Saski Baskonia afronta la «calentura del enfermo imaginario» con tres partidos en siete días
La dolorosa derrota de Manresa, después de haber perdido tres de los cuatro últimos partidos de Euroliga, ha puesto sobre el tapete las irregularidades y zonas oscuras de un Saski Baskonia que espera recuperar a Enoch y Hommes esta semana de triple jornada.

Si perder duele, que un equipo de Euroliga como Saski Baskonia, en el sentido de que sigue ocupando puestos en el Top 8 después de ocho jornadas de la competición continental, pierda en la pista del colista de la Liga ACB, perdiendo 21 balones y sufriendo un particularmente molesto parcial de 11-0 en el momento clave del partido, con empate a 72 en el marcador y posesión para el bando gasteiztarra, ha supuesto un puñetazo no se sabe bien si de realidad o de humildad.
El técnico de Cazoo Baskonia, Joan Peñarroya, se mostró muy decepcionado con su equipo por perder contra el Baxi Manresa (93-80), en lo que definió como «el peor partido» desde que se sienta en el banquillo gasteiztarra.
«Sin duda es el peor partido que hemos hecho desde que soy entrenador del Baskonia. En caliente, poca conclusión puedo sacar. Creo que perder muchos balones y que nos han superado en intensidad ha sido lo más clave», resumió un Peñarroya que se vio superado por otro exbaskonista como Pedro Martínez en los banquillos –Manresa clavó dos o tres canastas fáciles gracias a la nueva norma según la cual un equipo puede hacer un saque rápido sin que los árbitros toquen el balón– y por un equipo que, jaleado por su afición del Nou Congost, fue creyendo en sus posibilidades y explotó las zonas oscuras de un Saski Baskonia al que se vio algo febril, con malestar general y, lo que es peor, incapaz de sobreponerse a un partido torcido ya desde el último tramo del primer cuarto, luego de haber empezando ganando por 2-12.
Todo ello, para más inri, ante un conjunto del Bages que hasta este domingo no sabía lo que era ganar como local y que contaba con un juego interior cogido con alfileres a cuenta de las bajas y los cambios en la plantilla, más el aporte de un Adam Waczynski que anotó 15 puntos en 16 minutos, pese a que llegaba a tierras catalanas «prestado» por Basket Zaragoza para un mes, aunque podría continuar hasta final de campaña.
«No les hemos podido hacer daño en el juego interior, pese a sus bajas, porque tampoco teníamos jugadores para jugar mucho en la zona. Creo que no hemos controlado bien el rebote y eso nos ha frustrado», añadió el técnico de Tarrassa, intentando hacer de tripas corazón, pero que ve que, con la temporada ya lanzada, después de este descalabro afronta una semana de tres partidos, jugando el miércoles a las 20.30 en el Buesa Arena ante Zalgiris Kaunas, el viernes en el Palau Blaugrana frente al Barça – también a partir de las 20.30– para concluir la semana el domingo en Zurbano frente a Bàsquet Girona, a partir de las 17.00, que aunque llegará con un balance de 2-6, no despierta ninguna confianza porque, en estos momentos, Saski Baskonia no se muestra fiable ante nadie.
Y eso que la derrota de Manresa suponía el final de una racha de cuatro victorias seguidas en la competición doméstica. Con un balance de 5-3, Saski Baskonia ocupa la sexta plaza liguera y si la lógica se cumple en las próximas jornadas, sobre todo contando con el regreso de Steven Enoch y Daulton Hommes para volver a completar la plantilla y, sobre todo, el maltrecho juego interior, el partido de Manresa se olvidará como un simple tropezón y nada más.
Los «idus de noviembre», en todo caso, van a dejar inesperados costurones en la piel de los gasteiztarras, que después de haber vapuleado al Maccabi por 116-87 ponían en su casillero un bonito 4-2, y lo que es mejor, euforia y alegría en su hinchada. Pero los dos siguientes partidos europeos se han perdido, 98-83 frente a Panathinaikos y 79-74 ante AS Mónaco, al tiempo que la otra victoria –aparte de la paliza al cuadro macabeo– gasteiztarra en noviembre ha sido el apurado 107-103 frente al Betis –colista de la Liga ACB en la actualidad, con un balance de 1-7–, al que se le ganó en la prórroga.
Markus Howard como síntoma
Hace ya más de 15 años, en el prolífico y aún superviviente foro de la web acb.com dejó una sentencia escrita en superficie Navarro sobre un Juan Carlos Navarro todavía lejos de su plenitud: «Navarro es el enfermo imaginario, necesita los focos y la luz para brillar y sentirse vivo», sentenciaba un experto anónimo con certeras palabras que, una vez retirado «la Bomba» del basket profesional, definían a la perfección un jugador que guió su innato talento para anotar en base a sus sensaciones, pudiendo estar desaparecido durante buena parte de un partido y emerger para decidirlo con su infinito repertorio ofensivo.
