Iñaki  Soto
GARAko Zuzendaria / Director de GARA

El feminismo queer es para todo el mundo que, como mínimo, esté abierto a debatir

La presentación del libro ‘El feminismo queer es para todo el mundo’, de Gracia Trujillo, devino en un debate sobre el estado de la cuestión del feminismo radical, de sus genealogías y sus estrategias, de sus alianzas y perspectivas.

Amaia Zufia, Gracia Trujillo, Nerea Barjola e Irantzu Varela, antes de la charla.
Amaia Zufia, Gracia Trujillo, Nerea Barjola e Irantzu Varela, antes de la charla. (Idoia ZABALETA | FOKU)

En estos tiempos es difícil prever cuanta gente asistirá a una charla una tarde soleada de martes en Iruñea. El local municipal del ascensor de Descalzos se quedó muy pequeño para la charla en la que Gracia Trujillo iba a presentar su libro ‘El feminismo querer es para todo el mundo’. Más de cien personas abarrotaron el local, bastantes en el suelo, y otras muchas se quedaron fuera. La gran mayoría eran jóvenes.

El plantel garantizaba un debate interesante: a Trujillo le acompañaban Nerea Barjola e Irantzu Varela. La excusa, por así decirlo, era el libro, un trabajo divulgativo con el que Trujillo ha querido aclarar conceptos y rememorar genealogías, a la vez que servir de guía a las personas que se acercan por primera vez al feminismo queer. Pero desde el inicio de la charla se vio que no iba a ser un acto promocional.

Ayudaron las presentaciones y preguntas de Amaia Zufia, que utilizó pasajes del libro para plantear debates de actualidad dentro del movimiento: balance, marcos teóricos, alianzas, rupturas, estrategias…

El balance del movimiento feminista en general fue positivo, arrancando con Trujillo valorando que los avances logrados han sido gracias a los diferentes feminismo y sus aportaciones, desde el más institucional hasta el más autónomo que ellas representan.

Se habló de las genealogías, un concepto muy relevante dentro de este feminismo, y se hizo repaso de cómo llegaron cada una de ellas al feminismo y, en concreto, al feminismo queer. Recordaron que los orígenes de este movimiento están en las calles, más que en la academia. El libro, en parte, es una respuesta a los intentos por menospreciar este movimiento, que ha sido crucial en las vidas de muchas personas a la hora de vincularse al feminismo.

En este sentido, pronto se cruzaron los debates que se están dando dentro del movimiento, y en concreto con esa parte del feminismo que es tránsfoba. Las tres ponentes se mostraron indignadas ante algunas de las cosas que se dicen sobre las personas trans y sobre quién puede ser o no feminista. Ahí está el debate del sujeto del movimiento. Barjola dijo no verse representada bajo el concepto mujer, sino bajo el de bollera, y consideró que el sujeto entendido como la mujer biológica siempre ha estado presente en una parte del feminismo en el que ella, precisamente, no se ha sentido incluida. Varela denunció que algunas han decidido no entender las ideas y las luchas de los últimos setenta años, empezando por textos básicos como los de Simone de Beauvoir.

Varela de nuevo fue contundente con los límites de las posibles alianzas. Denunció que si la lucha se para cuando se han logrado las demandas particulares de algunas, si no se está dispuesta a defender los derechos de las personas más vulnerabilizadas, seguramente lo que se está defendiendo no son derechos, sino privilegios. Todas convinieron en que todo lo que no sea sostener todos los derechos para todas las personas no puede ser asumible por un movimiento que tiene que aspirar a cambiarlo todo y de raíz. Para ello plantearon la necesidad de cambiar de paradigma.

Tal y como hace Trujillo en el libro, reivindicaron precisamente esa radicalidad del movimiento feminista queer, la necesidad de ser de izquierdas, y consideraron que seguramente sea hora de mostrarse más contundente ante algunas posturas, tanto por parte de las retrógradas, que están haciendo pinza con los totalitarios, como de la izquierda «rojiparda». Destacaron la importancia de generar sus narrativas y desplegar sus estrategias.