Elkarrizketa
Alaitz Argandoña
Presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo

«No se está aprovechando la pandemia para reflexionar sobre las necesidades de la gente»

Alaitz Argandoña ha hecho una radiografía de la situación de Bilbo y ha explicado cuales serán los objetivos de Federación de Asociaciones Vecinales en los próximos años poniendo encima de la mesa temas como la brecha entre barrios, el espacio público, el medio ambiente o la participación ciudadana.

Alaitz Argandoña, presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo. (Monika DEL VALLE | FOKU)
Alaitz Argandoña, presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Hace ya un año que Alaitz Argandoña (Arangoiti, 1980) relevó a Carlos Ruiz en la presidencia de la Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo, dando pie a un cambio generacional en la directiva. Según señala Argandoña, con la nueva gente que ha entrado también han entrado nuevos temas a tratar y durante los últimos meses han fijado los objetivos de cara al 2021, que sin duda estará marcado por la crisis generada por la covid-19.

La Federación de Asociaciones Vecinales de Bilbo se creó oficialmente en 2008 con el fin de unir fuerzas a la hora de defender las necesidades de los barrios. La federación cuenta actualmente con 27 asociaciones federadas y 18 asociaciones observadoras.

¿Qué valoración hacen del 2020?

La pandemia de la covid-19 ha condicionado el año, sin embargo, esto ha supuesto una oportunidad para ver cuáles son las prioridades de Bilbo. Hemos visto la importancia del espacio público, de los servicios públicos, del medio ambiente... Asimismo, las diferencias que hay entre los barrios se han hecho más patentes, tanto en temas de accesibilidad como en otros más estructurales. También cabe señalar que los mecanismos de participación ciudadana, que ya eran pocos de por sí, se han visto recortados durante la pandemia.

En la última publicación de vuestro boletín mensual destacasteis la necesidad de un cambio en el uso del espacio público…

Actualmente el espacio público está creado en base al modelo de ciudad que están impulsando desde las instituciones, es decir, un modelo dirigido al turismo y a atraer a grandes empresas y no a garantizar la calidad de vida de la ciudadanía. Durante la pandemia se ha visto un claro déficit de espacio para uso público y una necesidad de cambio. Vemos la necesidad de una gran mejora en la red de bidegorris, de más zonas verdes o de más zonas de uso comunitario.

¿Qué desafíos tiene Bilbo en el ámbito del medio ambiente?

Consideramos que hay que hacer un gran cambio en la gestión de residuos, y desde la federación estamos trabajando en ello. Otros de los desafíos es el de las empresas contaminantes como Sader/Profersa en Zorrotza; entendemos que genera muchos puestos de trabajo, pero al menos hay que sacarlas fuera de los núcleos urbanos. También consideramos que el Ayuntamiento tiene que adoptar el compromiso de realizar todas las futuras obras bajo criterios medioambientales.

¿Cree que hay una brecha entre los barrios y el centro de Bilbo?

Por supuesto. Ahora se han hecho más notables, peros siempre la ha habido. Está claro que no es lo mismo vivir en el centro de Bilbo, que tiene también sus deficiencias como nos han mostrado asociaciones como Uribitarte o Por un Abando Habitable, o vivir en los barrios de la periferia.

Esta brecha se evidencia especialmente en la accesibilidad y el transporte. Buia, por ejemplo, tiene un autobús cada media hora que solo conecta con La Peña -no con el centro de Bilbo- y además no tiene alumbrado, ni señalización, ni asfalto en su acceso peatonal. En otros barrios, como Rekalde, las líneas se solapan, y en otras como Altamira, Masustegi o San Adrián hay una gran falta de frecuencias y líneas. Además, durante la pandemia hemos visto que varias líneas de autobuses han visto disminuidas sus frecuencias. Desde la federación pedimos una restructuración de Bilbobus, pendiente desde 1999. También continuamos trabajando en la plataforma Txartel Bakarra, con el fin de aunar los precios y la accesibilidad a los diferentes transportes púbicos. La línea 4 del metro es otra de las reivindicaciones, parece que se va avanzando, pero una vez más parece que las prioridades de las instituciones son otras.

