Anaitasuna y Bidasoa ganan y se benefician de las derrotas de sus rivales
En un ejercicio de realismo, en vísperas del viaje a Cangas, Fernando Bolea apuntaba a la visita al Valladolid del próximo 22 de febrero como fecha clave para poder valorar con datos en la mano las posibilidades razonables -o no- de aspirar a la permanencia. Así de crudo.
La plantilla bidasotarra atendió al requerimiento de su entrenador como corresponde, en la pista, y lo hizo con una valiosa victoria que reaviva las esperanzas de poder seguir luchando por un objetivo complicado, pero no imposible. Luego las cosas podrán salir mejor o peor, y los resultados acompañarán o no, pero los jóvenes jugadores irundarras están haciendo que sus seguidores puedan sentirse orgullosos de ellos. Y al que hace todo lo que puede, no se le debe pedir más. Si acaso, apoyarle con fuerza desde la grada, porque en estas circunstancias lo que no sirve para sumar acaba restando, y no es lo mismo Artaleku metido también en la pelea que a medio gas. Sus jugadores lo agradecerán, y los rivales lo acusarán. El primero, el Aragón. Antes del parón de diciembre era un rival poco accesible, pero tras sus numerosas bajas debería caer el próximo sábado en Irun.
Además, los resultados de la jornada acompañaron, con derrotas de todos los clasificados de la mitad para abajo de la tabla salvo el Puente Genil, que ganó a domicilio al Gijón. Con cada partido convertido en una final, Bidasoa muestra la actitud adecuada para afrontarlos.
Anaitasuna también se salió con la suya, aunque le costó mucho más trabajo de lo previsto. Todos los equipos que tenía por detrás perdieron, lo que favoreció al equipo de Aitor Etxaburu, que de momento cumple con su deseo de apretar en el mes de febrero. Y las próximas jornadas son propicias para continuar con la escalada en la clasificación.
El Barça volvió a golear (42-24 al Aranda), y son ya 15 victorias -de 17- por 11 o más goles de ventaja.

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