Pablo CABEZA
Elkarrizketa
Lucas Malcorra
Voz y guitarra acústica de Joe la Reina

«Me propuse no fingir, evitar la imitación; evitar hacer algo medido. Ser totalmente sincero»

A finales de año, Joe la Reina estará en la mayoría de las listas de los mejores grupos y álbumes de de 2014. «Bailamos con miedo» es canción. Temas interpretados por un cuarteto neofolk emocionante. Malcorra vive inspirado, canta dolido y el grupo le acompaña con dedos de niebla.

El miedo es un mecanismo de supervivencia y defensa que permite a los animales adecuarse ante situaciones adversas, tomar medidas. El miedo es un estado emocional que adapta el organismo a ese momento de angustia... Con el miedo la sangre fluye a las extremidades inferiores para preparar la huida. El corazón bombea más sangre para llevar adrenalina a las células. Lucas Malcorra y Joe la Reina (desde Iruñea y Donostia) viven ese temor, incertidumbre, en «Bailemos por miedo», álbum debut que rompe, en cierto grado, con el pasado por lo que surgen las dudas, el miedo.

El título deriva de un cuadro del pintor suizo Paul Klee, y que el pintor navarro Aquerreta Maestu acota en el deseo, el temor, de que no se le etiquete en un mundo teórico, aspecto que Joe la Reina toma como suyo. Además de asociarlo a la incertidumbre del momento.

La incertidumbre social no necesita más explicaciones. El miedo es más complejo, ya que, en este caso, es una nebulosa formada por diferentes situaciones vividas a lo largo de la agitada, pero corta existencia de Joe la Reina. El grupo pasa de quinteto a cuarteto lo que debe repercutir en arreglos y sonido; «Killingberry blues» continúa siendo una de sus mejores canciones, pero pertenece al inicio y no es parte del sonido actual, aunque encaja; la oportunidad que les brinda la vasca Miren Iza (Tulsa) el 13 de setiembre de 2011 para que sean parte del concierto de despedida de Tulsa, ante su marcha a Nueva York, les apunta otra sonoridad: su elegante quietud.

Asimismo, en la sala El Sol se encuentra gente de Subterfuge, que no duda en fichar al quinteto, lo que conlleva la edición en mayo de 2012 del ep «Changes of masks», donde se hallan «Killingberry blues», «Ashes of idols» y «Appaloosa», esta con evocaiones próximas a los filmes de cuatreros de Morricone en su etapa western (algo queda en la actual «Tiemblan»).

Una vez más, esos sonidos, que ya viven con alguna pequeña duda, sufren perturbaciones cuando giran al lado de los getxoztarras McEnroe, quienes les influyen no solo en el cambio de idioma, sino en la penumbra y cadencia de sus conmovedoras canciones; atrás queda un inglés correcto, pero mejorable; unas letras condicionadas en expresividad por el propio William Shakespeare y que ahora están repletas de rincones, metáforas sensibles y párrafos literarios. Además cuentan con productor, una «amenaza» en potencia, aunque lo habitual es que haya armonía entre las partes. Retos, dudas, miedos...

En «Bailamos por miedo» se mantiene la atmósfera electro-acústica inicial, pero se le añade un pesar como el que transmiten algunas melodías de notable belleza, sea «En una casa junto al mar», uno de los cortes que más les unen con su pasado próximo. Tampoco se halla muy lejos «Rusia», un corte cautivador de hechuras admirables donde aparecen, con timidez, esas pinceladas vocales onomatopéyicas de su primer ep. Solo con estos dos temas iniciales ya se observa un giro musical en Joe la Reina. Si antes el folk-rock resultaba evidente, muy a la moda del momento (una circunstancia ni positiva ni negativa en sí), ahora las canciones se han cubierto de silencios inteligentes, de saber. Se pierde en épica y se gana en tristeza ambiental y letrística: «Me voy y no me pesa. Me voy y qué me espera. Madre no quiero apenarte. No volveré muy tarde. Pero, oh la mía pena. Me voy y qué te queda». Quedan, en cualquier caso, diez canciones a forja, de atmósfera, sensibles.

Del «allá te las entiendas» se ha pasado a la dirección musical de un productor de fuerte personalidad, Abel Hernández (ex-Migala, El Hijo), quien abandonaba hace tiempo Acuarela para enfrentarse al crowdfunding con «Los movimientos».

Hernández trabaja en clave de pop tranquilo, también de base acústico, pero no convencional. Es abierto en arreglos, tendente a incluir detalles. A Hernández se le percibe en «Caravana de fuego», pero lo mismo es una retorcida percepción nuestra. «Abel, como productor, nos quitó ese miedo a probar nuevos sonidos, a no meter arreglos que ya estaban hechos, con él aprendimos que muchas veces menos es más».

En todo caso, nos agita mucho más el corazón el regreso a creaciones como «Tiemblan», «Oh, la mía pena», «Rusia», «Bailamos por miedo», «Tempestad», la señalada «En una casa junto al mar» o la extraña despedida con «Huracán 2000», que puede servir para romper con las luces azules continuas. Canciones para uno de los álbumes más espirituales (sin religión) de la temporada, terco en su estética desolada. «Bailamos con miedo» es como un reinicio del sistema operativo tras las actualizaciones oportunas. El motor continúa siendo el mismo, pero la depuración deja más margen para explorar presentes y futuras sensibilidad frente al estilo más cerrado de sus primeras canciones. Talento y emoción no le falta al proyecto. Nació entusiasta en tierras cántabras, al materializar allí su primera demo, y continúa evolucionando entre ensayos en Iza, Nafarroa, y discusiones creativas.

