Jaime Iglesias

El cine vasco se lo cree

Este sábado tendrá lugar la 37 edición de los Premios Goya. La gala contará con una amplísima presencia de cineastas vascos. Con ‘Cinco lobitos’ y sus 11 nominaciones como mascarón de proa, el cine vasco está presente con propuestas tan dispares como ‘Irati’, ‘Black is Beltza II:Ainhoa’ o ‘Cuerdas’.

Rodaje de ‘Irati’, de Paul Urkijo. (Raul BOGAJO | FOKU)
Rodaje de ‘Irati’, de Paul Urkijo. (Raul BOGAJO | FOKU)

La presencia de obras realizadas en Euskal Herria en la principal ceremonia de entrega de premios del cine estatal ha dejado ya de ser una anécdota para convertirse en una constante. Este 2022, un año que ha ofrecido una de las mejores cosechas de películas en el Estado, el cine vasco y sus profesionales vuelven a estar ampliamente representados en la ceremonia de los Goya. Entre los candidatos hay todo tipo de perfiles, cineastas noveles, actores veteranos, compositoras, animadores, diseñadoras de vestuario, técnicos de efectos especiales, directores de fotografía… Los hay nuevos en estas lides de estar nominados y, también, reincidentes, pero la ilusión por el reconocimiento obtenido es pareja en ambos casos: «Es la primera vez que salgo en una peli y van y me nominan, imagínate el subidón», comenta Telmo Irureta, protagonista de ‘La consagración de la primavera’ y nominado como actor revelación. «Es verdad que hace dos años ya nos llevamos el Goya por la banda sonora de ‘Akelarre’, pero eso no me hace estar menos nerviosa porque no termino de acostumbrarme a los focos y además, frente a lo que pasó entonces, este año la ceremonia es presencial. En todo caso la ilusión es la misma», comenta, por su parte, la compositora Aranzazu Calleja, doblemente nominada –junto con Maite Arroitajauregi– por la música y la canción principal de ‘Irati’.

Alauda Ruiz de Azúa muestra su premio Feroz. (Alberto ORTEGA)

Y es que la experiencia cuenta poco a la hora de gestionar los nervios que producen este tipo de ceremonias y, si no, que se lo pregunten a todo un veterano como Ramón Barea, que afronta su primera candidatura a los Goya como actor de reparto por ‘Cinco lobitos’: «Este tipo de galas me generan un poco de agobio. Es verdad que he participado en películas que otros años han estado nominadas pero salvo una vez, hace tres años, donde me convocaron para entregar un premio, yo nunca he pisado la ceremonia de los Goya y, aunque es muy gratificante que reconozcan tu trabajo, todo esa parte de ponerte a competir con otros compañeros la llevo mal. Ojalá le den el Goya a cualquiera de los otros intérpretes de ‘Cinco lobitos’, yo lo disfrutaré igual y estaré más tranquilo que si me lo dan a mí».

Reconocimiento colectivo

Una de las cosas en la que coinciden todos los profesionales vascos entrevistados para este artículo es en valorar sus respectivas nominaciones como un reconocimiento a todos aquellos que les han acompañado en sus respectivos trabajos, pues las películas no dejan de ser creaciones colectivas: «Tanto mi nominación como la de Vicky Luengo como mejor actriz son un premio a todos los que hemos hecho ‘Suro’», comenta el donostiarra Mikel Gurrea. Él es candidato a la mejor dirección novel, una categoría donde, no obstante, la favorita es la barakaldarra Alauda Ruiz de Azúa, directora de ‘Cinco lobitos’: «Hoy hace justo un año que la película se estrenó en el Festival de Berlín por lo que, en cierto modo, la gala de los Goya va a ser como una fiesta de despedida en la que podré reunirme con todo el equipo para festejar las satisfacciones que nos ha dado la película a lo largo de todo este tiempo».

De Ruiz de Azua a Urresola

Aunque a la directora no le gusta ir de favorita, el suyo es uno de los Goya que parecen más cantados de la noche. La otra gran baza del cine vasco la representa Estibaliz Urresola. La cineasta alavesa, que en apenas diez días presentará su primer largometraje, ‘20.000 especies de abejas’, en el Festival de Berlín, es candidata al Goya al mejor cortometraje con ‘Cuerdas’, un must que desde su estreno en el pasado Festival de Cannes no ha parado de recibir premios: «Los Goya marcan el final del camino para un trabajo que nació de una voluntad muy llana, del deseo de reflejar la lucha de todas esas mujeres de las que habla el cortometraje. En este sentido la nominación supone una alegría colectiva y para mí es como cerrar un círculo», nos comenta Urresola.

