Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto

Ordenar la tierra

A veces se nos olvida que la arquitectura en realidad consiste en ordenar de otro modo los materiales existentes en la naturaleza. Es decir, se trata de extraer, transformar, apilar o reposicionar materiales, de modo que construyan espacios, habitáculos o ciudades, pero en el fondo no deja de ser un ejercicio de modificación de la corteza terrestre. E, incluso, si lo pensamos bien, a pesar de nuestra esforzada labor por construir, la masa global del planeta tierra no cambia, ya que únicamente movemos cosas de un lugar a otro.

En nuestra latitud, si pensamos en la idea de construir muchos pensarán en la madera como materia, pero realmente el material de construcción más universal es la propia tierra. El 40% de la población mundial habita en viviendas construidas con tierra, a lo largo y ancho de los cinco continentes; además, el 17% de las obras designadas como patrimonio mundial cultural están también construidas con el mismo material. La arquitectura en tierra es, por tanto, una técnica constructiva empleada desde hace miles de años en regiones con climas y culturas muy diversos.

A lo largo de la evolución de las técnicas de construcción, la tierra como materia ha ido perdiendo protagonismo en los países más desarrollados, ya que a menudo ha sido considerada un material pobre y poco resistente en climatologías húmedas. No será hasta el comienzo de los años 80 cuando renazca esta técnica en los países desarrollados, gracias a su buen comportamiento desde un punto de vista medioambiental.

Algunas de las ventajas proporcionadas por la tierra son su capacidad para regular la humedad ambiental ya que es un material transpirable, su gran inercia térmica y su capacidad aislante, por lo que su uso supone un ahorro energético y una disminución de la contaminación ambiental.

Pero en lugares donde no existe la posibilidad de elección de otro material, por ejemplo en zonas desérticas, existe una tradición ancestral, con la arcilla, el lodo y la tierra, probablemente debido a esa relación directa que establece con la mano que la moldea.

El Pabellón de Marruecos en la Expo 2021 en Dubai muestra cómo esas técnicas tradicionales de diseño y construcción marroquíes con tierra pueden encontrar una nueva relevancia en el diseño contemporáneo. Como obra pionera de la construcción de tierra apisonada, con sus 4000 m² de fachada, será el edificio más grande de su tipo en el mundo. El pabellón tiene como objetivo llevar los límites técnicos y creativos de los materiales de construcción tradicionales de Marruecos a nuevas cotas, mientras rinde homenaje a la cultura y al paisaje del país.

Compuesto por veintidós volúmenes rectangulares apilados que resuenan visualmente con los pueblos vernáculos de tierra apisonada de Marruecos, el pabellón abarca catorce espacios de exposición, un restaurante tradicional, un salón de té, una zona de comida callejera, un espacio para eventos y las oficinas del centro. Dispuestos verticalmente alrededor de un exuberante patio interior, un elemento espacial importante en la arquitectura tradicional del norte de África, cada uno de estos espacios está conectado por una ‘calle interior’ continua, que comienza en el piso superior del edificio y desciende gradualmente hasta la planta baja.

Esta calle organiza una ruta a través de los espacios de exposición, lo que permite a los visitantes entrar en contacto y experimentar las diferentes regiones y culturas que exhibe el pabellón. A lo largo de ese paseo por los espacios de exposición, el restaurante, el salón de té, o los jardines ofrecen a los visitantes momentos de pausa y vistas enmarcadas de los pabellones cercanos mientras descienden hasta la calle.

Técnica tradicional marroquí. La envolvente del edificio está compuesta por una fachada de tierra apisonada que alcanza los 33 metros de altura, una ambiciosa hazaña técnica pionera en el avance de los métodos de construcción con tierra. La tierra o tapial es una técnica de construcción tradicional en Marruecos, y juega un papel clave en la regulación pasiva de las condiciones interiores en lugares cálidos y áridos. Su uso en el pabellón demuestra que es un material a la vez tradicional e innovador, ofreciendo un ejemplo de cómo estos métodos de construcción pueden servir para inspirar modelos de desarrollo urbano más sostenibles.

Junto con otras estrategias pasivas utilizadas en el diseño del edificio, como las fachadas interiores de madera que funcionan como protectores solares, la fachada de tierra ha permitido al pabellón responder plenamente a los exigentes estándares ecológicos de algunas certificaciones internacionales, lo que da garantía de su éxito medioambiental.

En esa línea de compromiso con la sostenibilidad, después de la conclusión de la Expo 2021, el pabellón se convertirá en un complejo de viviendas, con las salas de exposiciones y las demás estancias adaptadas para resolver un buen número de apartamentos, una piscina de 80 m² y un gimnasio. En el fondo un nuevo destino para la tierra, para un pequeño trozo de la corteza terrestre que por el momento ha sido ordenado en forma de pabellón de exposiciones.