Iker Fidalgo
Crítico de arte

En nombre del arte

A principios del pasado junio, la escultora Cristina Iglesias (Donostia, 1956) inauguró ‘Hondalea’. El ambicioso proyecto que se inició hace algunos años, supone el hito artístico más importante de la ciudad en este 2021. La antigua casa del faro de la icónica isla de Santa Clara, en la bahía de la Concha, es el escenario de la pieza. El edificio ha sido vaciado por dentro para la instalación de un gran recipiente de bronce de 15 toneladas. El vacío de la casa queda ahora habitado por una estructura que parece trazar un gran pozo hasta el fondo del mar. El bronce adquiere formas inspiradas en el relieve marino, irregulares, orgánicas y plagadas de texturas. Una gran bomba de agua llena y vacía el espacio simulando el oleaje agresivo y potente del mar Cantábrico rompiendo sobre el paisaje. Se da entonces un juego doble con la memoria del lugar. Por un lado la perteneciente a la casa de la que apenas queda su estructura. El oficio solitario y romántico de una luz que guía a los visitantes y que convive con el sonido del mar día y noche. Por otro lado, un ir y venir que se aferra al pulso del gran azul. La ola como latido del agua.

Iglesias propone una ficción que nos conecta con lo emocional. El sentido de pertenencia al territorio y la inmersión en un lugar único. La visita se va conformando desde el propio trayecto en barco por la bahía y la subida hasta la casa. Todos estos elementos son ingredientes que acompañan la experiencia final y forman parte de la propia intención de la artista.

Las visitas deben realizarse previa reserva y la temporada para ello terminará el 30 de septiembre. Para apoyar la bienvenida a esta nueva creación, el Museo San Telmo inauguró una muestra hasta el 26 de septiembre que lleva el mismo nombre que la obra de Iglesias. En ella podemos acercarnos a través de bocetos, estudios previos e ideas, al proceso creativo de la artista y a todo lo que este supone.

‘Hondalea’ traza un recorrido por el litoral donostiarra en el que la escultura pública domina el paisaje. Desde el Peine de los Vientos de Chillida, pasando por la obra de Oteiza en el Paseo Nuevo hasta la Paloma de Néstor Basterretxea al final de la Zurriola. Cuatro puntos de referencia que componen una línea imaginaria entre las cuatro piezas y que sirve como ejemplo para destacar de nuevo la relevancia del arte contemporáneo y sus usos en la ordenación urbana de las ciudades. Conviene destacar que el trabajo de Cristina Iglesias es el único de los cuatro que se integra en el entorno sin crear una ruptura con los elementos que le rodean.

Aun y todo, el proyecto no ha gozado de la aprobación de todas las voces. Desde el principio de su proceso han sido muchos los mensajes discordantes que han puesto en duda cuestiones relativas a su planificación económica, así como al impacto real que esta nueva construcción pudiera suponer en el entorno natural de la isla. Y es que el turismo cultural y la creación artística como llamada para las visitas externas, ha sido una práctica habitual de muchos modelos de ciudad que han visto en la potencia de la creación una apertura hacia un tipo de consumo relacionado con el ocio. En nombre del arte se trazan muchas estrategias que utilizan la creación como parapeto y justificación de formas de gestión y tras la espectacularidad quedan zonas ensombrecidas que parecen estar legitimadas por la calidad de los resultados.

Le toca ahora a la ciudadanía donostiarra valorar si ‘Hondalea’ ha sido una buena opción para la salud de su costa y para la identidad de su ciudad.