Arnaitz GORRITI

Mientras Saski Baskonia busca el santo grial, Gipuzkoa Basket espera pescar en río revuelto

El derbi de esta noche entre el Laboral Kutxa Baskonia «post Crespi» y un GBC que al fin ha ganado se presenta más incierto de lo esperado. La destitución del técnico gasteiztarra borra todo rasgo de calma o normalidad en el Baskonia, y los de Ponsarnau nada tienen que perder.

El Rey sin espada! ¡La Tierra sin Rey!», exclamaba desesperado Lancelot del Lago, caballero de la Mesa Redonda, después de ver cómo el Rey Arturo arrojaba al lago Excalibur, reprimiendo así el monarca sus ansias de ajusticiar a su adúltera pareja, la Reina Ginebra, y Lancelot. Tras la ruptura de la orden de los Caballeros de la Mesa Redonda y el ascenso del ilegítimo Rey Mordred, fruto del incesto entre Arturo y su hermana Morgana, el monarca enviaba a sus caballeros en busca del Santo Grial, guiados en «milagros y prodigios», para revivir un espíritu corroído por la culpa y la desesperación.

Y en estas se encuentra, fuera de cualquier mitología, este Laboral Kutxa Baskonia, que llega moralmente bajo mínimos al derbi que lo enfrenta ante Gipuzkoa Basket esta noche a las 21.00 en Zurbano. Desde que ganara la Liga de 2010, la trayectoria gasteiztarra ha ido cuesta abajo. No juega ninguna semifinal desde la Copa de 2013 y se ve más cerca de no jugar ni la Copa, los play offs de la ACB, ni el Top 16 de la Euroliga que de volver a una final de Copa -2009-, Liga -2010- o Final Four -2008-. Como este año corre además el peligro de quedar fuera del Top 16 y perder la próxima Licencia A de Euroliga, la histeria cunde en una directiva baskonista antiguamente reconocida por su temple.

Este estado al borde del ataque de nervios lo han pagado los entrenadores -Ivanovic, Tabak, Scariolo y Crespi- y unos jugadores que, amén de ser susceptibles de ser traspasados -Heurtel o Perkins-, cortados -Hamilton o Causeur; Ryan Gomes y Orlando Johnson- y cedidos -Van Oostrum, que se va al Club Kouvot Basketball finlandés- se enteraban del cese de Crespi después que la prensa y la afición. Por no hablar de una afición desencantada. A día de hoy, la directiva parece buscar el Santo Grial -Vujacic-, y se prefieren «prodigios» a la calma y el sosiego.

«Conozco lo que significa tener respeto»

«Con la llegada de Marco Crespi estoy convencido de que vamos a recuperar los valores tradicionales de trabajo, carácter, constancia y entrega, y nos vamos a olvidar de la falta de compromiso, la desidia y las excusas que adornaron la última campaña», declaraba Josean Kerejeta el pasado 21 de agosto, en la presentación del técnico varesino.

Solo han pasado tres meses y 12 partidos, de los cuales Laboral Kutxa -en su último año de patrocinio- ha ganado solo cuatro, algo que pone en peligro la Copa y el Top 16. A pesar de que quede tiempo y margen de maniobra, le ha costado el puesto a Crespi, y pone fin a su proyecto de Humbition.

«Hemos tomado la decisión de la no continuidad de Marco Crespi, y será Ibon Navarro quien asuma el control del primer equipo como entrenador», declaraba el manager general del Baskonia Félix Fernández, tras el 66-86 ante el Estrella Roja. Marco Crespi no asomó, como tampoco un Josean Kerejeta que huyó del pabellón nada más acabar. «El presidente le ha comunicado -a Crespi- que no seguía, y no hay más que comentar», zanjaba Fernández a las preguntas de la prensa. El club, eso sí, tuvo la deferencia de publicar ayer la nota de adiós del varesino.

«Lo siento. El baloncesto es mi vida. La ilusión de entrenar el Baskonia era como un sueño. Las cosas no han salido como quería y pensaba. Lo siento. Como persona y como entrenador. No me gusta decir más, tengo muchas opiniones en mi cabeza. Pero conozco que significa tener respeto y ahora no es el momento de hacer más valoraciones. Gracias», se despedía el preparador italiano.

Es tiempo de Ibon Navarro. Empieza esta noche frente a GBC, aunque antes deba darle a la psicología. «Afronto este reto con ilusión y muchas ganas. No soy psicólogo, hablaré con los jugadores con sentido común, hablando como hombres y mirándonos a los ojos. Tenemos que buscar la mejor manera de afrontar el partido en todos los aspectos, tanto físico como mental». ¿O le harán buscar a Navarro el Santo Grial?

«Confianza en el trabajo»

Gipuzkoa Basket solo ha ganado una vez en Zurbano: el pasado 8 de mayo, por 66-72, un partido que por poco le cuesta el puesto a Sergio Scariolo. Pese a la duda de Dani Díez, y de que ya no cuenta con bases como Salgado o Neto, los de Ponsarnau se pueden hallar en situación de pescar en río revuelto.

«Ganar sienta muy bien», reconocía Ponsarnau. «Veo que hay confianza en el trabajo, y en los entrenamientos se ven rachas de acierto que hasta ahora no había. Pero la confianza real proviene del nivel defensivo de los últimos partidos», añadía.