Alberto PRADILLA MADRID
Elkarrizketa
Nancy Hollander
Abogada de la soldado Chelsea Manning

«La pena a Manning es un aviso al que denuncie ciertas prácticas de los gobiernos»

Se enfrenta a todo un entramado en el que sus clientes no son ciudadanos, sino enemigos. La abogada Nancy Hollander defiende a la soldado Chelsea Manning y a dos presos de Guantánamo, Ibrahim Al Nasir y Mohamedou Ould Slahi. Se encuentra en Madrid para promover una campaña de Amnistía Internacional contra la tortura y los malos tratos.

Nancy Hollander defiende a la soldado Chesley Manning, así como a Ibrahim Al Nasir y Mohamedou Ould Slahi, presos en Guantánamo y que sufrieron graves torturas. El primero, condenado a muerte y acusado del ataque contra el buque US Coll en Yemen en 2000, padeció el waterboarding en una prisión secreta, mientras que el segundo fue víctima las denominadas «técnicas de interrogatorio» que avalan el maltrato por orden de Donald Rumsfeld.

Usted ejerce como abogada defensora de la soldado Chelsea Manning, condenada por revelar secretos del Ejército de EEUU. ¿En qué situación se encuentra su cliente?

Está encarcelada y su pena es de 35 años. De aquí a siete existiría una opción de libertad condicional, pero no está garantizada. Estamos preparando un recurso para primavera, aunque el proceso es muy largo. Ella está bien, todo lo bien que puede estarse en prisión. Por el contrario, las personas que la torturaron siguen sin ser procesadas.

¿Puede confiar en un proceso con garantías?

Ha sido juzgada en un tribunal militar, un sistema que puede funcionar bien, con algunas garantías, pero que en este caso no las ha tenido. Se han producido muchas violaciones de los derechos de Manning, tanto en su juicio como previamente. Ha transcurrido demasiado tiempo hasta que se celebró el proceso, también fue torturada. Está pidiendo un tratamiento médico que necesita por su situación [debido a su proceso de cambio de sexo] y no se le facilita. Es cierto que reconoció que hizo pública información clasificada, pero nunca tenía que haber recibido una condena tan larga.

Los datos que reveló Manning, así como los cables de Wikileaks hechos públicos por Julian Assange o las filtraciones de Edward Snowden, evidencian las violaciones sistemáticas de los derechos humanos por parte del Gobierno de EEUU. Sin embargo, se trata de documentación clasificada, por lo que quien la publica es perseguido. ¿La condena es un aviso?

Lo que pasó con Chelsea es un aviso bien claro a los que quieren denunciar una serie de prácticas de los gobiernos. Se le inculpó en el marco de la ley de espionaje de 1917, que es de la Primera Guerra Mundial, y que busca procesar a espías, a quien dañe a los EEUU o ayude al enemigo. Es una ley mala, pero tenía cierto sentido en su contexto. En la actualidad se ha convertido en una trampa para coger a personas que están denunciando a los gobiernos. El Ejecutivo no tiene que demostrar que haya trabajado para dañar a EEUU o para el enemigo, sino que ha hecho pública una información que afecta al secreto de Estado o al interés nacional. Que este hecho obedezca al interés público no puede alegarse durante el juicio, aunque sí cuando se recibe la condena.

Se utilizó una ley elaborada en época de guerra pero, desde que George W. Bush ocupó la Casa Blanca, EEUU se encuentra en un estado de conflicto permanente, con las invasiones de Irak y Afganistán y la doctrina de la «guerra contra el terrorismo». ¿No ha servido de excusa para limitar los derechos también de puertas adentro?

En EEUU tuvimos violaciones de derechos humanos antes de gobernar Bush. Sin embargo, es a partir de la «guerra contra el terror» cuando se generaliza la situación. ¿Cómo se puede calificar Guantánamo, sino como una gran violación de los derechos humanos? Incluso durante la administración de Obama se está procesando a personas por publicar información secreta. Al mismo tiempo, nadie ha sido puesto a disposición de la justicia por practicar torturas, ni las víctimas han sido compensadas. Es obvio que el Gobierno pone más empeño en protegerse a sí mismo que a sus ciudadanos.

Obama prometió cerrar Guantánamo pero ese agujero negro todavía sigue funcionando.

