
Altsasu acababa de saltar a las portadas de los periódicos madrileños. Las televisiones martilleaban en sus informativos con que aquel pueblo de 7.500 habitantes era un lugar de odio. Y, de repente, comenzó a nevar, nevar y nevar.
La gran nevada del 6 de enero de 2017 colapsó las carreteras de medio Estado. Los coches quedaron atrapados en las grandes autopistas de Madrid. Era día de Reyes, con tráfico importante, la nieve caía en plena operación retorno. En Nafarroa, la Ap-15 se cerró. Los coches improvisaron por el puerto de Etzegarate. La idea tornó el locura. Más de mil personas quedaron atrapadas en sus vehículos. Por suerte, todo ocurrió cerca de Altsasu.
En cuestión de un par de horas, todo el pueblo se movilizó. Las casas se abrieron, también el albergue. Más de 600 personas hicieron noche en el frontón. Había de todo para la gente atrapada. Mantas, abrigos, la gente llegaba con comida y con las llaves de sus casas. Y, esto mismo, ocurrirá el sábado.
Ayer, en la reunión preparatoria de la manifestación, se discutió la mejor forma de atender a las decenas de autobuses que están confirmando su asistencia para el domingo. Muchos vienen de muy lejos. Catalunya se está volcando con las familias de los condenados con una entrega que emociona. Pero ir y volver en en día supone una locura. Necesitarán pasar la noche.
«Vamos a habilitar el frontón del pueblo para toda esa gente que viene de fuera. En seguida daremos un teléfono para ponerse en contacto y toda la información. Y la gente del pueblo está mostrando ya su disposición a acoger a gente», ha dicho Aritz Leoz, de la plataforma Altsasukoak Aske.
Porque en Altsasu nadie se rinde. Las madres y los padres viajan mañana a Bruselas para reunirse con europarlamentarios, con partidos belgas y organizaciones internacionales en favor de los derechos humanos.
Las novedades en torno a la manifestación pueden seguirse en las redes sociales.
🎥 OIHAN ARNANZ (855 días)#AltsasukoakAske #Altsasu
— Altsasu gurasoak (@Altsasugurasoak) 18 de marzo de 2019
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