Neymar es el sol
Neymar es el sol. Alrededor de él hay muchos y diferentes planetas; ninguno igual a él y ninguno con la capacidad de comprenderlo. Todos brillan gracias a su luz, pero da la impresión de que no podrían ser sin él. No es por falta de voluntad, sino de capacidades. Da la impresión de que este Brasil no da para más. Scolari construyó un equipo que por momentos lucha y por otros se pierde en el campo. Presiona al rival más por la naturaleza de sus jugadores que por mantener un plan. Pero está Neymar Jr. Ese futbolista capaz de cambiar todo en un instante, de amagar para encontrar el espacio menos pensado y enviar justamente por ahí el remate que le sirve a su equipo para crecer. No en lo futbolístico, pero sí en lo anímico. Y si creemos a Dante Panzeri cuando afirmaba que este juego es un estado de ánimo, entonces podemos concluir que, a pesar de ser una incógnita, a este Brasil hay que temerlo. Ahora bien, no podemos soslayar que este es un deporte colectivo y no hay jugador que por sí solo gane un torneo. Los hay, como Neymar, que ganan un partido. Pero en una competición como esta se necesita que aparezca el colectivo. Por ello creo que Felipao disfrutó mucho el gol del discutido Fred. Sabe que sirve para elevar la confianza y para meterle un poco de miedo a Chile, su rival en octavos de final. La entrada de Fernandinho puede ser una pista de que el entrenador brasileño está pensando en modificaciones en esa zona del campo. Mientras muchos apuntan a una horrorosa actuación de David Luiz y Thiago Silva, la clave puede estar en reforzar la zona de volantes y así no exponer tanto a sus centrales. Vuelvo a Neymar; su locura me recuerda a un párrafo de Jack Kerouac, escritor norteamericano referente del movimiento Beat: «Vaya tipo más loco. Pero conozco a miles de tipos así, todos iguales, sus cabezas funcionan igual, ¡oh!, las infinitas ramificaciones, no hay tiempo, no hay tiempo...» Ese es el diez; creador de chispazos que le sirven a Brasil para sentirse vivo. Y si Neymar es el sol, Arjen Robben es el agua de los Países Bajos. Ha crecido, se desborda, se ha hecho dueño de su equipo y de su selección.

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