La ANC avala la propuesta de Artur Mas y exige elecciones en febrero
La Assemblea Nacional Catalana defendió ayer la creación de una «candidatura transversal» para constituir un Parlamento independentista en primavera. La presión para acordar la lista unitaria recae completamente sobre ERC.

La Assemblea Nacional Catalana no pudo ser más clara en la Declaración de Cornellà de Llobregat hecha pública ayer: «La propuesta del president es un buen punto de partida para hacer posible la construcción de una amplia unidad política y social en torno a una candidatura transversal que tenga como principal objetivo la consecución de la independencia nacional en el plazo más breve posible».
Con estas palabras y con el compromiso de «implicarse a fondo» en la creación de una candidatura «que represente e incluya a todas y cada una de las diversas sensibilidades sociales y políticas del soberanismo», la ANC se alineó con la hoja de ruta propuesta el pasado martes por el president, Artur Mas, que pasa por la formación de una lista unitaria de partidos y entidades soberanistas capaz de lograr una mayoría absoluta para preparar la independencia en una legislatura excepcional de 18 meses.
De hecho, en el texto leído por la presidenta y el vicepresidente de la ANC, Carme Forcadell y Jaume Marfany, se recoge que la propuesta de Mas es «un importante salto adelante en el proceso de constitución del nuevo Estado catalán». El anuncio se realizó en el marco del segundo Consejo Territorial, Sectorial y Exterior, la instancia que agrupa a las diferentes asambleas que componen este organismo y que en las últimas semanas se han mostrado masivamente favorables a la lista unitaria, antes incluso de que Mas hiciese suya esa opción.
Eso sí, la Assemblea no quiere que nadie se duerma en los laureles, por lo que exigió que «la fecha de celebración de estas elecciones debe hacerse pública lo más pronto posible», con el objetivo de tener constituido el nuevo Parlament en la próxima primavera. Los portavoces de la Assemblea recordaron su hoja de ruta anterior, que preveía elecciones en febrero y señalaron que esa fecha sigue siendo viable «si las fuerzas políticas y sociales que damos apoyo a este proceso nos ponemos a trabajar inmediatamente».
En respuesta a la inevitable pregunta sobre el papel que podría ocupar Forcadell en la hipotética lista electoral transversal, la presidenta de la ANC dijo que está a disposición de lo que la Assemblea acuerde, pero recordó el orden de los factores establecido en la misma Declaración de Cornellà, que indica que una candidatura así «solo será posible desde la unidad política y social», y que será fruto de un trabajo colectivo «que comience por definir el qué y el cómo, para decidir a continuación el cuándo, y solo en última instancia el quién». De esta forma, el soberanismo social intenta aparcar el debate de los nombres para centrarse en el contenido de la candidatura y de la legislatura excepcional.
Y sobre dicho contenido, la Assemblea opina que el nuevo Parlament debería tener unos objetivos muy claros: «Garantizar el funcionamiento de la administración pública de acuerdo a criterios de regeneración democrática y de justicia social, y crear las estructuras del nuevo Estado mientras se generan los espacios de soberanía necesarios que demuestren los beneficios de la independencia».
Toda la presión sobre ERC
La hoja de ruta planteada por el president interpeló sobre todo a dos actores: las entidades soberanistas y ERC. Definida la posición de la ANC a favor de la lista unitaria, toda la presión recae ahora sobre Esquerra, que de momento sigue mostrándose reacia a compartir candidatura con Mas y con Convergència. Tras el Consell Nacional de los republicanos, la secretaria general, Marta Rovira, compareció ayer ante los medios para insistir en la necesidad de buscar y encontrar «la fórmula ganadora para no dejar escapar ningún voto independentista y convencer a los indecisos».
La posibilidad de que una candidatura unitaria espante los votos más ideologizados, así como los de los indecisos, ha sido el principal argumento con el que estos días ERC ha defendido la conveniencia de listas separadas. Pero, en cualquier caso, los militantes republicanos valoran positivamente la hoja de ruta trazada por Mas y se saben conscientes de tener delante una ocasión de oro. «No dejaremos escapar esta oportunidad, nos tenemos que poner de acuerdo», sentenció Rovira, quien añadió que «no solo trabajaremos para hablar, sino para acordarlo».
Las dudas sobre la posición final de ERC comenzarán a esclarecerse el martes, cuando su presidente, Oriol Junqueras, pronuncie una conferencia ante 2.000 personas en el Palau de Congressos.
