Iñigo Garcia Odiaga
Arquitecto

Reusar; de granja de frutas a centro educativo

El centro de educación Paddenbroek, cuya transformación ha ejecutado el estudio de arquitectura Jo Taillieu Architecten, es un complejo educativo que presenta los edificios agrícolas renovados, encerrados dentro de una estructura de acero y vidrio.
El centro de educación Paddenbroek, cuya transformación ha ejecutado el estudio de arquitectura Jo Taillieu Architecten, es un complejo educativo que presenta los edificios agrícolas renovados, encerrados dentro de una estructura de acero y vidrio.

Los desechos de construcción y demolición son la mayor fuente de residuos en el llamado primer mundo, en realidad representan más del doble de la cantidad arrojada a los contenedores de basura domésticos. Este dato tan sencillo de contrastar, explica a la perfección que el actual modelo económico lineal en el que se basa en el consumo de nuevos productos y materiales es insostenible.

Frente a esa sistemática aparecen la reutilización, la adaptación o simplemente el volver a poner en uso como prácticas revolucionarias dado su calado transformador.

La práctica de la reutilización reconoce y prioriza el valor de lo existente, su valor como material de proyecto, pero también su pasado y memoria, es decir, su inherentemente valor comunitario. Por lo tanto, puede afirmarse que reinvertir esa riqueza incorporada en los materiales existentes en las comunidades que los originaron tiene un enorme potencial económico, ambiental, cultural y social.

Imaginar un mundo sin desechos no debe significar necesariamente no asumir nuevos retos y desarrollos, sino que puede simplemente suponer abrir la mirada sobre la capacidad de transformar los edificios exitentes.

El estudio de arquitectura Jo Taillieu Architecten recibió el encargo de transformar una antigua granja de frutas en el pueblo belga de Gooik, para dar cobijo en aquella vieja construcción a un programa educativo. El Centro de Educación Paddenbroek es un complejo educativo que presenta los edificios agrícolas renovados, encerrados dentro de una estructura de acero y vidrio. Tal y como explica el arquitecto responsable del proyecto, la antigua masía sufrió una metamorfosis. Primero se desmanteló la masía y después se rehabilitó, para acabar construyendo un volumen de vidrio y acero a su alrededor, y así lograr maximizar la flexibilidad y el uso compartido del espacio.

Conservación

En ese sentido, el objetivo del proyecto es tanto educativo como ecológico. Su ubicación en el campo, en el paisaje rural del municipio de Gooik, pretende educar a los visitantes en la cultura agrícola, el turismo, el ocio y la identidad regional de la región circundante de Pajottenland.

El estudio de Jo Taillieu Architecten proyectó la renovación del complejo conservando algunos de los edificios de la granja para mantener una conexión con el pasado del lugar, con sus recuerdos y la memoria tradicional de ese paisaje. Algunos fragmentos también fueron rescatados y reutilizados en los nuevos espacios, para crear una serie de áreas multifuncionales que pueden usarse para actividades recreativas de diversa índole.

El centro de educación rural Paddenbroek, se ha convertido en una referencia comarcal, gracias a su cercanía a la estación de tren, que lo conecta con una amplia cantidad de población. Sus contenidos y labor didáctica se centran en la relación entre la naturaleza, la agricultura, el turismo y la identidad regional, y en ese sentido el propio edificio se presenta como un manifiesto. Recordando aquella forma de construir de los habitantes del lugar, en la que nada se tiraba, y todo se reutilizaba. Una conciencia muy arraigada en especial en el mundo rural, donde la necesidad de desarrollar una vida autosuficiente ha obligado históricamente a tener otra mirada sobre el entorno. El lugar, el territorio próximo es el garante de la supervivencia, y por tanto es necesario mantenerlo y cuidarlo.

Mantener el equilibrio del nuevo centro educativo con el entorno fue uno de los retos del diseño. El objetivo era diseñar un edificio generoso que pudiera proporcionar a todos los usuarios el confort necesario bajo las cambiantes y extremas condiciones meteorológicas de la región.

El invernadero sirve de espacio intermedio, un espacio sin calefacción. Este espacio intermedio, en el fondo una zona de encuentro, tránsito y comunicación, ayuda a regular la temperatura del resto de estancias del edificio. El encanto del proyecto radica precisamente en esta superposición de las estructuras antiguas y las nuevas, y especialmente en la comunicación con el entorno mediante un diseño en el que cada fachada tiene su propia perspectiva del entorno y viceversa. Un proyecto que aporta una clara metodología sobre lo que supone reusar, reutilizar y devolver a la vida antiguas estructuras, sin necesidad de llenar los contenedores de residuos.