Joseba Vivanco

Ruta del txakoli en Aiaraldea, el otro vino alavés

Afrutado, ligeramente espumoso, con un toque ácido y refrescante… Y alavés. Sí, porque en Araba no todo es Rioja Alavesa. El txakolí lleva más de tres décadas labrándose un mercado en la comarca más noroccidental, la de Aiara, que cuenta con su propia ruta de degustación.

Instalaciones de la bodega Señorío de Astobiza en Okondo. (Monika DEL VALLE)
Instalaciones de la bodega Señorío de Astobiza en Okondo. (Monika DEL VALLE)

El cartulario de Valpuesta recoge una referencia en el año 864 de viñas en Retes de Tudela, un pequeño y elevado núcleo histórico perteneciente a Artziniega, cruce de caminos en los límites de Araba, Bizkaia y Burgos. Hoy su cultivo apenas se conserva en la zona, pero sí ha resurgido y con fuerza en la Tierra de Ayala, donde el cartulario de San Millán de la Cogolla ya señala referencias de que en el año 946 se cultivaban viñedos en la zona.

En los siglos XIII al XV su presencia estaba muy extendida en lo que hoy es Aiaraldea y en los archivos de Errespalditza se localiza la primera aparición del término ‘chacolín’ en registros municipales vascos, datada en 1623. Un vino con mil años de historia muy arraigado en esta comarca noroccidental alavesa, que en la actualidad trabaja para hacerse su propio hueco entre los reconocidos caldos vizcaino y guipuzcoano.

En junio de 1988 se constituyó la Asociación Alavesa de Productores Artesanos de Txakoli, aunque no fue hasta una década después cuando tuvo lugar la presentación del Arabako Txakolina. A día de hoy, dicha entidad está integrada por más de una veintena de miembros, desde alojamientos, hasta casas rurales y establecimientos hosteleros, además de bodegas. Y en la mente una meta común, la apuesta por la Ruta del Txakoli, trazada en 2012 y actualmente integrada en la Asociación Española de Ciudades del Vino (ACEVIN) y en el club de producto Euskadi Gastronomika.

Varias bodegas forman parte de la oferta txakolinera por la que la comarca ha apostado fuerte como reclamo turístico. Entre ellas, las laudioarras Garate y Beldui, las amurrioarras del Refor (Xarmant), Txomin Solaun (Mahatxuri), Artomaña (Eukeni), Arzabro en Delika (Ametsa), Goianea en Saratxo (Bat Gara-Uno), además de Señorío de Astobiza en Okondo. En Aiaraldea encuentra, ancestralmente, un clima y orografía propicios para su cultivo y un matiz que quizá le aporte más cuerpo que al de sus vecinos vascos. Se compone principalmente (80%) de la variedad de uva Hondarribi Zuri.

Benito Pérez Galdós en sus ‘Episodios Nacionales’ citaba el txakoli de Amurrio en 1899 y en otro enclave histórico en su cultivo como es Laudio, el viajero Joan Mañé i Falquer se refería en sus escritos en 1879 al txakolí «más estimado de Vizcaya». Estamos ante una de las Denominaciones más jóvenes del panorama vinícola estatal, la de menor extensión, pero que ha cerrado campañas con récord de producción. Un caldo que camina firme en su introducción en los mercados extranjeros, donde ya recibe laureles, pero que se esfuerza para conquistar el verdadero mercado, el del paladar de cada vez más amantes de este producto a la sombra todavía del vino de Rioja Alavesa.

Según datos de la asociación Aiaratur, parejas y grupos de amigos son –en épocas normalizadas– los principales demandantes de esta Ruta del Txakoli, predominantemente de otras zonas del Estado. Visitar las bodegas, probar sus vinos y aprovechar la gastronomía que algunas de ellas ofrecen con sus restaurantes y menús ligados al propio txakoli es el gancho para visitar esta zona de Euskal Herria que ha tomado este vino como reclamo.

Una invitación al paladar que puede acompañarse de visitas a rincones como la villa histórica de Artziniega y sus museos, el recomendado conjunto monumental de Kexaa o escapadas por su naturaleza. Un rincón vasco por descubrir, un txakoli por catar.