Beñat ZALDUA Barcelona

Can Vies, 17 años de historia para entender cuatro noches de protestas

El barrio de Sants vivió ayer la cuarta jornada de protestas por el desalojo del Centro Social Autogestionado Can Vies, una reacción difícil de entender sino es por la referencialidad conseguida por este espacio durante sus 17 años de vida.

Si Can Vies va a terra, barri en peu de guerra». Fue el lema con el que el colectivo del Centro Social Autogestionado Can Vies encaró hace ya unos meses el inminente peligro de desalojo que se cernía sobre este histórico proyecto de 17 años en pleno corazón del barrio barcelonés de Sants. Ni el propio colectivo se imaginaba hasta qué punto iba a convertirse en realidad el lema, pero lo cierto es que ayer las protestas se extendieron más allá de Sants por cuarta jornada consecutiva desde que, el pasado lunes, los Mossos d'Esquadra decidiesen ejecutar el desalojo del edificio.

Sin dejarse cegar por la luz de las barricadas y sin dejarse llevar por versiones conspiranoides como una supuesta tutela del CNI -que habría provocado los disturbios para torpedear el proceso soberanista-, cabe echar la vista atrás para poder entender por qué el desalojo de Can Vies ha provocado la reacción que se está viendo estos días.

Fue en 1997, en la época dorada de la okupación en Barcelona, cuando una manifestación por las calles de Sants concluyó con la entrada en un edificio abandonado que rápidamente quedó bautizado como Can Vies -La Casa de las Vías-, por su proximidad a las vías de tren. Un edificio que concentra en su historia buena parte de la historia misma de Sants como barrio obrero de un extremo de Barcelona. Fue construido en 1879 por la empresa de ferrocarriles y posteriormente cedido a los trabajadores del metro, antes de ser colectivizado por la CNT en plena Guerra del 36. Durante el franquismo fue sede del Sindicato Vertical, antes de ser devuelto a sus usuarios anteriores, que lo dejaron en desuso a finales de los 80. Cuando decenas de jóvenes entraron en el edificio en 1997, llevaba vacío cerca de una década.

Tal y como recuerda el miembro del colectivo Pau Guerra, la integración del Centro Social Autogestionado en el barrio, «en el que faltaban y siguen faltando espacios para entidades y colectivos de todo tipo», fue inmediata. Heterogéneo en lo ideológico -partiendo una base común anclada en el asamblearismo y la autogestión-, Can Vies ha dado cobijo a varias generaciones de jóvenes a lo largo de estos años, tanto que «algunos de los que ahora forman parte ni siquiera habían nacido cuando se creó el Centro Social», recuerda Guerra.

No hay más que observar el rosario de colectivos y proyectos que se han desarrollado en Can Vies a lo largo de estos años, desde «La Burxa» -periódico del barrio con 16 años de historia y que ahora se queda sin redacción- hasta la «Colla bastonera», pasando por grupos de música como Pirats Sound System. Tampoco serían comprensibles sin Can Vies otros tantos proyectos que el barrio ha visto crecer en los últimos años, como la librería cooperativa Ciutat Invisible o la experiencia de reapropiación de un espacio para el vecindario como Can Batlló.

Es por todo ello que, según continúa Guerra, el vecindario «ha reaccionado de esta manera» al desalojo y el derribo parcial, «ya que ve cómo le amputan un órgano importante al barrio». De todos modos, no niega que la situación socioeconómica tenga también estrecha relación con los sucesos de los últimos días: «la gente está harta y es normal que la baste muy poco para saltar ante tanta violencia institucional». «En cualquier caso, el principal acto de violencia que ha ocurrido ha sido el desalojo de Can Vies», enfatiza el joven miembro del colectivo.

Pese a ello, desde el colectivo se asume que las movilizaciones no se pueden limitar a la protesta por el desalojo, y el propio Guerra recuerda que llevaban ya «17 años construyendo unas alternativas en el día a día». «Que no nos llamen destructores porque aquí los que han querido destruir de la noche a la mañana 17 años de historia son ellos», añade.

En el otro extremo, desde el Ayuntamiento, tanto el concejal del distrito, Jordi Martí, como el alcalde, Xavier Trias, han ofrecido diálogo al colectivo de Can Vies desde los primeros incidentes del lunes, algo que Guerra califica de «cinismo infinito», dado que el derribo del edificio continúa -ayer tiraron el emblemático torreón que coronaba el edificio-. La vía para resolver el conflicto está clara para Can Vies, que mañana convoca una jornada de reconstrucción del edificio: «si tanta buena voluntad tiene el Ayuntamiento, lo vuelve a tener muy fácil: que nos deje reconstruir en paz lo que ellos han destruido con la violencia».

Vecinos exigen el fin del derribo del edificio

El Centro Social de Sants (CSS), que acoge a la asociación de vecinos del barrio, se reunió ayer con el concejal del distrito, Jordi Martí, a quien trasladó los cuatro puntos mínimos exigidos por los vecinos: la paralización del derribo del edificio, el regreso del colectivo de Can Vies al mismo, elaborar un diagnóstico común sobre el estado del inmueble y el fin de la violencia, que pasa por la retirada de los Mossos del barrio y por el fin de los disturbios.

Martí no quiso valorar la propuesta, mientras que Can Vies ofrecerá hoy una rueda de prensa para fijar su posicionamiento. En cualquier caso, el colectivo exige además la dimisión tanto de Martí como del alcalde, Xavier Trias, y la puesta en libertad sin cargos de todos los detenidos, algunos de los cuales han denunciado malos tratos. Ayer, tras una cacerolada, una manifestación se dirigió hasta la comisaría de Les Corts, donde 18 de los 30 detenidos el miércoles pasaban todavía la noche. B.Z.