¿Qué opinan de los proyectos como Zorrotzaurre o Torre Bizkaia?

El proyecto Zorrotzaurre está siendo un negocio y no están pensando en la ciudadanía. Deustuibarra es un barrio que nunca ha tenido servicios básicos como un supermercado o un ambulatorio y ahora van a construir un montón de viviendas y no están previendo cual va a ser el equipamiento que va a necesitar toda esa gente. Además se está construyendo un nuevo barrio sin plantear un bidegorri. Por otro lado, consideramos que en Bilbo hay mucha vivienda vacía, no vemos la necesidad de construir más.

La Torre Bizkaia es otro negocio, se están poniendo espacios y herramientas públicas para uso privado y se ha duplicado el presupuesto para su construcción. Dicen que no hay dinero para el derribo del viaducto de Rekalde o para hacer la línea 4 del metro, y en cambio tienen dinero para la Torre Bizkaia. Una vez más se ve para quien se dirigen los nuevos proyectos.

En general, en Bilbo se están construyendo grandes edificios e iniciativas que luego quedan vacías de contenido. Consideramos que en vez de seguir construyendo, se debería de reutilizar zonas infrautilizadas, como la Plaza de Toros.

¿Cómo valoran el nuevo Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) aprobado en diciembre?

En junio estuvimos en el pleno del Ayuntamiento donde se debatió sobre el PGOU, y propusimos que se alargase el plazo de debate porque con la pandemia había que repensar muchas cosas. Pero no lo aceptaron. 

Asimismo, planteamos modificaciones en el plan presentando varias alegaciones con el objetivo de peatonalizar el espacio público, incluir más zonas verdes y bidegorris, recuperar edificios infrautilizados, tener runa planificación urbana pensando en la reducción de la contaminación ambiental y acústica, pero nos las desestimaron todas.

Desde el Ayuntamiento dicen que el PGOU se ha aprobado hablando con la ciudadanía, pero no es verdad. No han hecho caso a las propuestas y peticiones vecinales. Desde el AMPA del Colegio Cervantes, en Abando, pidieron que se reconsiderase la construcción de la sede del Obispado y Mutualia que se va a llevar a cabo frente al colegio, ya que perjudica a la comunidad escolar y vecinal, pero el proyecto continúa adelante.

¿Qué valoración hacen de los presupuestos municipales para el 2021?

Dijeron que iban a ser unos presupuesto pensados en la gente más vulnerable y más afectada por la pandemia, sin embargo, si se cogen punto por punto se ve que no lo son. Hay una reducción en inclusión social, en salud comunitaria, en inclusión de los barrios, en alojamiento de emergencia, en fomento de la convivencia... Junto a otras asociaciones vecinales hicimos hasta 35 alegaciones a estos presupuestos, pero no aceptaron ninguna.

Para la reactivación económica se habla mucho de la colaboración púclico-pricada, y cuando se habla de eso vemos que hay un transfondo de privatización

¿Y del Plan Bilbao Aurrera puesto en marcha por el Ayuntamiento para hacer frente a la crisis económica y social derivada del covid-19?

Sigue un poco la línea de lo anterior. Desde el Ayuntamiento aseguran que está planteado para ayudar a los más necesitados y vulnerables y otra vez no lo hacen. Se suponía que iba a ser un plan más social, y en cambio, si ves las partidas de dinero que se dirigen a los diferentes bloques nuevamente la reactivación económica y el empleo se llevan la mayor parte, el 65%. Cohesión social solo el 28% y cultura un 7%. 

Además en la parte de la reactivación económica se habla mucho de la colaboración público-privada, y cuando hablan de eso vemos que hay un transfondo de privatización. Se está hablando de utilizar espacios y herramientas públicas para llevar a cabo proyectos privados. Eso nos genera bastante preocupación.

También se está planteando la utilización del espacio público para poner terrazas de la hostelería a largo plazo. Esto nos preocupa, porque hay en muchos barrios en los que los vecinos se han quejado de la contaminación acústica y que no pueden descansar (Abando, Muelle de Ripa o Casco Viejo).

