Amaia Ereñaga
Erredaktorea, kulturan espezializatua

‘Nora’ continúa con su «road trip» por las salas

Cinco semanas en las salas de cine, a pesar de que ha llegado a ellas después un largo parón pandémico, justo cuando se cumplía un año de su estreno. ‘Nora’, el delicioso segundo largometraje de la directora zornotzarra Lara Izagirre, es especial hasta en eso.

Lara Izagirre posa ante Zornotza Aretoa. (Monika DEL VALLE | FOKU)
Lara Izagirre posa ante Zornotza Aretoa. (Monika DEL VALLE | FOKU)

Cuatro idiomas –euskara, castellano, inglés y francés–, varios dialectos –vizcaino, labortano, guipuzcoano...– y hasta, si nos apuran, diferentes acentos, como el cadencioso argentino de Héctor Alterio, el abuelo de la protagonista en la ficción. Una banda sonora que te pone a bailar con una canción de Izaro, con mensaje de autoafirmación dirigido a las mujeres jóvenes incluido –‘Ez dezatela esan maite ez nintzenik’ (Que no me digan que no me amé)– y un viaje soleado por las carreteras comarcales de Euskal Herria en un Dyane 6 azul cochambroso, entre playas, bosques y rincones perdidos.

Todo esto fluye en ‘Nora’, una road movie de autodescubrimiento, soleada, dulce y hecha de pequeños momentos, interpretada por Ane Pikaza, dirigida por Lara Izagirre y que este viernes ha entrado en su quinta semana de proyección en salas. Algo nada habitual para una producción pequeña y en euskara, en un año tampoco nada normal, hay que admitirlo.

«Entrar en la quinta semana es increíble: seguimos en Donostia, porque las salas recuperaron la película después de Zinemaldia, también se empieza a proyectar en Vigo y ahora está en trece pueblos de Euskal Herria. Es una noticia increíble, porque eso quiere decir que ha funcionado en boca a boca, ya que han sido los ayuntamientos los que han pedido la película. La semana pasada estábamos en cinco salas, y de repente en trece? ¿Qué es esto?», exclama entre divertida y sorprendida Lara Izagirre.

Esto es parte de un viaje que arrancó en 2019, con el rodaje de su segundo largometraje, una historia también de mujeres. Con su ópera prima, ‘Un otoño sin Berlín’, se llevaron el Goya en 2016 a la Mejor Actriz Revelación para su protagonista, Irene Escolar. Con ‘Nora’, Lara Izagirre ha vuelto a contar una historia cercana, pequeña y con localizaciones también muy reconocibles para todos.

Desde la costa vizcaina hasta Ziburu, todo por un paisaje regado de sol y que discurre por carreteras secundarias, entre personajes pequeños, cotidianos, sin estridencias. Nora está encarnada por Ane Pikaza, una mujer de 30 años que vive con su abuelo, escribe horóscopos para la revista de su pueblo, sueña con hacer libros de ilustraciones de viajes y, básicamente, no se atreve a enfrentarse al mundo. Cuando muere el abuelo, se sube en el Dyane 6 que le ha dejado y, acompañada por sus cenizas, se embarca en un viaje hacia el cementerio de Ziburu, por la costa y por sus miedos.

Hace un año estrenaron en Zinemaldia, en aquel festival que se celebró en plena pandemia. «Fue un respiro, un soplo de aire», recuerda de aquello Lara Izagirre. Lo que son las cosas, su visita al festival donostiarra esta última edición ha sido más intensa, como representante de (H)emen, la asociación las mujeres cineastas vascas, por la reunión con la dirección del certamen a raíz de, entre otros extremos, la concesión del premio Donostia a Johnny Depp. Polémicas aparte, apunta, «el Zinemaldia de este año ha sido un lugar donde aprender y sí se están produciendo cambios. Estamos al principio del camino».  

«Otra manera de hacer cine»

Tras el estreno de setiembre de 2020, ‘Nora’ podía hacer llegado a las salas y, al poco, desaparecer de la cartelera, como les ha pasado por desgracia a títulos que se estrenaron durante la pandemia. Las medidas restrictivas en los aforos han hecho estragos. Pero esperaron. «Podíamos haber estrenado en setiembre, pero esperamos por el ambiente como de verano que tiene la película y porque pensábamos que ahora estaríamos mejor. ¡Aunque pensábamos que estaríamos mejor de lo que estamos actualmente!», explica la directora. Eso les ha permitido ir despacio.

