Gotzon ARANBURU
TOLOSA

Vuelta a la escuela

La motivación es lo que cuenta, las ganas de aprender, no la edad. A los centros EPA (Educación de Personas Adultas) nadie acude por obligación, sino por el deseo de crecer personalmente, de adquirir una cultura que, por múltiples razones, no se pudo obtener anteriormente. Autóctonos y vascos de adopción se dan cita en las aulas de EPA de Tolosa y nos cuentan su experiencia.

Una clase de la EPA de Tolosa. (Gotzon ARANBURU)
Una clase de la EPA de Tolosa. (Gotzon ARANBURU)

Demos primero la voz a los profesores. Marian Agirre es la directora y asegura que para ella es un placer dar clases en el centro tolosarra. Su argumento es irrebatible: al contrario de lo que ocurre a muchos de sus colegas de ESO y Bachiller, los alumnos que se sientan ante ella acuden a clase por propia voluntad, lo que redunda en un mayor aprovechamiento académico y un mejor ambiente en el aula.

En los centros EPA se imparte tanto la enseñanza reglada como la no reglada, en cualquier caso dirigida a personas que superen los 18 años de edad. En el caso de los estudios reglados, los alumnos buscan obtener el Graduado en Educación Secundaria, acceder a los Ciclos Formativos de Grado Superior o superar la prueba de acceso a la universidad para mayores de 25 años (en las modalidades de Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas) o mayores de 45.

El de Tolosa es uno de los pocos centros del país que imparte en modelo D los módulos superiores de DBH-ESO. De cualquier manera, también hay sitio para aquellas personas que no aspiren a hacerse con el graduado: en el Grado 1, con diez horas semanales de clase, los alumnos no alfabetizados adquieren competencias básicas de matemáticas, lenguaje… conocimientos que se consolidan en el Grado 2, con dos horas lectivas a la semana.

Temor a los recortes

La enseñanza no reglada, que Marian teme sufra un fuerte tijeretazo con la actual política de recortes económicos, consiste en cursos de euskara, de francés y de inglés, así como de español para inmigrantes. También se imparten clases de iniciación a la informática y módulos de filosofía, ciencia aplicada, historia del arte y literatura.

«Yo creo que la cultura básica es un derecho de toda persona. Cómo voy a entender, entonces, que se supriman las clases de informática, por ejemplo, aunque no sean enseñanzas regladas. ¿A estas alturas se puede negar la ayuda académica a una persona que quiere aprender a navegar en internet, a manejar el correo electrónico…? Para mí, no» afirma rotunda Marian

La mayoría de alumnos del CEPA de Tolosa son alumnas. Una visita a las aulas de este centro a media tarde, cuando se encuentra en plena actividad, confirma que las mujeres son más dadas a completar su formación a partir de cierta edad que los hombres. Pero, aunque lentamente, va equilibrándose la presencia de ambos sexos en las aulas, según viene observando Marian en los últimos años. El CEPA de Tolosa cuenta con aulas también en Villabona y Alegia, con cerca de 550 alumnos en total y 17 profesores.

Xabier Barrio es uno de los alumnos del centro. En su momento dejó los estudios tras cursar la EGB y ahora ha vuelto con el objetivo de cursar la ESO, pero el objetivo último es el acceso a la universidad: «Sí, quiero hacer una carrera, pero que tenga salida laboral», afirma.

También la marroquí Oum Keltoum quiere completar su formación académica, además de mejorar su castellano. Acudió a clase durante tres meses en 2010 y ahora ha vuelto a las aulas, donde ha congeniado perfectamente con sus compañeros de pupitre «y con la profesora», recalca. A nuestros oidos ha llegado que hay «dos puntos más de nota» para quien se anime a pasar el mal trago de ponerse delante de la cámara.

En la biblioteca del centro, reconvertida en aula por falta de espacio, hoy toca clase de español. No hay pesada gramática, sino conversación profesora-alumnos, bastante fluida en el caso de una joven que explica que su primera intención al salir de Marruecos fue llegar a Alemania, pero se topó con que allí exigen conocer el idioma para instalarse en el país. Con una sonrisa contagiosa, explica que se encuentra muy a gusto en nuestra tierra, «porque la gente me ayuda y estoy aprendiendo mucho». Habla despacio y cuando no encuentra la palabra adecuada la profesora le ayuda: «Se notó, no; se dio cuenta, o notó». Apuntado queda en la libreta.

Los jubilados constituyen otro de los perfiles de alumnado. Aquí es la motivación cultural pura y dura lo que empuja a estos hombres y mujeres a volver a las aulas, abandonadas en la infancia ya lejana. Begoña Goenaga, de 65 años y viuda, se traslada todos los días desde Ibarra hasta la escuela tolosarra, con varias amigas. Su objetivo es el graduado escolar, empeño en que la anima su hija: «Alaba andereñoa da, eta nik ere ikasi egin nahi dut. Inoiz ez da berandu, ezta?».