Un 3 de abril de 1994 Julen Guerrero firmaba cuatro goles de los siete que el Athletic de Jupp Heynckes le endosó al Sporting de Gijón. Goles completados con un doblete del Ziganda y otro de Larrazabal, de falta.
Al primer minuto de juego Guerrero abría el marcador y al siguiente el colegiado expulsaba a Luis Sierra, firmando Larrazabal el segundo gol en el minuto cuatro. Ahí se acabaron los asturianos y emergió Julen. Uno de penalti y tres con la zurda.
«Me podría salir bien o regular pero al final conseguí que la zurda fuera igual que la derecha. No soportaba tener una ocasión con la zurda y fallar por no saber. Yo volvía a casa y decía: ‘Esto no puede ocurrir. No, no, no’. Si tienes una ocasión de gol, tiene que entrar caiga donde te caiga. Tengo esa mentalidad desde que empecé», reconocía en una entrevista a la revista ‘‘Líbero’’.