No puedo lograr que el presidente haga lo que dijo que iba a hacer. Teníamos esparanza de que cerrara Guantánamo y que los presos fueran a casa, no trasladados a otra cárcel en EEUU, como se ha propuesto. Son personas que no han tenido ningún cargo. Solo siete de los detenidos han tenido juicio y entre tres y cuatro, condenados. El resto, ahí sigue. El Gobierno de EEUU dice que va a procesar a más. Guantánamo nunca debió existir. Hay gente que ha perdido 10 o 12 años de su vida. Por eso pedimos a España que acoja a algunos presos más. Lo ha hecho con tres y se comprometió a cinco, por lo que esperamos que reciba a otros dos, al menos. Uruguay acaba de acoger a seis más. Esperamos que los países ayuden a hacer lo que EEUU no es capaz de hacer por sí solo.

Ha denunciado en muchas ocasiones las torturas sufridas por sus clientes. EEUU las ha reconocido, admitiendo que la práctica del «waterboarding» constituye un maltrato. En el Estado español, por contra, ni siquiera se admite su existencia. ¿Cree que esto implica, al menos, la posibilidad de que la opinión pública conozca qué hace su Gobierno y pueda oponerse?

Es positivo que el Gobierno reconozca que ha existido una forma de tortura. Ahora llega un nuevo informe elaborado a instancias del Senado [se refiere al que se hizo público ayer], a ver qué dicen. Puede parecer más «honesto» pero no importa que lo reconozcas si, como Gobierno, no haces nada para erradicarlo. Quienes denuncian haber sido torturados son procesados, mientras que los responsables del maltrato, no. Reconocer es un primer paso, pero falta ese segundo.

En el Estado español también existen miles de denuncias de torturas. ¿Cree que los gobiernos rechazan esta práctica cuando se da a miles de kilómetros pero la justifican cuando se trata de su estado alegando motivos de seguridad?

Conozco relativamente bien la historia de España. Y la tortura es tortura allí donde se produzca. EEUU ha tardado mucho en reconocer que incluso podría plantearse qué es tortura en algún país fuera de EEUU, cuando ellos mismos la practican. Debemos apoyar la Convención contra la tortura y otros instrumentos cuando se trate de cosas que ocurran en nuestro país, en el campo de batalla, en las prisiones, con otro tipo de presos... Otro problema es cómo se define la tortura. Para mí, una persona alimentada a la fuerza está siendo sometida a tortura, también el aislamiento, que EEUU practica más que otros países occidentales. La tortura no funciona y es inmoral.

«Ni el racismo ni los abusos policiales son nuevos; forman parte de nuestra historia»

En estas últimas semanas se han extendido las protestas a consecuencia de la discriminación racial en Estados Unidos. ¿Qué ha motivado este incremento de las movilizaciones y el aumento del descontento entre esta parte tan significativa de la población norteamericana?

Desde hace muchísimo tiempo Estados Unidos sufre una tensión racial. A lo largo de nuestra historia, todos los grupos que han constituido una minoría, como es el caso de los esclavos o el de los nativos americanos, han sufrido racismo. A pesar de que seamos un país de inmigración siempre ha existido racismo. Lo que observamos ahora es algo que sale a la superficie pero que no había desaparecido. ¿Cuáles son las causas? Hay muchos factores...

Se ha señalado que el origen está en la muerte de ciudadanos negros a manos de policías blancos, o al menos, ese es el mensaje que se ha difundido. También existe una sensación de impunidad provocada por hechos como que Darren Wilson, el agente que mató en Ferguson a Michael Brown cuando este estaba desarmado, no haya sido procesado. ¿Este es el problema?

Existe una militarización de la Policía. Muchos equipamientos procedentes de los recientes conflictos bélicos se han pasado directamente a los agentes. Ahora la Policía va vestida de camuflaje, tiene tanques, y todo esto eleva el clima de enfrentamiento. En segundo lugar, hay gente que dice que, en un momento en el que tenemos un presidente negro, se incrementa el foco de tensión. En cualquier caso, siempre hemos tenido problemas para procesar a miembros de las fuerzas de seguridad. Donde yo vivo, en Albuquerque (Nuevo México), tenemos a la Policía bajo control de un juez federal por haber matado a muchas personas, la mayor parte de ellas procedentes de minorías. Hay problemas graves en Cleveland, en Sant Louis, en Nueva York. No es nada nuevo, ni el racismo ni los abusos policiales. Es algo que tiene que suprimirse, que durante un tiempo estuvo bajo la superficie pero que forma parte de la historia de EEUU. A. P.