Pocos jugadores, mientras no se demuestre lo contrario, simbolizan esa ciclotimia e imprevisibilidad que tenía Juan Carlos Navaro que Markus Howard. Ya en su debut en la Liga ACB frente a Unicaja dejó una carta de presentación inequívoca. Después de un pésimo primer cuarto del Baskonia, o más bien uno en el que Unicaja pareció romper el partido con un parcial de 22-35, la irrupción de Markus Howard lo cambió todo. Anotó sus 15 puntos en ese segundo cuarto, los 15 primeros del Baskonia en un asalto que acabó con un parcial de 37-12 y que enfilaba el duelo a un triunfo de los gasteiztarras por 103-89.
Mejor aún fue su actuación de Euroliga ante el Partizan de Zeljko Obradovic. Los serbios saboreaban la victoria cuando, un fallo en un tiro libre de James Nunnally supuso que Markus Howard pudiera extender su estado de «trance» anotador clavando el triple que enviaba el triple que mandaba el partido a la prórroga, un tiempo extra en el que volvió a ser protagonista para el triunfo del Baskonia por 103-96, con 33 puntos de Markus Howard, autor de un 8 de 12 en triples, racha que en el siguiente partido europeo, ante el Estrella Roja de Belgrado, cerrado por una clara victoria gasteiztarra por 92-75, Howard prolongó hasta los 30 puntos y un 7 de 12 en triples.

Pero quien de acierto vive, de acierto muere; o de falta de acierto, más bien. «Markus sabe que no me hace mucha gracia que se juegue esos triples desde nueve metros, pero tanto yo como sus compañeros tenemos que saber que Markus, en un momento dado, va a volver a jugársela, porque además la puede meter», admitía Joan Peñarroya en una reciente charla que tuvo junto a el técnico del alavés en un céntrico hotel gasteiztarra. Pero claro, aquellas palabras llegaban después de meterle 23 puntos al Maccabi con 4 de 10 en tiros de tres, seguido de 29 puntos más al Betis, con 5 de 10 desde la larga distancia.
Más pronto que tarde decaería el acierto y lo que es peor, llegarían las derrotas y las malas sensaciones. El tropiezo ante el PAO en Atenas lo fue pese a los 20 puntois y 4 de 9 triplista de Markus Howard, aunque Saski Baskonia pecó en exceso de abusar de dejar a hacer a su Juan Carlos Navarro particular, sin crear más allá de lo que saliera de su talento.
Como queda dicho, el acierto triplista de Markus Howard tiene tantas sombras como luces. Si la glosa de sus «greatest hits» deja a un jugador imparable con un porcentual cercano o incluso superior al 50% desde la lejanía, sus momentos de oscuridad han sido de eclipse total. Un 1 de 6 en la reciente derrota ante Mónaco –doloroso mal día en cuanto que los gasteiztarras tuvieron la victoria en la palma de su mano–, un 1 de 7 en la sufrida derrota ante Olympiacos –y morrocotudo susto tras caerse los 130 kilos de Moustapha Fall sobre la rodilla del propio Markus Howard, que a no pocos les dio un vuelco el corazón–, un comprensible 1 de 4 ante Asvel Villeurbanne e incluso un normalito 2 de 5 ante Valencia Basket, en el que la victoria recayó más en la pareja Kotsar-Thompson, dejando a Markus Howard un rol secundario.
Total, que el escolta estadounidense suma un 28 de 65 desde la larga distancia, un 43% que no está nada mal teniendo en cuenta que ello supone anotar de promedio entre 3 y 5 triples por partido europeo, después de haber realizado 8 intentos de media. Mucho mejor que su 12 de 36 de la Liga ACB, por ejemplo, en el que ha dejado fogonazos ante Unicaja Betis y Basket Zaragoza, pero partidos desacertados frente a Bilbao Basket –casi no tiró y acabó expulsado–, Barça o Lenovo Tenerife. Frente a Manresa jugó 17 minutos, sumó 7 tantos –con 2 de 9 en tiros de campo; 1 de 4 en triples… y una valoración de -4.
A todo ello hay que sumarle su evidente debilidad defensiva. Gracias a su velocidad endiablada, Markus Howard puede desbordar a cualquier defensor, pero en la otra punta del campo, sus escasos 178 centímetros lo hacen presa de prácticamente todos sus pares, que cada vez más tienen la orden de atacarlo sistemáticamente, lo cual supone puntos fáciles para el rival del Baskonia, o bien que el bueno de Howard, como le sucedió en Atenas o el derbi de Miribilla, se cargue de personales.
