Estamos a comienzos de una temporada televisiva que va a irse calentando porque todavía existen unos tics veraniegos de la ciudadanía aunque haya vuelta a su lugar de residencia ritual y haya comenzado de nuevo a trabajar, con su síndrome post-vacacional incorporado. Por lo tanto, vamos a ir asistiendo a cambios de programas, caídas de la parrilla, filtraciones, trasvases de profesionales, tanto delante de las cámaras como detrás de ellas: se buscan directoras o directores de programas de entretenimiento o tertulia que incorporen otra visión del negocio y un lenguaje audiovisual más actual. Son tendencias que se notan desde lejos.

Uno se imagina que las reuniones de las plantas nobles de las cadenas y de los canales, deben ser en estas fechas de alta temperatura, y se supone que llegan expertos, asesores, programadores, directores de área con sugerencias y proyectos. ¿Quién decide finalmente quitar y poner los programas? ¿La audiencia? Es decir, ¿nosotros con nuestro mando a distancia? Sí, influimos, pero decidimos sobre lo que se nos ofrece, no sobre lo que nunca llega o se retira y no siempre por cuestiones de porcentajes, sino por otras razones más difíciles de calibrar desde este lado de la pantalla.

Parece que Carlos Sobera ha agotado parte de su crédito, que ha sido inmenso, casi infinito y se cae de la parrilla su «Atrapa un millón» en Antena 3. Le buscarán acomodo rápido. Aunque tiene un sitio vitalicio en ETB casi desde su inicio. ¿Cuánto habrá cobrado este hombre de los presupuestos generales del País Vasco? De Cultura para más señas. Y sin oposición ninguna. ¿Alguna sugerencia?