Ugarte, Amaia

Los dos mitos falsos del PNV

En la prensa amiga española –y catalana–, al PNV se le pinta con un aura casi mágica, y el protagonismo del grupo de Aitor Esteban estos diez días la ha reforzado aún más. Ese relato incluye dos ideas principales, ambas a mayor gloria de Sabin Etxea: el PNV siempre vela por los intereses vascos y el PNV siempre toma decisiones políticas sagaces y certeras.

Si esta segunda tuvo alguna razón de ser, la ha perdido en estos cinco años, en la era Urkullu. Bajo la batuta del lehendakari de la CAV, el PNV erró primero en su expectativa de un giro político democratizador en el Estado. Conviene recordar que cuando se lanzaron los pactos PNV-PSE (Patxi López, Urkullu y Andoni Ortuzar en setiembre de 2013), la hipótesis jelkide era que el auge de Podemos desencadenaría un gobierno «progre» en Madrid y que ello allanaría la «vía escocesa» soñada por Ajuria Enea. Pero llegaron las urnas de 2015 y también el replay de 2016, y ni Moncloa cambió ni tampoco hubo referéndum legal en Catalunya, sino porrazos, cárcel y asalto a la autonomía.

El PNV no tardó en recolocarse... pero para volver a meter la pata. El oxígeno dado a Rajoy hace una semana tiene una agravante difícil de explicar: ¿Desconocía la cúpula jelkide que la sentencia de Gürtel estaba al caer? ¿Creía acaso que sería exculpatoria para el PP? ¿O pensó que resultaría intrascendente?

Falta saber si la tercera apuesta, quitar a Rajoy y poner a Sánchez, acaba en cara o cruz jelkide. Pero basta oír a Esteban para certificar que su balanza argumental estaba en empate. El PNV solo ha votado Sí porque no tenía margen político para votar No, aunque este Sí sea un No a su propio Sí presupuestario siete días antes.

Con todo, lo más grave es que en esa cadena de errores tácticos el PNV ha perdido la perspectiva estratégica, y con ello se le ha caído el otro mito; el de que decide por intereses vascos. El aval a Rajoy se justificó por la estabilidad de España y el de Sánchez por la inviabilidad de sostener ya al gallego. De Euskal Herria ni se habla.