Aritz Intxusta
Redactor de actualidad

Mujeres referentes entre las STEM, el reto pendiente

Las mujeres son mayoría también en ciencia, pero todo cambia entre las carreras STEM (ingenierías y grados tecnológicos) donde su presencia cae a menos de una cuarta parte del alumnado. La ausencia de espejos donde mirarse hace que muchas niñas renunicien a sus vocaciones. 

La directora de la Cátedra Mujer, Ciencia y Tecnología, Gurutze Pérez. (Gobierno de NAVARRA)
La directora de la Cátedra Mujer, Ciencia y Tecnología, Gurutze Pérez. (Gobierno de NAVARRA)

La afirmación de que las mujeres no se dedican a la ciencia probablemente haya que acotarla. Son muchas las titulaciones científicas donde las mujeres ya son mayoría, como la Biología o las Ciencias de la Salud. En Biología Molecular, la prevalencia de mujeres llegaba al 70% en la CAV en el año 2017. El laboratorio del CSIC dedicado a los coronavirus, de hecho, está codirigido por una navarra, Isabel Sola. La ausencia de mujeres se circunscribe a las carreras tecnológicas, también conocidas como STEM (acrónimo en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).

La falta de vocaciones femeninas en las áreas de conocimiento dirigidas a lo industrial va más allá del ámbito universitario. Con los datos de Emakunde en la mano, donde el sesgo de género resulta abrumador es en las formaciones profesionales. En las FP relacionadas con electricidad, mantenimiento o la mecánica, las mujeres no llegan al 5%. Por contra, ellas son mayoría en las FP relacionadas con la salud o la salud alimentaria.

Estos datos de la FP pueden ser algo más agudos por el hecho de que son relativamente pocas las mujeres que van a la Formación Profesional por dos motivos. El primero –adivinable– es que hay más mujeres que van a la universidad. El segundo –menos conocido– es que hay menos mujeres que terminan los estudios de secundaria, una realidad que se intuye atravesada por facetas del heteropatriarcado de diversa índole.

En lo que respecta ya a lo puramente científico –es decir, a la universidad y la investigación– hay carreras de la STEM donde hay una paridad de matrículas, como las Matemáticas, donde en 2017 las mujeres supusieron el 49,6% del alumnado.

Sin embargo, siguiendo los datos de este mismo estudio de Emakunde, las mujeres no dan el paso a carreras hermanas de las Matemáticas, como la Física (26,4%), o las distintas ingenierías (electrónica, telecomunicaciones, mecánica, informática...) donde la presencia de mujeres no alcanza en ningún caso la cuarta parte del alumnado y, en alguna área de conocimiento la tasa baja a cotas del 15,8% (informática) o del 15,7% (electrónica industrial y automática).

«Yo quiero ser científica»

La Universidad Pública de Nafarroa tiene la particularidad de estar muy enfocada a estas ingenierías, donde la presencia de la mujer es menor. Por este motivo, en el año 2019, se creó dentro de la UPNA una cátedra destinada a promover las vocaciones en este tipo de áreas de conocimiento, que lleva por nombre Cátedra de Mujer, Ciencia y Tecnología. Al frente de la cátedra está Miren Gurutze Pérez, doctora en Ingeniería Industrial.

Este agosto, cuando el Gobierno foral renovó el acuerdo con la Cátedra, Pérez lanzaba la reflexión siguiente: «En estos momentos, hay muchas chicas que podrían tener una vocación que finalmente no van a desarrollar, porque la sociedad les va a empujar a otros sitios. Necesitamos modelos en los que mirarse, que les inspiren y que les hagan pensar que eso también puede ser para ellas».

En este sentido, desde la Cátedra se han lanzado jornadas donde mujeres hablan de Big Data o energías renovables.

Su iniciativa más llamativa, sin embargo, es la obra de teatro “Yo quiero ser científica”, que se representa en centros escolares navarros, cuya particularidad es que no se trata de actrices profesionales, sino graduadas navarras en distintas ingenierías que actúan colegio por colegio buscando –y cuidando– nuevas vocaciones.

Esta obra es relevante porque la batalla por la igualdad en las STEM no está determinada por la pura reglamentación, sino que, como otras luchas feministas, depende de compromisos individuales.