Urtzi Urrutikoetxea

Trump, una imputación histórica y varias preguntas

La noticia, aunque esperada desde hace varios días, provocó un terremoto político cuando se conoció el jueves. En cuanto sea procesado, a Donald Trump –primer presidente imputado en la historia de EEUU– se le tomarán las huellas y será fotografiado.

Portadas de diarios con la noticia de la imputación de Trump.
Portadas de diarios con la noticia de la imputación de Trump. (Timothy A. CLARK | FRANCE PRESSE)

Tras días de espera y un mitin multitudinario de Donald Trump, había voces que apuntaban a que su procesamiento no llegaría hasta pasadas algunas semanas. Según parece, algunos de sus abogados habrían estado convencidos de ello, por lo que la imputación del jueves les cogió de imprevisto.

La acusación supone que la política y la Justicia estadounidenses deben recorrer un camino no escrito, ya que nunca ha ocurrido que un presidente o expresidente haya sido imputado. El fiscal de Manhattan esperaba, en un primer momento, la detención ayer de Trump para tomarle declaración. No es probable que el exmandatario se resista al arresto, pero el problema también es logístico: el servicio secreto de EEUU, encargado de la seguridad de los expresidentes, debe coordinarse con la oficina del fiscal del distrito de Manhattan y con la Policía de Nueva York.

Mientras tanto, Ron de Santis, principal rival de Trump para encabezar la candidatura presidencial republicana y gobernador de Florida -donde reside Trump- ya se ha aventurado a anunciar que su estado no le extraditará. Una pequeña bravuconada para hacerse notar en un momento incómodo para el adversario del expresidente y para todos los republicanos que esperan pasar página y dar con un candidato alternativo a Trump. El martes podría ser el día en el que finalmente se procese al magnate neoyorquino.
 
La acusación

Hace 91 años Alphonse Gabriel Capone, más conocido como Al Capone fue condenado a once años de cárcel por evasión fiscal. Se consideró probada la acusación de haber evadido 215.000 dólares durante un período de cinco años. Así, el gánster de la mafia de Chicago, responsable de las sangrientas guerras entre bandas durante los años de prohibición de alcohol, como la masacre de San Valentín de 1929, únicamente llegó a ser condenado por un delito fiscal. El símil ha sido citado/nombrado más de una vez: para algunos, es una aberración que, después de años de persecución judicial, nunca se le castigara por ninguno de sus crímenes; otros consideran que lo importante es que al final fuera encarcelado. Al Capone cumplió siete años y medio de condena, y su estado de salud se había deteriorado notablemente cuando fue liberado, debido a la paresia que sufría provocada por la sífilis.

Al igual que múltiples voces en las redes sociales, Ritchie Torres, congresista del Bronx, asumía el símil con el mafioso italoamericano: «Trump es un mentiroso patológico que lleva toda su vida saltándose la ley, es un maestro en salirse con la suya, y al final se enfrenta a la responsabilidad de sus hechos, tal y como merece. Pero lo admito, de todos los delitos que ha cometido en su vida, nunca pensé ni en sueños que lo que le derribaría serían los pagos secretos a una estrella del porno. Así que es el Al Capone de la política estadounidense».

El caso se remonta a la campaña electoral de 2016, tras la que Trump salió elegido presidente. La exactriz porno Stormy Daniels habría recibido un pago de 130.000 dólares para que guardara silencio sobre una relación con el entonces candidato republicano.

Aunque Donald Trump negó haber conocido esos pagos, su abogado y fixer Michael Cohen -que pasó dos años y medio encarcelado por delitos relacionados con su trabajo con el expresidente- relató con pelos y señales ante el Congreso la implicación del exmandatario, incluyendo documentos con la propia firma del entonces inquilino de la Casa Blanca. Durante la presentación de su libro “Revenge” (Venganza) en Washington hace ya unos meses, Cohen se mostró convencido de que Trump sería imputado, y no solo por este caso.

El expresidente estadounidense también está implicado en otras investigaciones, como intentar alterar los resultados de las elecciones de 2020 en Georgia, el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021 y los documentos secretos hallados en su residencia de Mar-A-Lago, en Florida. Y entre todas estas acusaciones relacionadas con sus años en la Presidencia y su estancia en la Casa Blanca, es paradójico que la primera imputación haya llegado desde Nueva York, la ciudad que le catapultó a la fama mediática.

Los tabloides sensacionalistas auparon a Trump a convertirse en una celebridad hace cuatro décadas, mezcla de caricatura y fama, magnificando su riqueza y algunas hazañas de mal gusto. Sin ellas, difícilmente hubiera podido recorrer el camino que le llevó a la Casa Blanca. El jueves, los cargos del fiscal del distrito de Manhatan contra Trump parecían sacados directamente de aquellas páginas de los años 80, con un personaje para muchos odioso pero igualmente idolatrado por gran parte de los estadounideses.

División del país

Este proceso ha tenido un impacto inmediato de cierre de filas entorno a Donald Trump por parte de los políticos republicanos y de sus medios de comunicación afines. Está por ver si ocurrirá lo mismo en el resto de los procesos en marcha, en especial en el relacionado con el asalto al Congreso del 6 de enero de 2021, y los documentos sustraídos de la Casa Blanca que el FBI halló en la mansión de Mar-A-Lago, en Florida.

El espectáculo de los próximos meses marcará inevitablemente la campaña presidencial de 2024, al igual que las primarias republicanas. Para Trump, el caso le permite volver a presentarse como víctima. El escenario es también favorable para el actual presidente, Joe Biden: puede continuar con su agenda, para reclamar, por ejemplo, a los republicanos responsabilidad ante hechos como el tiroteo en una escuela de Nashville. Es difícil que la regulación de armas automáticas se cambie con la composición de este Congreso, pero sin duda será uno de los temas de la campaña presidencial.

Mientras tanto, un «no comment» como el pronunciado ayer ante las preguntas sobre la imputación de Donald Trump también le sirven a Biden para presentarse como la única alternativa viable para seguir dirigiendo el país. El espectáculo de los próximos meses reforzará esta visión, según prevé la Casa Blanca.

Para el Partido Republicano, sin embargo, la posición no es tan cómoda, y presagia un reto sobre si respaldar la defensa del expresidente y desencadenar una ola de ataques contra el fiscal que presenta los cargos históricos. Es posible que la primera reacción sea inevitablemente la misma en otros casos futuros. «Proceso político» o «caza de brujas» estarán en el vocabulario republicano. Pero no parece que la plana mayor de la formación, los candidatos presidenciales o los cargos electos vayan a ir mucho más allá de las críticas, hasta el punto de apuntarse a las protestas y amenazas que Trump auguró en caso de que se produjera su imputación.

Nadie duda de que la imputación afectará al Partido Republicano. Que el golpe de tener a un expresidente acusado sea focalizado en el propio personaje o se traslade a toda la formación y a su campaña de primarias presidenciales se verá en un futuro cercano. Pese a ser procesado, por ahora Trump podría seguir con su campaña, aunque muchos republicanos temen que sus problemas legales afectarán no solo a su capacidad de hacer campaña, sino al propio partido.