Mikel Insausti
Crítico cinematográfico

El cine clandestino de Jafar Panahi

LOS OSOS NO EXISTEN
Irán. 2022. 106’ Tit. orig.: ‘Kherst nist’. Dtor. y guion: Jafar Panahi. Prod.: Jafar Panahi. Int.: Jafar Panahi, Mina Kavani, Nasher Hashemi, Vahid Mobasheri. Fot.: Amin Jafari. Mont.: Amir Etminan.

Jafar Panahi tiene que rodar a distancia en la clandestinidad.
Jafar Panahi tiene que rodar a distancia en la clandestinidad. (NAIZ)

​Por lo menos los premios y el reconocimiento internacional al cineasta iraní Jafar Panahi sirven para que pueda seguir con vida, porque la situación por la que atraviesa en su país es extremadamente crítica desde hace muchos años. Fue condenado a seis años de cárcel por disidencia y tiene prohibido rodar en Irán o salir al extranjero.

A raíz de que su último trabajo ‘Kherst nist’ (2022) ganase el Premio Especial del Jurado en la Mostra de Venecia, inició una huelga de hambre hasta forzar la liberación, gracias también a la presión mediática desde el exterior. Cuando sufrió un arresto domiciliario se le ocurrió hacer ‘Esto no es una película’ (2011) sin salir de su casa y ahora se las ha ingeniado para rodar en la clandestinidad su nueva realización dentro de Irán. Alquiló una habitación en una casa de un pueblo fronterizo desde donde se comunicaba con su equipo, que permanecía en el lado de Turquía, a través de un portátil, siempre y cuando encontraba cobertura.

El director es protagonista desde una perspectiva documental, tanto en cuanto intenta realizar una ficción que transcurre en paralelo mediante un juego matagenérico que le permite una vez más convertir las dificultades y limitaciones de la censura en retos para la imaginación y el cine de la resistencia.

Con el reparto sucede otro tanto, porque quienes interpretan a la desesperada pareja que quiere huir a Europa con pasaportes falsos e intentan conseguir dinero para dar el paso, se ven en su vida real en una tesitura similar.

Mientras tanto, Panahi fotografía todo lo que tiene a su alcance, algo que también le causa problemas legales. Le acusan de haber fotografiado a un hombre y a una mujer en una actitud que pondría en peligro un matrimonio concertado, ya que la instantánea demostraría que ella está con otro hombre. Al aconsejarle que mienta en el juicio, alguien le revela que en el pueblo utilizan el mito del peligro de los osos para meter miedo, al igual que la autoridad local.