Estibaliz Urresola, con el premio Feroz al Mejor Cortometraje. (PREMIOS FEROZ)

Y es que, más allá de la alegría y de las emociones que suscita una nominación a los Goya, a nadie se le escapa el lado práctico que tienen estos galardones a la hora de posicionar y dar visibilidad al trabajo realizado: «Hoy en día, con tanta oferta de contenidos, es difícil destacar con una película intimista como ‘Cinco lobitos’, realizada de manera independiente y con un presupuesto muy ajustado. Por eso es importante que te nominen a los Goya, asumiendo, además, que cada película tiene su propio mercado», confiesa la productora bilbotarra Nahikari Ipiña, candidata al Goya a la Mejor Película por el filme de Alauda Ruiz de Azúa. Caso parecido al de Ramón Barea, a pesar de una carrera de fondo en el mundo del cine, esta es la primera nominación que recibe Ipiña.

La que no es nueva en estas lides es la diseñadora de vestuario Nerea Torrijos, ella ya se hizo con el Goya por ‘Akelarre’ y, desde su experiencia, atestigua: «Ganar un Goya te coloca en un sitio donde antes no estabas. Tu nombre empieza a sonar y te llaman para proyectos más grandes. Pero se trata de un alma de doble filo porque tienes que esforzarte más aún si cabe para hacer valer tu trabajo». Una opinión parecida a la de Aranzazu Calleja: «A raíz del Goya que ganamos por ‘Akelarre’ hemos recibido más ofertas y a mí me hace mucha ilusión porque la manera que tenemos de trabajar tanto Maite como yo es muy artesanal, está alejada del mainstream, por así decirlo, y que dentro de la industria se valore eso es gratificante». Esa proyección que otorga un Premio como el Goya también es relevante de cara a visibilizar ciertas realidades. En este sentido, Telmo Irureta, más allá de mostrarse feliz con su candidatura, confía en que «gracias a esta nominación la película pueda encontrar nuevos públicos entre los que hacer visible un tema como el sexo en las personas con discapacidad, un tema tabú que sigue generando incomodidad».

Made in Euskal Herria

El momento de excelencia que atraviesa el cine realizado en Euskal Herria genera un consenso unánime entre todos los cineastas entrevistados. Desde su experiencia, Ramón Barea reflexiona: «Es curioso porque en este país nunca ha dejado de haber talento. Cuando apareció la generación de los Olea, Uribe o Armendáriz parecía que ya habíamos tocado techo y, sin embargo, luego vinieron los Médem, Bajo Ulloa, De la Iglesia o Urbizu y, después de ellos, Cobeaga, los Moriarti y ahora emerge la generación de Alauda Ruiz de Azúa o Paul Urkijo… Lo que es un fenómeno relativamente reciente es esa fe ciega que ahora mismo tenemos en nuestra propia producción. Talento siempre ha habido pero ahora nos lo creemos». Una reflexión que comparte Aranzazu Calleja: «Hasta hace poco persistía la idea de que si querías dedicarte al cine tenías que irte a vivir a Madrid. Hoy en día, sin embargo, ponemos en valor lo propio, asumimos que cada territorio tiene sus particularidades y sus historias y que estas merecen ser contadas desde distintos puntos de vista y en idiomas distintos. Y eso no te convierte en un provinciano, al contrario, resulta muy enriquecedor».

Para Nahikari Ipiña ese auge que vive el cine vasco obedece a multitud de factores pero, sobre todo, «al hecho de que existe un apoyo decidido por parte de las instituciones para los productores independientes y eso permite sacar adelante proyectos que enganchan a nuevas generaciones de cineastas y que vienen a dar trabajo a todos los maravillosos técnicos que tenemos aquí». Una opinión que comparte su directora, Alauda Ruiz de Azúa: «Cuando las administraciones ayudan con inversiones, los resultados llegan a medio y largo plazo y eso es lo que está pasando ahora mismo en Euskadi, donde no solo se produce mucho cine sino que se hacen cosas muy diversas, películas de fantasía como ‘Irati’ o verdaderas joyas de la animación como ‘Black is beltza’ o ‘Unicorn Wars’, que este año también están nominadas».

Presentación de ‘Blacl is Beltza II: Ainhoa’, con Fermin Muguruza al frente. (Maialen ANDRES | FOKU)

Para Estibaliz Urresola «el talento es como una semilla que necesita un ecosistema para que germine y ahora mismo ese ecosistema en nuestro país es favorable dado que, en las administraciones, hay una conciencia más madura sobre el impacto social de las industrias culturales». Mikel Gurrea, por su parte, incide en la importancia de la educación y de los programas formativos: «Se han ido generando espacios e infraestructuras. El Festival de Donostia siempre ha estado ahí pero ahora también está Tabakalera, la Zine Eskola y programas como Ikusmira Berriak. Desde todos esos espacios se crea cantera y se genera la sensación de que en Euskal Herria se puede hacer cine». Aunque, quizá, sea también cuestión de carácter, como apunta Nerea Torrijos: «En Euskadi hay muy buenos técnicos, productores, actores, directores, y lo que nos define es que ponemos mucha pasión en lo que hacemos, somos muy echados para delante, muy tenaces y muy comprometidos con nuestro trabajo».