«Nos ha dado tiempo a cuidar ciertas cosas, como, por ejemplo, grabamos en Lekeitio un videoclip de la canción de Izaro con Marina Palacios, que es una mujer con mucho talento, y los preestrenos también los hemos podido hacer más espaciados en el tiempo, en Iruñea, Madrid, en el autocine  de Getxo... Con la pandemia lo que hemos aprendido es que, en situaciones de crisis, cuando hay tantas dificultades, tú tienes que decidir cómo hay que hacer las cosas. Ha sido una manera de aprender cómo hacer una promoción bonita, de astiro- astiro (despacio-despacio)».

Un viaje que les ha llevado, entre otros sitios, a Madrid (donde ha estado en tres salas), a festivales de fuera, como en Las Landas, en Londres (esta pasada semana se ha presentado en el London Spanish Cinema), o de casa, como en Donibane Lohizune. Proyectada en cines de Ipar Euskal Herria, ha sido una película que ha llegado a gente de muchos rincones de Euskal Herria.

«En un momento, no sé cuándo, escribí esta frase: Nora es hija de la pandemia. La pandemia nos ha enseñado también que se puede hacer cine de una forma más pausada, algo que es muy importante para mí. Y ha puesto los valores en otra parte», explica la directora.

De cine, a Zornotza

Nosotros también nos vamos de viaje, pero un viaje en el tiempo: Zornotza, segunda semana de setiembre. «Yo creo mucho en las energías», nos confiesa casi con mirada interrogante Lara Izagirre minutos antes de una de las proyecciones de ‘Nora’. Como parte de esta promoción prolongada y algo sui generis –el Dyane 6 ha viajado bastante este mes por esas carreteras, incluso hasta Valencia–, durante diez días, del 10 al 20 de setiembre, la película se ha proyectado gratis para los vecinos de esta localidad vizcaina.

164 espectadores, lleno –pandémico, es cierto; pero es cuestión de aforo permitido– el día en el quedamos con la directora vizcaina. Besos, felicitaciones, gente que entra a la sala. «¿Estás contenta?», le abraza una vecina. «Sí, mucho. Es Juanita, vive en el portal de mi abuela», nos explica. «Yo me siento muy querida en Zornotza». Tras la proyección, nadie se levanta de la butaca; nadie se atreve a preguntar tampoco, por esa vergüenza tan del país o por la mascarilla, pero todos quieren saber más sobre esta ‘Nora’ que es zornotzarra.

Y entonces Lara Izagirre, como si estuviera en el salón de su casa, explica que la inclusión de diferentes dialectos de euskara ha sido «porque queríamos mostrar cómo convive el euskara con otros idiomas y enseñar nuestra realidad lingüística», al igual que se plantearon «enseñar al mundo otra Euskal Herria más allá de ‘Juego de Tronos’. Y hacerlo con una mirada propia».

¿Curiosidades? Que Héctor Alterio fue su elección desde el primer momento para el papel del abuelo. A sus 90 años, al bajarse del coche al llegar a Zornotza, el gran actor argentino reconoció el pueblo: ¡Había actuado allí, en el teatro! La vida de los cómicos de la Legua.

La protagonista, Ane Pikaza, fue elegida en un casting, y aunque no hizo la mejor prueba, la directora vio en ella ese «algo» u esa «energía» especial que hace de su Nora un personaje entrañable, algo atormentado incluso, pero luminoso. «¿A que no sabéis cuál fue el personaje más difícil de encontrar?», pregunta: fue un surfer con el que se encuentra en la playa. «Es Iñigo Aranbarri. Ane Pikaza y él hacían de hermanos en ‘Goenkale’. Por eso a ‘Nora’ la llaman la película del incesto».

Confesiones hace muchas, pero se niega a contar dónde se encuentra el caserío donde vive el personaje de Loli Astoreka. Un lugar paradisíaco, perdido en el monte, con unas vistas espectaculares hacia el mar. Les han prohibido desvelar su emplazamiento; y no extraña, la verdad. Tampoco nos quiere adelantar a nosotros mucho sobre el proyecto en el que está trabajando como productora (Gariza Films). Es ‘20.000 especies de abejas’, con una directora novel, la alavesa Estíbaliz Urresola, y va de un niño que se siente niña. Hasta ahí podemos leer.