Por otro lado, pensamos que muchas ayudas que se van a dar en este plan, tienen que alargarse en el tiempo y no solo mientras dure la pandemia. Porque, por ejemplo, el tema de los desahucios o el sinhogarismo es un tema estructural que viene de lejos.  Deberían de ser unos planteamientos de largo recorrido y más integrales.

¿Qué relación tienen con otros grupos y asociaciones del movimiento social?

Bastante buena. En general trabajamos con toda la red de asociaciones que hay en Bilbo. Cada vez que tenemos que hacer algo nos acercamos al grupo que trabaja ese área, porque nos parece que es lo más lógico. Por ejemplo con Maizterren Sindikatua sobre el tema de la vivienda, Ongi Etorri con el tema de los migrantes o con Biziz Bizi en el tema de la movilidad.

Quiero destacar la labor realizada por las Elkartasun Sareak que se crearon durante los primeros días de la pandemia. Si alguien ha salido con nota de la pandemia ha sido el movimiento popular, los vecinos y vecinas que se han juntado para ayudar al resto en un momento como este. Además han tenido la capacidad de ser flexibles durante las fases y han sido muy heterogéneas. Creo que muchas de ellas han llegado para quedarse, en muchos barrios se han generado coordinadoras, y eso es muy importante.

¿Cuál es la relación de la federación con el Ayuntamiento?

Siempre decimos que Bilbo tiene la suerte de tener un movimiento social fuerte, como se ha visto con el feminismo, los y las pensionistas o las asociaciones vecinales. Hay mucha gente que quiere aportar pero, sin embargo, no son escuchados. Creemos que sería bueno para Bilbo que hubiese una relación estable entre el Ayuntamiento y las asociaciones vecinales. Puntualmente hay reuniones, pero pensamos que tendríamos que ser más escuchados. Además de los plenos, debería de haber otras vías para que las instituciones escucharan a los movimientos sociales.

¿Qué modelo de ciudad reivindican?

Reivindicamos un cambio de modelo de ciudad en base a las prioridades que ha dejado patente la pandemia. Un modelo de ciudad más dirigido a la ciudadanía, pero también creado por la propia ciudadanía. Un modelo en el que se tenga en cuenta que tiene que haber una igualdad tanto entre barrios como entre ciudadanos y ciudadanos. Esto se construye en base a la participación ciudadana, movilididad y accesibilidad buena, sostenibilidad, inclusión social...

Es incomprensible que en un Bilbo que alardea de ser “amigo de la infancia”, no se atienda a las propuestas que desde la comunidad educativa se plantean. Peticiones tan básicas y necesarias como la de crear una mesa interinstitucional que incluya agentes que trabajan en el mundo educativo para elaborar una estrategia interinstitucional, integral y participada donde buscar soluciones a las carencias que se arrastran en escuelas publicas. Como Mujika y Atxuri, con infraestructuras centenarias que no dan respuesta a las necesidades actuales, sin patio cubierto, biblioteca o salas exteriores y cuyo alumnado sufre diariamente la contaminación del tráfico.

¿Qué objetivos se marcan de cara al 2021?

Ahora mismo estamos trabajando mucho el tema de la sanidad, porque básicamente es lo que toca. Con el cierre nocturno del PAC del ambulatorio de Deustu nos hemos juntado con diferentes asociaciones y sindicatos. Vemos que va a haber nuevos recortes y vamos a tener que trabajar en ese área. Intentaremos recuperar el tema de la conciliación entre el descanso de los vecinos y las terrazas de la hostelería, que durante la pandemia se ha quedado en stand by porque la hostelería está cerrada. Sin olvidar la asignatura pendiente de Bilbao, mejorar la participación ciudadana.

La pandemia debería de haber servido para reflexionar sobre cuáles son las verdaderas prioridades de los vecinos y las vecinas, y no se está haciendo. Lejos de ello, se está recortando en inclusión social, en sanidad comunitaria y en un montón de cosas.