Pese a la obvia expectación creada, la prudencia ha empujado en los últimos días a la prensa catalana a anticipar que Junqueras no establecerá una contrapropuesta cerrada a la ya presentada por Mas, sino que expondrá su preferencia por las listas separadas y tratará de establecer las bases sobre las que iniciar la negociación política que más pronto que tarde van a tener que encarar los líderes soberanistas.
Duran i Lleida y el PSC, al límite del fuera de juego
Abandonada por el soberanismo y fusilada sin juicio previo ayer mismo por el Gobierno español, la tercera vía agoniza. Las señales más evidentes son el declive de los dos principales abanderados del federalismo: el líder de Unió, Josep Antoni Duran i Lleida, y el PSC. El fenómeno viene de lejos, pero en las últimas horas está adquiriendo un carácter terminal. Sobre todo en el caso del líder democristiano, que esta semana se dio de alta en el Colegio de Abogados de Barcelona.
Duran i Lleida, situado en tierra de nadie entre el independentismo y el unionismo, viene jugando desde hace meses con la idea de abandonar la primera línea de la política, por lo que su alta como letrado, que se conoció el viernes, ha sido entendida como un paso más en esa dirección. En cualquier caso, Duran i Lleida viene preparando desde inicios de verano la desconexión de CiU a través de la plataforma Catalunya Centre, con la que trata de construir, sin demasiado éxito de momento, una opción «de centro».
En el caso del PSC, el drama en las elecciones municipales del próximo mayo puede adquirir dimensiones catastróficas. Como claro ejemplo de cómo discurren las agua, el viernes, cinco de los seis concejales socialdemócratas del Ayuntamiento de Girona se dieron de baja para pasar al nuevo partido político que están construyendo Nova Esquerra Catalana -la formación de Ernest Maragall- y Moviment Catalunya -corriente crítica del PSC encabezada por exconsellers como Montserrat Tura, Marina Geli o Antoni Castells-. Las dos plataformas celebran hoy una nueva jornada de trabajo con el objetivo de presentar el nuevo partido antes de que finalice el año. B.Z.
Rajoy cierra la puerta a cualquier solución negociada
El puente, si es que existía, estaba tocado. Ayer, el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, lo dinamitó. Su viaje a Barcelona había despertado expectación, ya que desde La Moncloa habían avanzado que aprovecharía el discurso «para explicarse» ante la ciudadanía catalana. Se hablaba del supuesto tono conciliador que emplearía y los más ilusos hasta confiaron en escuchar alguna propuesta. Nada más alejado de la realidad. En un acto cerrado del PP y durante casi una hora de discurso, Rajoy cargó duramente contra el proceso catalán y especialmente contra la figura del presidente Artur Mas.
Empezó con ganas, calificando de «fracaso en toda regla» la votación del 9 de noviembre, que tildó de «farsa» y de «simulacro sin garantías». Ni una sola palabra sobre la querella impulsada por la Fiscalía, a instancias de su Gobierno, contra el 9N. Rajoy se limitó a decir que no piensa permitir «que se ponga en tela de juicio la unidad de España» y señaló que «nadie» puede hablar en nombre de todos los catalanes. No tuvo problema, sin embargo, en erigirse en portavoz de los dos tercios de catalanes que no votaron el 9N y de dar por hecho que todos son contrarios a la independencia.
Si alguien esperaba alguna novedad, el propio Rajoy le quitó cualquier esperanza al reconocer que no iba a decir «nada que no haya dicho antes». Así, tiró de repertorio para acusar a Mas de «fomentar la división de los catalanes» a través de la propagación de «falsos mitos históricos y políticos», «agitando la ensoñación de la independencia como la arcadia feliz» y «engañando a la gente sobre la realidad». También tuvo palabras sobre la hoja de ruta presentada por Mas: «Catalunya no puede ser, porque no lo ha sido nunca, un país de listas únicas, partidos únicos [no es un error, lo dijo así] y políticas únicas al servicio de una sola causa». Y con la misma cara con la que se proclama campeón de la lucha contra la corrupción, pidió, «por favor, un poco de respeto a Catalunya».
Ese discurso no se puede entender si no como un acto de apoyo al PP catalán, en cuyas filas campaban el desconcierto y la sensación de desamparo al ver cómo las promesas de Rajoy para frenar el 9N caían en saco roto y 2,3 millones de catalanes votaban aquel día con total tranquilidad. Precisamente, el mensaje más duro lo lanzó la líder del PP catalán, Alicia Sánchez-Camacho, que también pidió una mayor implicación del Gobierno español. Según dijo, «el Estado debe volver y fortalecerse» en Catalunya y «esforzarse más y mejor» para contrarrestar «la mentira del independentismo». «Se acabó el diálogo con los que quieren romper España», zanjó. B.Z.

López de Gereñu, primer muerto con Juan Carlos I

El sondeo de Lehendakaritza vuelve a dar la victoria al PNV en la CAV

Tras el fin de la guerra en Ucrania, ¿confrontación Europa-Rusia?

El TEDH falla que París conculcó los derechos de Ibon Fernández Iradi
