Fermin Munarriz
Elkarrizketa
Mario Mazzeo y Carlos Martell
Autores de ‘Semillas al viento. José Mujica’

«El libro de Mujica es una invitación a pensar proyectos de futuro»

Mario Mazzeo y Carlos Martell comenzaron tras la pandemia una serie de diálogos con José Mujica en su chacra de Montevideo. Buscaban una reflexión serena del pensamiento del viejo guerrillero y expresidente. Las charlas vieron la luz en forma de libro, que llega a Euskal Herria de la mano de GARA.

Mario Mazzeo y Carlos Martell, autores ‘Semillas al viento. José Mujica’.
Mario Mazzeo y Carlos Martell, autores ‘Semillas al viento. José Mujica’. (NAIZ)

Mario Mazzeo y Carlos Martell compartieron en su juventud compromiso con Pepe Mujica en el MLN-Tupamaros. Ahora, en busca de una reflexión más sosegada, ajena a las demandas cotidianas y trepidantes de la política y la actualidad, el expresidente de Uruguay acoge en su morada a los dos escritores para responder a sus preguntas. Se podría decir que más que una entrevista, es una amena conversación entre viejos conocidos. Fruto de ello es el libro que ahora ve la luz en Euskal Herria bajo la edición de GARA en un recorrido por las reflexiones de Mujica.

¿Por qué un nuevo libro de diálogos con Pepe Mujica?

Carlos Martell: Fue un proyecto que surgió colectivamente, tal vez un poco cansados de la política rebajada a asuntos menores tratados a través de los medios de comunicación. Pepe nos pareció el indicado para elevar el nivel de pensamiento porque, pese a que han salido muchos libros sobre su vida, nuestro planteo apuntaba a profundizar las ideas, a buscar respuestas a las preguntas que nos van haciendo la historia y la política. Aceptó con la condición de que fuera un libro que mirara al futuro, a las nuevas generaciones.

¿Por qué ‘semillas al viento’? Evoca una tierra fértil para que las palabras germinen...

C.M.: Ese nombre fue propuesto por Omar Alaniz. Alguien dijo que hay ideas que, al igual que las semillas, si caen en tierra fértil dan buenos frutos.

Mario Mazzeo: El mismo Mujica la retomó en el libro, creo que porque ese estilo de ‘tirar’ ideas, a veces sin explicarlas mucho, forma parte de su bagaje. Ese pasar por encima de las contradicciones y seguir haciendo fue una característica histórica de los tupamaros; virtud a veces, otras defecto.

¿Qué Pepe Mujica nos encontramos en el libro?

M.M.: Encontramos un Mujica menos apremiado por la política cotidiana, ‘gracias’ a la pandemia, que lo alejó de la actividad parlamentaria y de los requerimientos del día a día. No es que se haya aquietado por viejo. Cuando uno adquiere edad, el cuerpo nos reclama otro trato más amable, pero este hombre parece no hacer mucho caso a esa demanda.

C.M.: A mis 20 años conocí a un Mujica comandante, hombre de acción, alias ‘Facundo’, y durante décadas tuve la suerte de ir conociendo otros Pepes. Aunque no deja de entreverarse en la política nacional, el de hoy es un pensador que busca mirar más allá de la coyuntura y por encima de las fronteras.

Iniciaron las conversaciones tras la pandemia, con Mujica ya apartado de la actividad parlamentaria. ¿Esas circunstancias permitían mayores espacios para la reflexión?

M.M.: Sí, nosotros usufructuábamos la ventaja de conocernos y conocerlo a él desde hace años. Eran charlas lentas, pausadas, punteadas por algunos silencios, con tiempo para pensar y repensar y volver sobre lo dicho. Él se había preocupado de guardar esos espacios para que no hubiera interrupciones en el diálogo.

En ese intervalo, Mujica también ha mantenido un estrecho intercambio con el historiador Yuval Noah Harari y con Noam Chomsky. Da la impresión de que Mujica saca mucho fruto de los intercambios con otras personas. ¿Además de buen orador, es un buen escuchador?

C.M.: Sí. Escucha y es veloz para incorporar cosas nuevas a su universo mental. A través de las novedades de su pensamiento, a veces, uno puede ir reconociendo quiénes han pasado por sus cercanías, pero logra mezclas peculiares, originales, provocadoras a veces. Escucha, piensa y habla, es un filósofo.