«Ni Navarro ni Spanoulis eran grandes defensores, pero aprendieron a ‘esconderse’ en defensa para no ser nocivos para su equipo. Markus Howard debe aprender, porque el problema es que es demasiado evidente su debilidad atrás», sentenciaba el periodista y Youtuber Sergio Vegas en la retransmisión de Radio Vitoria del duelo entre AS Mónaco y Saski Baskonia. Teniendo en cuenta que Vegas además de su oficio, posee también el título de entrenador de baloncesto, sabe de lo que habla.
Responsabilidad compartida
No obstante, reducir los males del Baskonia a la irregularidad «congénita» de un jugador es injusto, simplista, reduccionista y facilón. «Cuando ganamos, gana todo el equipo; cuando perdemos, pierde todo el equipo», le gustaba decir al extécnico de Saski Baskonia Zan Tabak.
Perder 21 balones contra el Manresa es responsabilidad colectiva, así como las 18 pérdidas ante AS Mónaco, o las 14 ante Panathinaikos. Por no hablar de la sangría en el rebote ofensivo que cada equipo ha hecho al cuadro gasteiztarra, haya terminado como haya terminado el partido.
Y si es cuestión de hablar de acierto, igual. Si el 1 de 6 que firmó Howard en Montecarlo fue malo, el 7 de 23 que firmaron por otro lado sus compañeros –para un 8 de 29 final– no fue mucho mejor, en especial un Rokas Giedraitis al que, según parece, su reciente paternidad no le ha sentado del todo bien en lo que se refiere al acierto.

Desde la llegada de Pierriá Henry, Saski Baskonia ha encontrado un nuevo foco de balones perdidos, con el de Virginia dejándose casi cuatro balones por encuentro, por más que sume casi seis asistencias.
Darius Thompson también parece haber perdido algo de energía, precisamente desde la llegada de Henry. Si antes de la llegada del de Virginia solía lanzar alrededor de 8 o 10 tiros por partido y repartir un mínimo de 4 asistencias, en los últimos partidos o bien ha bajado su volumen de tiro a menos de 5 intentos, o bien ha bajado su número de asistencias, con un solo pase de canasta frente a AS Mónaco –el desacierto de sus compañeros también influye ahí–. Frente a Manresa sumó 13 puntos –con 7 tiros de campo–, 7 rebotes y 5 asistencias, volviendo a conectar con Kotsar, en una de las sociedades más estables de este Saski Baskonia 2022/23. Pero se dejó 5 balones, varios de ellos en el fatídico parcial de 11-0 que decidió la victoria de Manresa, y aunque alguna que otra vez Joan Peñarroya ha apostado por juntar a Thompson y Henry –sobre todo por problemas de faltas de Howard–, la combinación parece que aún no ha terminado de cuajar porque a los dos les gusta decidir a partir de tener mucho el balón en las manos, mientras que Howard es más un «depredador» de los que agarra y tira o penetra o pasa, pero que puede hacer daño a partir de su movimiento sin balón.
No es cuestión de abrir la piñata. No hablar de los Costello y su no muy bien digerida capitanía; Sedekerskis que está en un período de dudas después de tener que volver a jugar de ala-pívot y la irrupción de un Dani Díez eficiente; Vanja Marinkovic, cuyas buenas maneras que había heredado tras el Eurobasket parecen estar quedando atrás, o los Kurucs y Raieste, que no terminan de ganarse los minutos y la confianza de un entrenador que da minutos y confía en su gente más joven e inexperta; no hablar de ellos, como queda dicho, nos los exime de responsabilidades, puesto que pertenecer a un equipo de élite supone dar siempre la talla que un equipo de élite exige y demanda.
Asimismo, no es justo abrir la piñata porque las malas rachas, igual que las buenas, tampoco son eternas. Si el basket tuviera alguna lógica, Saski Baskonia, sobre todo si recupera a Enoch y Hommes a un nivel aceptable, debiera ganar a Zalgiris y Girona y competir ante un Barça que viene de caer en Badalona ante la Penya y Anadolu Efes, con Saras Jasikevicius «castigando» a Nikola Kalinic luego de que ambos discutieran en el descanso.Si se diera ese caso, la percepción y el discurso seguramente tampoco serían los mismos.
Como siempre, los resultados hacen que salgamos más o menos guapos la foto. Así que en estos tres últimos envites de los «idus de noviembre», habrá que ver si la calentura del Baskonia remite y es un caso de «enfermo imaginario» o si son síntomas de algún otro mal más preocupante.

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