Mariona Borrull

Un hombre grande y dos grandes mujeres

Brendan Fraser y Darren Aronofsky regalan titulares con la obesidad mórbida de ‘The Whale’, Virginie Efira sufre los reparos de la maternidad en ‘Les enfants des autres’ y Penélope Cruz vuelve triunfante al Lido para brillar en la poco destacable ‘L’immensità’.

Presentación de ‘The Whale’ en el Festival de Venecia.
Presentación de ‘The Whale’ en el Festival de Venecia. (Marco BERTORELLO | AFP)

Tres películas nos han dado hoy motivos para entrar en las salas, rechazando el espléndido sol que reina sobre el Lido. Primero, tocaba atestiguar la presencia de Penélope Cruz en un film italiano mediocre, parte de la impepinable cuota nacional programada por Alberto Barbera. Saldríamos más alegres de la nueva película de Rebecca Zlotowski, un drama «muy personal» que evoca las luces y sombras su relación con el cineasta Jacques Audiard. Atención: en ella, hay cameo de Frederick Wiseman, mítico documentalista (también presente en la competencia veneciana), como ginecólogo. Finalmente, había que tomarle el pulso la última película del siempre alborotador Aronofsky (‘Cisne negro’, ‘madre!’).

Aronofsky recupera a un Brendan Fraser que llevaba años apartado de los titulares cinematográficos. Hoy lo embute en una enorme prótesis de grasa (simula un cuerpo de 270 kilos) para dibujar juntos cómo serían los últimos días de un hombre que se ha abandonado al comer hasta explotar. Así se nos presenta al mórbido profesor de Inglés al que interpreta en ‘The Whale’ (‘La ballena’), una adaptación de la obra de teatro homónima de Samuel D. Hunter acerca de las anclas del pasado, los cuidados físicos y emocionales, y el perdón.

Suena agradable, pero la película queda lejos de ser edificante. Fraser vive en una masa de carne inoperante y sudorosa. Aronofsky y su director de fotografía habitual, Matthew Libatique, se encargan de que su figura se impregne del agudo olor del pollo frito y las habitaciones cerradas. Acompañaremos al hombre en una decadencia claramente evitable, o así lo cree su amiga enfermera (Hong Chau) y el joven ultrarreligioso (Ty Simpkins) que lo visita regularmente para reclutarlo. Sin embargo, la psique de la ballena será tan oblicua como su particular método de suicidio, o como la hija que deja detrás (Sadie Sink, Max en ‘Stranger Things’), entre santa incomprendida y la mala gente. Los últimos momentos de “la ballena” alcanzarán cuotas de un desencaje mental casi lúcido, pero antes habremos tenido que aguantar dos horas de sufrimiento e intenciones dudosas.

Las otras dos competidoras orbitan alrededor de los mundos interiores de mujeres en los cuarenta y ambas tienen la maternidad como un lugar donde refugiarse. ‘L’immensità’ devuelve a Penélope Cruz al festival que el año pasado le mereció la Copa Volpi a Mejor Actriz, por las ‘Madres paralelas’ de Almodóvar. ‘L’immensità’, dirigida por Emanuele Crialese (director esporádico e inédito en nuestras salas), viste a “la Pe” como esposa y madre de tres criaturas en la Roma de los 70. La relega, por lo tanto, al papel de víctima de una sociedad tradicionalista, de la que libera jugando a ratos con una progenie aún inocente. Así, una película pensada para el melodrama acaba empapándose del espíritu alegre y desprejuiciado de la travesura. Ello no exime a la película de ser visual y narrativamente tosca, pero por lo menos permite que Penélope Cruz disfrute visiblemente en pantalla.

Antes, la Sala Grande habrá visto ‘Les enfants des autres’, escrita y dirigida por una Rebecca Zlotowski a toda vela: la joven prepara una nueva película con Audrey Diwan (ganadora del León de Oro por ‘El acontecimiento’) y con Léa Seydoux de protagonista. ‘Les enfants des autres’ (“los hijos de otros”) acompaña a Virginie Efira, una profesora de instituto que entra en la vida de su nuevo novio (Roschdy Zem), un hombre divorciado y con hija de cuatro años. Ella tantea la posibilidad de tener criaturas, sufre al sentirse excluida, como “madre de segunda”, y negocia la letra pequeña de una relación que pende totalmente del cuidado de la niña. Desde la cercanía, seguimos los pasos de una mujer desenvuelta, a quien desearemos siempre lo mejor.