Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «Líbranos del mal»

Terror sobre exorcismos combinado con cine policíaco

Hay una cosa que me ha molestado personalmente en «Líbranos del mal», y es la utilización como canción demoníaca de «Break on Through (to the Other Side)». Cuando Jim Morrison la escribió ni siquiera existía el heavy-metal, menos aún con connotaciones satánicas. Sé que esto es una película de género y que no debería tomármelo a mal, pero es que ya estoy un poco harto de la falta de respeto hacia los compositores muertos, y en el caso del grupo The Doors llueve sobre mojado, porque lo que hizo con ellos Oliver Stone no tiene perdón de Dios.

Por lo demás Scott Derrickson es un currante del cine de terror que se ha ganado a pulso su fichaje por Marvel, para llevar a la gran pantalla los cómics de «Doctor Extraño». Es de significar su aportación previa al subgénero de exorcismos, que no ha evolucionado prácticamente nada desde que William Friedkin sentara cátedra en 1973 con «El exorcista». El cineasta treintañero tuvo la idea de cara a la pervivencia del tema de las posesiones diabólicas en el cine de combinarlo con otros géneros, labor iniciada en «El exorcismo de Emily Rose», que presentaba una curiosa fusión con el drama judicial. En «Líbranos del mal» esa mezcolanza se sirve del cine policíaco, con lo que el miedo se vuelve más realista en su ambientación urbana nocturna relacionada con el crimen y su castigo.

La modalidad de buddy movie funciona en «Líbranos del mal» cuando la pareja de investigadores la forman el agente interpretado por Eric Bana y el sacerdote al que da vida Edgar Ramírez. No tanto cuando Bana tiene de compañero patrullero a Joel McHale, cuyo perfil caricaturesco no encaja dentro del tono oscuro del relato, que transcurre en las peligrosas calles del Bronx.

El argumento se dice inspirado en un libro que recoge las experiencias del verdadero policía Ralph Searchie, a quien le tocó lidiar con casos delictivos de una naturaleza maligna sectaria. Lo irónico del asunto, bien mirado, es que tampoco existe mucha diferencia entre un interrogatorio policial y una sesión para expulsar los demonios del poseído.