Fin de los estudios, y grupo.

El momento en que parimos este disco fue crítico porque muchos terminamos los estudios para saltar al ring de la vida. Hay que tomar decisiones importantes, dónde enchufar la izquierda y dónde la derecha. Erasun lo dejó antes de grabar el disco. Nicolás tuvo que abandonar después de grabar. Para el directo se han incorporado Ignacio Meléndez «Tasio» a los teclados y Manu Alday al bajo. Volvemos a estar muy a gusto como banda.

«Trato de estudiar tus libros para volver a conocernos. Y caminar juntos al Este. Rusia es nuestra peste. Rusia es el fin. Fuera de esta habitación caes en la interpretación de cada uno de mis gestos, pero mato al escritor que te hace saber tanto... y vas directo a mis brazos, caminar al Este». Enigmático.

Como primeras letras que he escrito en castellano pueden resultar un tanto pretenciosas por su complejidad. También es frustrante para el autor no terminar de comunicar y establecer un diálogo con el oyente, pero a veces la expresión pesa más que la comunicación. Como primer disco en castellano me propuse no fingir, evitar la imitación; evitar hacer algo medido. Ser totalmente sincero conmigo mismo. Puede que me obsesionara un poco y entrara en una especie de trance al escribirlo. Fue como un gran escupitajo del alma. Aún así, creo que cada uno puede sacar su interpretación y conclusiones. Rusia es lo incómodo, lo cierto, lo bonito y a la vez lo retorcido. O simplemente es un escritor que te influye, que nos influía más de la cuenta y te separa de los demás en vez de acercarte. Mata la inocencia.

Ganaron un concurso en la Universidad como The Coconuts, ya era un principio folk.

Sí, ganamos el certamen de Cantautores de la Universidad de Navarra, efectivamente, bajo el nombre de The Coconuts. La banda la formábamos Jimi (guitarrista actual de Joe la Reina), Erasun [que lo dejó antes de grabar el presente disco] y un buen amigo llamado Jos. Fue importante porque fue la primera toma de contacto entre algunos de los componentes y nos hizo mucha ilusión tocar y ganar. También fueron las primeras canciones folk-rock, más dylanianas. Y gracias al premio pudimos alquilar aquel caserío en Tudanca donde ya sí que sí nos consolidamos como Joe la Reina. Fue una época muy, muy bonita.

La recuerdo, de ahí llegó «Killinberry blues», inolvidable, y la presentación en aquel sencillo y campechano clip tan campero, flokie y de leñadores.

«Killinbery blues» es una canción de la que siempre vamos a estar orgullosos. Fue la primera que hicimos. Entonces escuchábamos mucho a Micah P Hinson, Dylan y Ennio Morricone. Nos ponía bastante el western. «El bueno, el feo y el malo», «Once upon a Time», «Por un puñado de dólares», «Pat Garret y Billy the Kid»... Éramos más jóvenes, más inocentes, más ingenuos, y para ser músico a veces está muy bien todo eso. Como te decía, la canción de Rusia es una especie de lamento por esa inocencia que hemos perdido.

Girar con McEnroe puede ser peligroso, su intimidad sensorial impresiona. Se percibe en canciones suyas como «Tempestad» o «Rusia».

En efecto, desde nuestros comienzos prácticamente entramos en contacto con ese tipo de artista que mencionas. Primero fue Tulsa, cuando conocimos a Miren Iza y tocamos con ella en Madrid, y después McEnroe, a los que teloneamos varios conciertos. Es peligroso conocer a artistas así, por todo lo que transmiten. Nos hicieron replantearnos muchas cosas, desde el idioma a todo lo que expresan. No creo que fuera tanto el deseo de ser así de sublime, pues eso se tiene o no se tiene, no se persigue.

Da la impresión de que es un grupo que lee, de cine. La cita de Tarkovski es afortunada.

Se lee de todo. No es que seamos devoradores de libros, pero nos gusta. Muchas veces compartimos lo que hemos leído y hablamos sobre ello. «Cartas a un joven poeta» de Rilke y algo de Tolstoi fueron las lecturas del disco. Y volviendo a Rusia una vez más, creo que guarda mucha relación con este último. La cita a Tarkovski me llamó mucho la atención y vi que era una buena forma de definir lo que estábamos haciendo entonces. En lo más íntimo está lo universal. Es cierto que esta idea fue la culpable de tanto enigma... Sí, el cine nos encanta.

CAMBIOS

«Tenemos la filosofía de que el cambio se da y es necesario adaptarse a él. A medida que nosotros cambiemos, cambiará nuestra música. Pero eso no quiere decir que reneguemos de nuestro pasado. Nunca»

USO DE CLIPS

«Nos ha tocado formar parte de una generación más narcisista en la que tienes que hacerte notar. Los clips que hacemos no se quedan en lo promocional o estético, sino que van más allá y tan sinceros como la música»