Karlos ZURUTUZA
RABANALES (león)
Elkarrizketa
ARGES ARTIAGA
COMBATIENTE GALLEGO EN LAS YPG

«Luchar por aquella gente era lo justo»

Uno de los voluntarios internacionales de la coalición que ha combatido al Estado Islámico (ISIS) en Siria comparte su experiencia con GARA a su vuelta de Raqqa.

Nos habían avisado de que la primera impresión con él siempre resulta engañosa. Al principio, las respuestas de este gallego nacido hace 44 años son tan escurridizas como su mirada; no hay impostura alguna, ni intento de impresionar al interlocutor. Enseguida entendemos que no es el relato de hazañas bélicas lo que le ha vinculado con el noreste de Siria durante los últimos dos años. También nos habían avisado de que una entrevista estándar no es un formato en el que un hombre como él se sienta cómodo para hablar de una experiencia tan intensa. Necesitamos dos días para rascar la superficie y llegar, si no a comprender, sí al menos a intuir algo de lo que la mayoría no podemos ni imaginar.

Arges no entra en complejas disquisiciones geopolíticas, eso lo deja «para otros». En la guerra cada uno tiene su posición, dice, y él sabe que la suya no está en platós de televisión ni despachos, sino en la primera línea contra el enemigo más implacable que ha conocido el siglo XXI. Allí vio lo peor, y también cómo los mejores perdían sus vidas. Muchos habían llegado a ser amigos de verdad, de esos que se hacen en las circunstancias más adversas. Acaba de llegar de Raqqa, donde ha cubierto los cinco meses de ofensiva para expulsar a los yihadistas de la «capital de califato». Volver a casa cuando uno ha descartado casi todas las posibilidades de hacerlo tampoco parece fácil; «como volver a empezar desde cero». Para contar su historia empezamos por lo más básico: «Arges» es el nombre que le dieron los kurdos a su llegada a Siria en 2015; el «Artiaga» se lo añadió él después.

«Un colombiano con el que trabajaba recogiendo pescado en el puerto siempre me decía que me parecía a un amigo suyo, un tal Artiaga».

Seguimos.

¿Qué le llevó a usted hasta el noreste de Siria?

Como todo el mundo, vi la matanza de los yezidíes en Sinjar y me pareció que luchar por aquella gente era lo justo, al margen de toda consideración política o religiosa. Había leído alguna entrevista con combatientes internacionales como Jordan Matson, o Brian Wilson. Luego contacté con los kurdos a través de Facebook, «Los Leones de Rojava», y llegué allí por primera vez el 3 de febrero de 2015.

¿Su primera impresión?

No había ningún trato especial por ser extranjeros. Todo pasaba muy rápido porque la emergencia era total. Rojava estaba rodeada y solo contábamos con armas ligeras, pero el Daesh tenían incluso tanques. Eran los tiempos en los que los siriacos del valle del Khabur estaban completamente sitiados. La mayoría de los que llegábamos teníamos formación militar pero no estábamos familiarizados con las armas rusas. Recibimos una formación de seis días en los que aprendimos a manipularlas, así como algunas tácticas de guerrilla, lo básico sobre las costumbres locales y la ideología de las YPG.

De gente como usted se ha dicho que eran «mercenarios», «comunistas radicales», «ultraderechistas»…

Cobrábamos entre 80 y 100 dólares al mes, y teníamos que insistir para conseguir algo tan básico como un par de botas... Respecto a la ideología, he conocido a gente de toda clase: los ideologizados de derechas y de izquierdas; adrenalínicos; religiosos y ateos… Como en todas partes, había gente con la que te llevabas mejor, y otros de los que no entendías qué hacían allí. La mayoría es bastante apolítica, como yo, que empatizamos con una causa que busca democracia, igualdad y respeto a los derechos humanos.

Tras su primer viaje de cinco meses volvió a casa enfermo de disentería.

Así es. Viajé de nuevo cuando me recuperé. Nos integraron en la /223, una especie de batallón de élite formado por internacionales que desplegaban por todos los frentes. Era agotador porque, además de ser muy peligroso, no había rotaciones para descansar. El batallón se acabó desmantelando porque la mayoría murió, o quedó gravemente herida en la lucha por Manbij en la primavera de 2016. Yo estaba en España recuperándome de una herida en un ojo y en la cara, nada demasiado grave pero sentía que debía acabar el trabajo y estar en Raqqa, así que hubo un tercer viaje. Me encontré con Jack Holmes cuando llegué. Habíamos coincidido en la /223 y decidimos crear un pequeño equipo de francotiradores de elite y llamarlo /223 Sniper Team, en honor a la antigua unidad. Cuando llegamos a Raqqa éramos solo él y yo, y luego se sumaron un inglés y un alemán. Cada día que pasaba pensé que seguía vivo «por los pelos»; incluso escribí una carta a mi familia diciéndoles que era probable que no me volvieran a ver. Perdí a muchos amigos; unos cien en total, de los que 20 eran como hermanos para mí. El pobre Jack sobrevivió a lo peor, pero acabó muriendo desminando Raqqa, cuando ya se había declarado la liberación de la ciudad.

La participación kurda en la batalla de Raqqa, fuera de las lindes de Rojava, no era parte del plan inicial. ¿Qué cambió?

