«Solo soy de dos tipos de música, la que se hace bien y la que no»
La historia del rockabilly en Euskal Herria se cierra con poco más de una docena de nombres. A este perezoso proceso histórico se suma desde 2013 The Weapons, nacido como trío en Bilbo y roto prematuramente a finales del mes pasado con un último concierto síntesis de sus dos trabajos: «Evil inside», aún actualidad, y el recién publicado «Where the fire my soul», maxisingle en vinilo.

Junto con los gasteiztarras Moonshine Wagon, The Weapons es el único representante de la nebulosa rockanrolbilera vasca. Semejante soledad describe el olvido que para las generaciones actuales supone el rock and roll. Curioso declive, ya que hasta en la época más pujante del rock radical vasco hubo más formaciones de este corte que en la actualidad.
A la penuria estilística endémica se une el tiempo muerto que necesita The Weapons para ponerse de nuevo en camino, ya que tras la pasada actuación el 27 de marzo en Social Antzokia de Basauri el cuarteto anunciaba la disolución del actual formato: «La actual banda se separa y el grupo se toma un parón para más adelante volver con otra formación». Curiosamente esa actuación junto a Freedonia y Los Coronas servía de presentación del Maz Basauri al tiempo que rumiaba su quiebra actual.
The Weapons surge en Bilbo en 2013 con Julen Armas, nacido en Sestao, a la voz y guitarra, Víctor Martín al contrabajo y Javier Caballero a la batería minimalista. Como trío comienza en 2014 la grabación del impecable “Evil inside”, pero durante este proceso se les une a la guitarra Carlos Beltrán, que llega a tocar en un par de temas.
El cuarteto almacena la sabiduría de músicos experimentados que han trasegado por parte de las mejores bandas de corte rockero de patilla: The Boogie Punkers, Juke Box Racket y Los Temblores.
Ya con la definitiva entrada de Carlos Beltrán, uno de los guitarras más brillantes se le compare con esta o cualquier escena, el grupo ha enriquecido su sonoridad, tal y como se muestra en el maxisingle de 12 pulgadas “Where the fire warms my soul”, que tiene su origen en el primer premio que The Weapons consiguió el año pasado dentro del concurso Rockein organizado por los ayuntamientos de Basauri y Arrigorriaga. El maxi cuenta con un excelente sonido salido del estudio del veterano Carlos Creator. Como cara “A” el vinilo cuenta con el tema “Zombie love”, que un singular clip animado en blanco y negro nos muestra una galería de pasos para bailar y coreografiar uno de los mejores temas del grupo.
Más que rockabilly
Cedé, maxisingle, clip y directos calientes y dinámicos son los puntos que convergen en la vida de The Weapons, cuarteto que mueve sus instrumentos en terreno del rockabilly, aunque su ambición musical va más allá.
De hecho la historia que deja el cuarteto flirtea sin perder personalidad por estilos hermanos como el psychobilly, rock, rock and roll, country & western, cowpunk... o punkabilly, como le gusta definirlo a su estiloso vocalista Julen Armas, una voz con personalidad, bien afinada, de armónico timbre y generosa capacidad melódica.
Lo que The Weapons deja se conoce, lo que prepara Julen Armas queda sujeto al futuro de una garganta inconformista: «Lo único que creo que he hecho diferente ha sido no conformarme con lo que tenía. No conformarme con mi voz ni con lo poco que sabía hacer. No conformarme con cualquier cosa. En cuanto a la estética, más de lo mismo, prefiero llevar unos pantalones viejos que me gusten a unos nuevos que no».
El universo de Armas es el rock and roll, pero sus primeras referencias, de chico, fueron punk-rockeras, «con unos 12 años descubrí las colecciones de cintas y algún que otro vinilo de mi madre. Ahí estaban La Polla Records, Kortatu, Barricada..., etc. Para mí fue la base, allí empezó todo».
Quizá por esta circunstancia Julen Armas prefiere hablar de un sonido punkabilly frente al más utilizado por la prensa, psichobilly. «Sería un error pensar que solo somos una banda de psychobilly, algún toque tenemos, pero no como base, yo me siento cómodo con el término punkabilly, sí.
En esta charla con el vocalista de The Weapons, mantenida antes del sorpresivo parón, Elvis Presley tiene su momento referencial. «Le veo a mitad de camino, como con casi todo en la vida. Me quedo con el aspecto que más me interesa de cada uno, en su caso, la voz, el resto no me interesa, ni sus problemas con la droga, ni sus ventas, ni si gusta o no el traje de superhéroe con el que lo vestían en Las Vegas».
Mostramos interés por conocer que imagen se refleja realmente en el cielo cuando canta “Burning sky”. «Pienso en un niño. La compuse a modo de nana. Una especie de testamento verbal, algo que intente aclarar las dudas del camino, y que a su vez me sirva a mí como recordatorio para no frustrarme, no caer en el odio.
Está por ver si la iconografía de The Weapons se mantiene tras el regreso, de momento lo que nos queda es el esqueleto de un Lone Ranger de aspecto contundente. «No es malvado, está harto de todo lo que ha visto, y ya no lo soporta más. Quizá eso le da el aspecto de malvado o cruel, pero solo es un hombre justo».
El alma de The Weapons compone con inspiración, fuerza y un buen toque melódico. Crear es uno de los aspectos más complicados en la vida de un músico y la balanza que inclina a unos músicos a seguir a otros o a ser la cabeza del proyecto. «Creo que componer es fácil si tienes algo que contar. Hay que comprender cada canción, si escuchas percibes lo que te van pidiendo, lo que necesitan».
Moviéndose por un estilo con tantas páginas de historia, cabe la curiosidad por saber cómo ve un músico actual el rock and roll clásico frente al presente. «No podría elegir porque no veo ese tipo de diferencias entre la música. Cualquier época es buena y mala. Solo soy de dos tipos de música, la que se hace bien y la que no. No hace falta ser un genio para hacer una buena canción, solo hay que ponerse».
Al respecto de la relevante canción “Keep the hate alive”, mecla de crepuscular western y punk, Julen concluye lapidario: «Habla de mantener vivo el espíritu rebelde, el odio hacia lo que no es justo».

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