El ska jamaicano de Akatz se diversifica en «Vuelta y vuelta»
Es un placer para los sentidos y los nervios encontrarse con una banda de ska que recuerde el entusiasmo y la pureza de los primeros años de ebullición ska-reggae en Euskal Herria. Los chicos del milagro se llaman Akatz, nacieron en Bakio y se asentaron en Bilbo. Llevan cerca de 25 años sin parar y «Vuelta y vuelta» es su enamoradizo nuevo álbum.

Los sonidos regue y skatalíticos llegaron a Euskal Herria a mediados de los años ochenta. Potato fue un nombre clave repartiendo hortalizas y semillas por todo Euskal Herria. Kortatu popularizo un ska más británico que jamaicano. Hertzainak le cantaron a una Euskadi tropical gracias al incipiente actor Karra Elexalde, aunque él nunca pretendió crear movimiento alguno. Y al acecho de todos estos nuevos sonidos se encontraban en Bakio, entre otros, Iñigo Eleuterio. batería, percusiones y voz,
Oliver Mundial, trompeta y voz, Aratz Díez, trombón y voz, Oskar Redondo, saxos y flauta, y nuestro interlocutor Unai Quecedo “Bita”, a la voz. A quienes a lo largo del tiempo se les han unido Alberto Cuelho, bajo, Andrés Navascués, órgano y pianos, Borja Goñi, guitarra, y Jorge Álvaro a la percusión. Nueve músicos curtidos entregados al sonido jamaicano purista mediante ska, reggae... y rocksteady y que vienen rodando desde 1992. El brillante “Vuelta y vuelta” es su cuarto disco, aunque abundan las maquetas y material diverso en vinilo. Les publica el sello especializado Liquidator Music, que ha editado en soporte vinilo y compacto, además con una portada espectacular. Les lleva la entusiasta agencia Electric Bulegoa.
Akatz encanta desde el inicio con un instrumental inspirado y profesional, “Skarmentu handiko andra”. Los diez siguientes cortes son un feliz y emocionante recorrido por la tradición musical jamaicana más fiel y que concluye con el espléndido “Vacío de ti”.
«Akatz nace en una cuadrilla que como todas las de posadolescentes (17 años) quiere divertirse, jugar, conocer gente, ligar, que le inviten a cervezas… Bakio era el espacio que nos evocaba todo aquello y donde nos reuníamos, un pueblo txakolinero-surfero en el que la música jamaicana pasaba de mano en mano en cintas de casete con nombres como Skatalites, Toots, Gregory Isaacs, Steel Pulse, Linton Kwesi Johnson... y donde descubrimos la magia del ensayo-error y el lugar de ubicación de Akatz/Aqueche/Isla de los Conejos… Cuando el grupo pasó a ser una banda (95-96) buscamos un local en Bilbao para facilitar los ensayos, así que todo fue muy natural. ¿Por qué la música jamaicana como base?, seguramente porque en EH grupos con distorsión ya había y hay demasiados, grupos de ira, de crítica social, de griteo de clichés en los estribillos, así que decidimos tirar por esa utopía de Karra y la Banda Municipal de Ska, y formar parte de esa Euskadi Tropikal, eso sí, a nuestra manera, en manga larga».
El ska jamaikano nunca ha sido rápido, como tampoco lo es el reggae; con todo, hay que escuchar cómo se deslizan “Salda beroa”, los hits “Fiesta del 73”, “Ansiedad”, “Joaquín Murrieta”, “Skandalo” o el sinuoso peso de los teclados en el tradicional “Comida casera”, para comprobar cómo Akatz respeta la esencia y la amolda con lustre y locura al Cantábrico. Cadencia, cintura y relajo calado en el espíritu de este noneto con 23 años de ñaca ñaca.
«Tenemos el ritmo jamaiquino metido hasta las entrañas, y eso hace que se nos peguen muchas de las inercias de la isla caribeña. Quizás no se trata tanto de cantidad, pues igual es verdad que cuatro elepés pueden sonar a poco si analizamos los casi 25 años de andadura. El grupo no ha estado quieto en ningún momento, y quizás es la espontaneidad la que ha marcado el ritmo de la banda. La espontaneidad es tomar la decisión de que tienes temas, que estos están suficientemente arreglados y de que son adecuados para que queden grabados para la posteridad. La dinámica de esta última época ha sido no dejar de grabar. Bien sea un tema para un recopila, un single, la fórmula del A-Go-Go, que es el nombre que le damos a la miscelánea de los temas de este grupo (versiones de todo género musical adaptadas a la idiosincrasia akatziana), homenajes, deuvedés, fiestas aniversario…».
Así que el ritmo de trabajo de Akatz es más denso de lo que parece o trasciende con solo cuatro discos grandes: «La matemática arroja ese resultado, pero las variables son mayores. Antes de nuestro primer álbum (“12 años de éxitos”, Brixton Records, 2004) grabamos cinco maquetas (hoy muchos les llaman discos) de las que editamos tres. Conciertos llevamos cerca de los 400 así que, como verás, la distancia es mínima y el contacto semanal. Los conciertos, que hacen que los fines de semana compartamos escenario, furgoneta, camerino, hotel, mesa, incluso alguna juerga, mantiene vivo el común denominador de Akatz y desde el día cero del calendario akatziano mantenemos un día mínimo de ensayo semanal (esta temporada, los jueves), al que no falta nadie, ya que el ensayo, es eso: ensayo y error».