En 2015 era algo impensable para ellos pero los kurdos fueron tejiendo alianzas con cristianos asirios, turcomanos, armenios o árabes a los que el régimen había abandonado. Pidieron ayuda a las SDF (Fuerzas Democráticas Sirias) para expulsar al Daesh de Manbij, Taqba… También de Al Bab –norte de Alepo- pero ésta cayó en manos de los turcos y no se pudo hacer nada. Además del apoyo militar, los kurdos les han ofrecido un proyecto político que reconoce la diversidad tanto étnica como religiosa de la región, y eso es algo completamente nuevo para todos allí.

Pero la liberación de Raqqa ha estado rodeada de controversia tanto por el número de víctimas civiles como por el grado de destrucción, ¿no es así?

Hay mucha desinformación. Se atribuyen a la coalición civiles a los que ha asesinado Daesh cuando intentaban llegar a nosotros, y los que murieron por las minas del enemigo. También tenían «escudos humanos», y algunos se pasaron al Daesh: cuando alguien decide ponerse un cinturón explosivo para acercarse entre los civiles y volarse por los aires, deja de ser un civil. El Daesh tuvo cuatro años para preparar su defensa. Cada zona que perdían la sembraban de minas. No niego que haya habido victimas inocentes pero sé de buena fuente que se hizo lo que se pudo para evitarlo. Respecto al grado de destrucción, hay zonas muy afectadas pero no es nada comparado con lo que pasó en Kobane. Raqqa se reconstruirá cuando se hayan retirado todas las minas...

¿Notaban hostilidad entre los civiles de Raqqa?

Había casos, pero la mayoría de las veces era la propia necesidad la que les había alineado con el Daesh. Algunos cobraban por darles nuestras coordenadas. Eran cantidades insignificantes, pero que suman cuando no tienes nada. Y luego estaba el miedo por el desconocimiento y el lavado de cerebro. En una zona liberada, un tendero me preguntó en un inglés perfecto si habíamos venido para matarlos.

Se dice que en Raqqa había muchos árabes en las SDF, e incluso entre las YPG. ¿Por qué no se integraban en los batallones tribales solo árabes?

La mayoría de los que combatieron en la primera línea eran los propios árabes de Raqqa. He llegado a ver a un comandante dar las coordenadas de su casa a la Coalición porque los yihadistas tenían una posición allí. Algunos se integraron en los batallones tribales y otros en las YPG porque, al igual que ocurre con los kurdos, tampoco son un grupo compacto. Hay diferencias entre ellos, son de tribus y zonas distintas, más o menos religiosos. Pero te puedo decir que en Raqqa eran mayoría entre las SDF.

¿Los combatientes del ISIS eran tan buenos como se decía??

Raqqa era su capital y ahí estaban de los mejores, nada que ver con los que luchaban en las aldeas. Había muchos asiáticos; uzbekos, kazajos, y chechenos. Tras cuatro años conocían la ciudad y sabían cómo moverse casi sin ser vistos. Durante toda la ofensiva de unos cinco meses solo llegué a ver claramente a diez de ellos desde mi objetivo.

Las SDF controlan hoy el 30% de Siria, en parte gracias al respaldo estadounidense. ¿Y si Washington decide retirarse?

Los yanquis no se han gastado millones en la lucha contra el Daesh para nada. Si se fueran empezaría otra guerra, serían igual diez años más de conflicto. Habrá alguna negociación con Assad. Los sirios están agotados y, a día de hoy, saben que nadie va a derrocar a Assad, y menos ahora con el apoyo de Rusia.

¿Ha tenido problemas con la justicia española?

Me han preguntado por mi estancia, por lo que hice allí, pero poco más.

¿Cómo lleva la vuelta a casa?

No es fácil, cuesta adaptarse. La gente te habla de sus problemas pero luego me pregunto qué clase de problemas son esos. Luego está el trabajo: me gustaba la construcción, ver el resultado de lo que hacía con mis manos, pero ahora no es tan fácil un empleo en ese sector.

¿Volvería a hacerlo?

Claro.

 

Internacionales en Rojava: un «efecto llamada»

Los primeros combatientes internacionales en unirse a las filas de las YPG llegaron en 2014, cuando Rojava sufría el asedio de grupos como Jabhat al Nusra –filial de Al Qaeda en Siria– por el sur, y bombardeos desde posiciones turcas en el norte. Entre aquellos pioneros se encontraban hombres como Brian Wilson, un antiguo sheriff de Ohio al que GARA entrevistó en la ciudad kurda de Serekaniye, en otoño de 2014. Wilson aseguró que su función consistía en «ayudar con la página de las YPG en inglés».

Precisamente, ha sido esa misma cuenta, «Los Leones de Rojava», el punto de entrada para la mayoría de los cerca de 400 voluntarios extranjeros – fuentes de la SDF– que han combatido en las filas de la coalición multiétnica respaldada por EEUU. Si bien las YPG han absorbido a un gran número de brigadistas, otros se han unido a contingentes como el MFS, un batallón siriaco, e incluso a las YBS yezidíes, también agrupadas bajo el paraguas de las SDF.

Los extranjeros con convicciones religiosas han hallado su sitio en milicias cristianas en el norte de Irak como Dwekh Nawsha, un grupo que comparte el objetivo de expulsar al ISIS de su territorio.K.Z.