Oihane LARRETXEA
SEMANA DEL CEREBRO

Diversión e interacción, la receta para hacer de la ciencia algo apetitoso

Puede nuestro cerebro seguir aprendiendo después de los 14 años? ¿Sigue funcionando mientras dormimos? La semana del cerebro que ha celebrado el museo Eureka, en Donostia, ha acercado de forma didáctica la complejidad de este órgano que reposa en el interior de nuestras cabezas.

La semana del cerebro se celebra cada año de manera internacional y, esta edición, Donostia, a través del museo de la ciencia Eureka y el BCBL (Basque Center on Cognition, Brain and Language) ha querido sumarse a la iniciativa. El objetivo es acercar a los chavales de forma amena y divertida a algo tan complejo y misterioso como el cerebro humano. Un órgano que apenas llega a pesar en la edad adulta 1.500 gramos. Se ha investigado mucho, y descubierto otro tanto. Sin embargo, aún comprende uno de los mayores retos que la ciencia ha de resolver.

Para descubrir nuevas informaciones, y desmentir otras que creemos ciertas, nos colamos con alumnos y alumnas de 1º y 2º de la ESO del centro San Luis La Salle, del barrio donostiarra de Bidebieta. Divididos en distintos grupos, dos científicas del BCBL plantearon una serie de preguntas a los estudiantes. El quid de la cuestión era descubrir si los enunciados eran falsos o verdaderos. Y hubo sorpresas, aunque la mayoría fueron resueltas correctamente tras darle unas cuantas vueltas... al cerebro.

Ariane, que hizo de portavoz de uno de los equipos, debatía con el resto de compañeras sobre la posibilidad de que nuestro cebrero pueda seguir adquiriendo conocimientos después de cumplir los 14. Tras unos cuantos razonamientos, concluyeron que no era posible dejar de aprender. «Creemos que se puede seguir aprendiendo más, porque si no, sabríamos pocas cosas...». Y estaban en lo cierto, porque el cerebro sigue su desarrollo hasta los 25 años.

Justo al lado, un grupo de chicos se enfrentaban a la siguiente cuestión. «¿Tenemos el mismo intelecto que nuestras madres y padres, o puede ser diferente?». Iker y sus amigos apostaron por esta última opción. «Creemos que es falso, porque con empeño y con esfuerzo, se puede tener mayor sabiduría, ser más inteligente», argumentaba Iker. También acertaron esta vez. Según revelaron las científicas, hay aspectos hereditarios en cuanto a la capacidad mental, entre otras cosas, pero al mismo tiempo, las experiencias y actitudes de cada personas frente a ellas, y la información que obtiene de todas ellas, tienen un peso determinante en el desarrollo de cada cual.

María y su grupo debían debatir, por su parte, si es necesario aprender la lengua materna antes de aprender otro idioma. Respondieron afirmativamente, porque, en su opinión, ello hace más fácil dominar después otros idiomas. El razonamiento, no obstante, no fue correcto, al menos no del todo. Resulta que las niñas y niños pueden aprender más de un idioma sin que ello suponga un obstáculo en su desarrollo, aunque desde el BCBL reconocieron que las personas bilingües tienen mayor facilidad. Pero ojo, a los 5 años la capacidad entre los bilingües y los monolingües se iguala.

Querer aprender

La actitud tan receptiva y las ganas que le pusieron los chavales al ejercicio, impartido en inglés, fue la muestra de que cuando la ciencia se plantea como una materia divertida y entretenida, se pueden aprender muchas cosas y, lo que es más importante, se puede retener la información por mucho más tiempo.

En opinión de Asier Zarraga, científico del BCBL, es importante acertar con el método para transmitir los conocimientos. Los talleres y actividades que se han organizado a lo largo de la semana han tenido mucho éxito por eso, porque el formato ayuda a eliminar tópicos, como que la ciencia es aburrida. Otra de las claves es hacerles partícipes, que sean ellos y ellas quienes descubran los misterios del cerebro, en este caso.

A Ariane y sus amigas, por ejemplo, lo que más les sorprendió fue descubrir que los dos hemisferios del cerebro trabajan a la vez. «Aunque predomina uno de los lados, se emplean al mismo tiempo», explicaron, sorprendidas.

Este tipo de actividades, además, permite que la información permanezca almacenada» durante más tiempo. En opinión de Zarraga, presentar las materias de una forma más rígida, no emocionante, hace que lo aprendido solo sea retenido por un corto periodo, de cara a un exámen, por ejemplo.

Estos días han pasado unos 15 centros escolares de edades muy diversas. Ensalza, entre otras cosas, la infinita curiosidad de los niños y niñas de seis años, que son como esponjas. «Hacen tantas preguntas sin parar, que hay que pararles los pies», cuenta divertido.

Y puede parecer una obviedad, pero el primer ingrediente para aprender, es querer aprender. Esa misma idea abordaron las científicas, al destacar que adquirir nuevos conocimientos depende más de nuestra propia actitud que de cualquier «talento natural». Y eso es innato en la infancia y en la niñez. Por eso, el segundo reto, además de lograr conocer los secretos del cerebro, es mantener viva la curiosidad en la edad adulta.