OLAIZOLA-ARETXABALETA 22

SARALEGI-ZABALA 16

Aunque siempre es mejor llegar a 22, por eso de la confianza y la autoestima, no parecía el de ayer en Aizarnazabal el peor escenario para tener una mala tarde. Con cinco pelotas falladas en el 6-9, unas cifras para nada habituales en él, por momentos dio la sensación de que Aimar Olaizola había escogido el último duelo de la liguilla para demostrar con una de sus anormales pifias su condición humana. Sin embargo, el delantero de Goizueta no parece estar por la labor de permitirse el más mínimo despiste y se las ingenió para darle la vuelta a un partido que se les había puesto muy cuesta arriba cuando sus rivales se adelantaron 9-15.

Tras dos jornadas plenas de adrenalina, la de ayer parecía una jornada para disfrutar sin la tensión de la competición y Saralegi e Ibai Zabala tuvieron un comienzo de partido muy esperanzador. El zaguero se mostró muy fresco de manos, dominando por momentos a Andoni Aretxabaleta, una condición indispensable para que Ekaitz Saralegi exhibiera sus grandes dotes rematadoras.

Sin embargo, la ecuación de cada partido en el que interviene el campeón manomanista está condicionada básicamente por un factor Aimar y al de Goizueta le costó arrancar, con la gélida temperatura del frontón como posible causante.

Cambio de guión

Sin embargo, el guión tuvo un giro repentino. Ibai Zabala -se llevó un golpe aparentemente poco importante en el 9-6 al tratar de llevar una pelota en el txoko- fue perdiendo ese poder dominador en el peloteo, con lo que Andoni Aretxabaleta fue creciendo y, por consiguiente, Aimar Olaizola comenzó a contar con mejores opciones.

Sin embargo, la gran diferencia radicó en el nivel de acierto del delantero navarro, ya que todas las pelotas que en la primera parte se le escaparon fuera o bajo chapa pasaron a ser ajustadísimos remates que le permitieron revolcar el marcador con un demoledor parcial de 12-1 con el que finiquitó el partido.