M.M.: En una época en que encontramos muchos supuestos sabios que solamente saben algo de algunas cosas, Mujica huye de la superficialidad, se preocupa por agotar los temas, por seguir explorándolos a través del tiempo, por estar abierto a novedades y a los acontecimientos de cada día.

«Pepe Mujica huye de la superficialidad, se preocupa por agotar los temas, por seguir explorándolos a través del tiempo, por estar abierto a novedades y a los acontecimientos de cada día»

Comentan ustedes que en el libro se abordan todas las ramas del árbol de la vida, sin olvidar el tronco; es decir, el ser humano. ¿Es este el centro de las reflexiones de Mujica?

C.M.: El centro de su reflexión y de su acción ha sido desde siempre la política, pero digamos que nosotros hemos sostenido desde hace mucho tiempo que la política debe poner a la gente en el centro. La palabra política la usamos en su sentido más amplio, la de los parlamentos y la de las calles, la de los libros, las conversaciones y los periódicos. La de las protestas. La de los pueblos.

Afirman que Mujica es un hijo de su tiempo, pero son 87 años de vida que se han ido moldeando con las experiencias, el aprendizaje, las relaciones… ¿Qué lo ha llevado a ser un referente universal?

M.M.: Decimos que es un hijo de su tiempo porque pensamos que todos somos un producto social. Mujica se ha metido en muchos líos por pensar en una sociedad mejor, pero han sido líos colectivos, donde muchos contribuyeron para que esos años de militancia dejaran enseñanzas, caminos, semillas.

C.M.: El 20 de mayo cumple 88. Y sí, es el resultado de lo que recibió en su casa y en la escuela, de sus primeros años de militancia, de las luchas sociales de los años sesenta, de la experiencia tupamara. Incluso de sus años de rehén, calaboceado y hostigado por más de una década, dice haber sacado cosas valiosas, las que llama «rumias calaboceras».

En el libro se tratan algunas cuestiones del pasado, pero hay sobre todo una mirada hacia el futuro. ¿Es una invitación expresa a los jóvenes?

C.M.: Sin duda, el libro es una invitación a pensar proyectos de futuro, un tiempo en que nosotros no vamos a estar. La juventud es una referencia permanente en los discursos de Pepe; estoy seguro de que le ayuda a sobrellevar el desgaste natural del tiempo. Además, ¿en qué nos vamos a apoyar para hablar del porvenir, si no es en las generaciones que vienen llegando?

Dice Arnaldo Otegi que, en este libro, Pepe Mujica plantea «un catálogo extraordinario y brillante de lecciones éticas y políticas»…

M.M.: Mujica ha hecho su trayecto vital con un conjunto de ideas que siempre lo han acompañado, acerbo que ha sabido manejar con inteligencia en cada cambio de época. En los 90, cuando el neoliberalismo irrumpió en América Latina y buscó devorar las empresas estatales, los salarios y los derechos de los trabajadores, y también sepultar la idea de solidaridad bajo una gruesa capa de individualismo, muchas izquierdas en el mundo y la región se fueron quedando débiles de ideas. El desconcierto nos sitió. Creo que en ese momento el discurso de Mujica, muy parecido al que venía diciendo antes, fue escuchado de manera diferente por quienes no encontraban anclas para situarse en el mundo. Entre las ruinas que dejó ese capitalismo feroz crecieron muchas ideas, precisamente porque las semillas estaban ahí.

 

Arnaldo Otegi: «Pepe Mujica es un referente político y ético universal»

Arnaldo Otegi es el autor del prólogo para la edición de Euskal Herria y el Estado español de ‘Semillas al viento’. Estos son algunos pasajes de su presentación:

«En este libro, Pepe Mujica plantea un catálogo extraordinario y brillante de lecciones éticas y políticas. Por eso, este es un libro que hay que leer despacio. Es un compendio de sabiduría política y humana de la mano de un militante que ha tenido una de las vidas más apasionantes que un ser humano puede vivir» (…)

«El Pepe representa como nadie los valores alternativos que ejemplifican esa alternativa: la humildad, la austeridad, el compromiso militante y la honestidad revolucionaria. Esos son los valores sobre los que se sustenta nuestra oferta política y social» (…)

«No hablo solo de la evidente sintonía política, hablo de una experiencia profunda y apasionadamente humana. Hemos compartido organización, lucha, cárcel y cambios profundos en nuestras estrategias, guiados no solo por análisis políticos sino también y fundamentalmente por reflexiones de carácter ético. Compartimos, en definitiva, un compromiso inalienable con los más débiles y la defensa de la soberanía de los pueblos».