Local del barrio de Bolueta en Bilbo desde el que han salido once canciones jamaicanas, aunque con muchos puntos de vista que enriquecen “Vuelta y vuelta”, incluida versión de Takolo, Pirritx eta Porrotx , “Salda beroa”. «Este “Vuelta y vuelta” ha servido para que todas las filias/fobias akatzianas, que beben y beben (y vuelven a beber), apareciesen como granos de arena. Aunque la jamaica de los 60 suena en los viajes en furgoneta de manera asidua, cada uno “pincha” su dosis personal. Tenemos seguidores del soulfunk, del jazz, del rap, del r&b... Y quizás es lo que se va a poder encontrar en este disco. Un pedacito de cada akatziano llevado a Jamaica, sin perder el brillo de otros géneros y con un sonido actual y nuestro. En cuanto a la versión de nuestros amados payasos, qué decir, es lo más jamaicano que existe: llevar las canciones populares a nuestro imaginario sin que pierdan su esencia popular y sin que suenen ajenas a nuestro discurso».
Escena
En Euskal Herria no hay mucho ambiente ni del lado del reggae ni del ska tradicionalista, sí existe una dinámica pujante por el lado festivo, pero menos enraizado. Bita lo percibe así: «Nosotros en su día, a raíz de un minicircuito que parecía despertar en Euskal Herria (la Euskal Herria tropical lo llamaron algunas), formábamos parte de un islote que entendía la forma de componer bebiendo de los discos que conseguíamos de familiares, de Rasta Shop (Iñaki Yarritu)... Estábamos Potato, Arawak, Ambassadors, Ttak, Doctor Deslay, Lords, Ciprinidians... Grupos que surgían entendiendo el ska y reggae más jamaiquino, y no tanto de la ola británica/germana, más influenciada quizás por el punk y el rock. Hoy en día parece que empieza a resurgir la semilla, y compartimos escenarios, juergas y música con grupos como Bilbomatiks, Q'aren't ones, Siroko o Serotonina, por citar algunos. Parece que viene una hornada más joven, como los Guda Dantza que van evolucionando a sonidos más antiguos, pero igual de festivos. Todo el mundo es bienvenido, por supuesto. ‘Katea ez da eten’, decían hace años los literatos euskaldunes».
México
“Joaquín Murrieta” es una de las canciones más singulares del álbum. Recitado con acento mexicano, reivindicación y un guiño a un país donde Akatz cuenta con numerosos seguidores. «Joaquín Murrieta es la letra de un corrido mejicano que trajo en su día Oliver para crear un texto destinado a una canción sin letra que Iñigo compuso y que estábamos estructurando, cuando reunimos todos los ingredientes salió directamente, como un tiro. Parece que en México ya llevamos bastante tiempo entrando en varias emisoras. Es impresionante la de gente que diariamente nos escribe desde tan lejana tierra y, seguramente, cada día que pasa falta menos para que vayamos. Sí que es cierto que tanto en México como en la China popular es un tema que es muy de directo. El tempo, los arreglos de viento, el aire surfero... ¡Lo tiene todo! Ja, ja, ja... Igual que “Ansiedad” o lo mismo que “HP con Swing”. Son temas que tienen una acogida excelente por todos los públicos. Ahora que estamos presentando el disco en lugares muy variopintos, lugares en los que van los más puristas del género o fiestas de pueblo, jam sessions, gaztetxes, la gente canta y baila hasta morir con cada uno de los temas. No podemos olvidar “Comida casera” que vemos que representa un género con una acogida de la hostia».
Akatz añade la curiosidad de integrar a un batería compositor, nada habitual, ¿será un estudioso?. «La parte de composición de Iñigo se palpa en este disco y en otros. No solo al poner el nombre en sus canciones, sino también en multitud de arreglos. Estudiar ha estudiado y mucho: a Lloyd Knibbs, Carlton Barrett, Horsemouth Wallace, Sly Dunbar..., lo que podríamos llamar un Alpha Boys, generación del 75. Además, su voz hace de ligazón entre la mía (Bita), la de Aratz y la de Oliver. Pluriempleado akatziano por antonomasia. ¡Ese es Iñigo Elexpuru! ¡Juas!
Y cierre de álbum con una de las mejores canciones de “Vuelta y vuelta”, un rocksteady maravilloso, encandilante, “Vacío de ti”. «Posee esa cadencia nyabinghi marcada por la percusión a tres manos de Iñigo, Dubby y Euridia, con esa temática desgarradora pedía un lugar especial. Es un tema además del que lanzamos una versión instrumental liderada por el trombón de Aratz que apareció en el single 7” del lanzamiento del disco que llamamos “10 especial”

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