentará, pero internacionalmente ya no estará legitimado para hacer nada. Soy incapaz de imaginarme de qué manera el Gobierno español podrá impedir la convocatoria de referéndum hecha por un Govern que acaba de ganar con una mayoría pluripartidista clara e inequívoca las elecciones. Eso sí, todo esto exige desde este momento un trabajo diplomático, paradiplomático, público, secreto, discreto, en todos los ámbitos, para preparar el escenario internacional para que cuando llegue el día D y la hora H, eso sea posible. Para ello creo que no es conveniente esperar al próximo Govern para crear una conselleria de Asuntos Exteriores.

¿No contempla, por lo tanto, escenarios como la suspensión de la autonomía o la inhabilitación del president?

No creo que eso se produzca. No por falta de ganas, porque en determinados sectores de los poderes fácticos españoles hay ganas de eso y de más, pero estamos en la Unión Europea y hay cosas que quedan mal, que son feas. Utilizarán todos los mecanismos para hacer coerción, disuasión, miedo, amenaza... y sobre todo jugarán muy bien lo que ya tienen, que es la carta diplomática. Ellos son un estado, nosotros no.

¿Cabe esperar algo de la Unión Europea?

La Unión Europea, como la comunidad internacional, está tan perdida y desorientada como pueda estar España o podamos estar nosotros mismos. Nadie sabe qué pasará porque nunca nadie se había encontrado con una situación como esta. Lo mismo ocurrió con la caída del muro de Berlín y no hubo problema para ampliar internamente la Unión Europea. En nuestro caso, no me imagino que la Unión Europea tenga interés en perder un territorio que es contribuyente nato.

¿Y sobre las cartas enviadas por el president, Artur Mas, a mandatarios internacionales? El Gobierno español se ríe porque no ha habido respuestas públicas y el Govern asegura que eso es bueno...

Está clarísimo, es en España donde dicen que quien calla otorga. Lo que no podemos esperar son milagros, nadie saldrá a defender la independencia de Catalunya si antes los catalanes no la hemos defendido en las urnas.

Sin suspender la autonomía, ¿qué mecanismos tiene el Estado para frenar el proceso independentista?

Hombre, se me ocurren muchas cosas que pueden hacer, pero no querrás que además les dé ideas. El Estado sabe perfectamente qué puede hacer, empezando por la presión internacional. Después está el discurso del miedo y la mentira, con el que presentan un futuro Estado independiente como un sinónimo de desastres. Mientras los británicos amenazan a los escoceses con que entrarán en el euro en caso de independencia, los españoles nos amenazan con que quedaríamos fuera.

En caso de independencia, País Valencià, Illes y Franja quedarán en el Estado español. ¿Cómo cree que se está abordando la territorialidad de los Països Catalans?

Se atribuye al gran ensayista Joan Fuster la frase que dice «la diferencia entre el País Valencià y Catalunya es que en el País Valencià hay unos cuantos blaveros y en Catalunya lo son casi todos». Es decir, el catalanismo del Principat tiene un componente regionalista muy destacado.

Creo que el País Valencià y las Baleares deben formar unas mayorías nacionales y democráticas que defiendan también el derecho a decidir, y desde Catalunya, sin ningún complejo, creo que debemos defender el derecho a la nacionalidad catalana para todos aquellos ciudadanos de territorios de lengua catalana que lo soliciten, con el punto de mira puesto en un futuro en el que me gustaría que la independencia fuese compartida y federal con el País Valencià y las Baleares.

«En diez años no quedará ni una sigla de hoy en día»

Dejando de lado la política ficción sobre la eventual independencia, volvamos al presente. ¿Qué le parece que finalmente no haya una candidatura catalana unitaria para las elecciones europeas?

No nos interesa tener a la Unión Europea en contra, sino informada, por lo que, cuantos más eurodiputados catalanes haya en el Parlamento europeo, mejor. Pero no es ninguna catástrofe que haya más de una candidatura. En cambio, creo que lo bueno es que en Europa vean que desde el pluralismo ideológico, desde la democracia cristiana hasta la izquierda revolucionaria o anticapitalista, hay un punto en común, que es el derecho irrenunciable del pueblo de Catalunya decidir su futuro.

¿Y qué opina de que no haya acuerdo ente ERC y EH Bildu?

Mira, desde que hace unos años salí de Esquerra después de militar con carnet desde los 18 años, he procurado no hablar de Esquerra.

Repasemos el mapa político. ¿Qué cree que pasará con el PSC? ¿Habrá una escisión?

Sí. El Partido Socialista está absolutamente descolocado, fundamentalmente por ausencia de un proyecto propio. Ahora, creo que el principal error del PSC ha sido creer que era la única fuerza política a la que podían votar los catalanes de origen no catalán. Esto ha saltado por los aires y una de las noticias más positivas es la existencia de una entidad como Súmate, que agrupa a aquellos catalanes de lengua familiar castellana que están por la independencia.

Pero todos los movimientos que vemos ahora están prefigurando cómo será el sistema de partidos de una Catalunya independiente, ya que tener una cuestión nacional que no ha resuelto definitivamente su institucionalización política hace que haya espacios ideológicos homologados en Europa que aquí están doblados. Por lo tanto, creo que de aquí a diez años no quedará ni una de las siglas políticas tal y como las conocemos hoy en día.

¿Y como cree que acabarán las tensiones internas que se observan en partidos como CiU e ICV-EUiA?

La situación en CiU es complicada, pero ni es verdad que en Unió no haya independentistas, ni es cierto que en Convergència todos lo sean. Sobre Iniciativa yo procuro hablar bien, porque está haciendo un papel muy positivo defendiendo al mismo tiempo un proyecto nacional y social.

También lo hace la CUP, pero en el caso de Iniciativa, no se han definido nunca como independentistas, pese a que en su interior haya militantes que sí lo son. Creo que cada partido debe ir a su ritmo y confío en que, cuando llegue el momento de la verdad, Iniciativa haga lo que muchos esperamos que haga. B.Z.