El cine toca tantos temas que me sorprendo a mí mismo hablando de cosas de las que no tengo ni idea. No sé cuánto valen unas Jordan e ignoro lo que significa para cualquier joven tener unas, no digo ya si son exclusivas. Supongo que ocurre como con la ropa de marca en general, que es tan cara que pertenece a otra realidad paralela alejada de la que frecuento.

Pero lo que sí sé muy bien es que quienes están detrás de ese mercado son considerados hoy en día como unos héroes. El culto al emprendimiento llega hasta cotas insospechadas, por lo que la figura del joven empresario que empieza vendiendo prendas usadas a la puerta del garaje de la casa familiar y llega a ser dueño de una multinacional reina dentro de los biopics de Hollywood.

Cuando en la parrilla de la televisión de la prensa aparecen viejas películas de vidas ejemplares de santos o prohombres de la historia, los comentarios al pie suelen ser jocosos, aunque en el fondo no difieren tanto de las radiografías sobre precoces magnates de Silicon Valley.

25 años después de debutar con el Óscar al guion de ‘El indomable Will Hunting’ (1997), Matt Damon y Ben Affleck, que nunca han dejado de ser buenos amigos, se reúnen para hacer la película de los fundadores de Nike, compañía que, partiendo de la nada, creció exponencialmente en 1984 gracias al ventajoso contrato que firmaron con Michael Jordan.