Iñaki  Iriondo
Cronista político

Conseguido frenar por los pelos al fascio, se abre una etapa de nuevas incógnitas

Salvada por los pelos la amenaza de una mayoría absoluta de la derecha extrema y extrema derecha, ahora el siguiente paso será evitar la ruleta rusa de una repetición electoral, mientras Nafarroa tendrá también que formar Gobierno y en la CAV se otean ya en el horizonte las nuevas elecciones.

La noche electoral de EH Bildu.
La noche electoral de EH Bildu. (Aritz LOIOLA | FOKU)

El pasado domingo se cumplió el objetivo primario de parar los pies al fascio, al que casi todas las encuestas auguraban una mayoría absoluta con Alberto Núñez Feijóo en la presidencia y Santiago Abascal sentado a su derecha. El PP ganó pero le va a resultar imposible gobernar, puesto que Vox es al mismo tiempo el único que le puede llevar a la Moncloa y quien impide que pueda tener otros socios, que tampoco le resultarían suficientes.

Así que Pedro Sánchez ha hecho honor a su fama de resistente y superviviente, y aunque no le va a resultar fácil ser investido, es el único que tiene cartas para ello.
La alternativa es otra repetición electoral (nos estamos ya acostumbrando a ellas) pero con características de ruleta rusa, lo que parece poco recomendable tras haber salvado esta vez que el balazo ultraderechista rojigualdo nos reventara la cabeza.

Mas allá de lo que ocurra en Madrid, aunque ligado, toca ya formar gobierno en Nafarroa, envite que María Chivite (o Ferraz) dejó en pausa precisamente a la espera de lo que ocurriera el domingo en las urnas y que ahora se ve obligada a afrontar, con lo que han vuelto los dolores de cabeza.

Cada partido tendrá que decidir su estrategia, pero, visto desde fuera, parece recomendable hacerlo con los resultados del 28 de mayo, más allá de lo que obligan los escaños, puesto que las cuentas de este domingo pueden ser las de la lechera.

El primer puesto del PSN y el segundo de EH Bildu tienen una parte de espejismo debido a que el voto de la derecha unionista se partió prácticamente por la mitad entre PP y UPN. Pero ese espacio político no ha menguado y de no haberse impuesto el egoísmo tacticista de sus cúpulas ahora estaríamos hablando de otra cosa y de otro mapa electoral.

El PP pecó de soberbia, en parte inducida por algún chamán demoscópico, y tropezó con la realidad. Como también le está pasando al PNV

Así que, sin desmerecer los crecimientos de PSN y EH Bildu y su capacidad de atracción, mejor no hacerse trampas en el solitario. Ahora bien, María Chivite y Santos Cerdán no deberían tampoco ignorar ni menospreciar la fortaleza mostrada por la izquierda soberanista en el territorio foral y su importancia en el rompecabezas estatal. La prudencia precisará de la suficiente ración de audacia.

Sin las prisas de Nafarroa, también la CAV entra ya en su propio ciclo electoral, que en principio debería ir hasta el 9 de junio de 2024, en coincidencia con los comicios al Parlamento Europeo, pero hay quienes apuntan a que Iñigo Urkullu podría lanzase a la piscina del adelanto electoral.

Al margen de que sería interesante escuchar cómo argumentaba el lehendakari ese adelanto sin confesar que respondería únicamente a un interés meramente partidista, no está nada claro qué ganaría el PNV con esa maniobra, salvo que Urkullu pretenda evitar que le muevan la silla buscando otro candidato. La decisión está solo en su mano.

Como en Nafarroa, también en la CAV conviene discernir y separar los deseos de la realidad. No es la primera vez que el PSOE gana en votos y escaños en unas elecciones al Congreso de los Diputados en esta comunidad. Tampoco cabe olvidar que en 2015 y 2016, por dos veces seguidas, Podemos fue el partido más votado, y se especuló mucho con qué ocurriría en las siguientes autonómicas. Y pasó lo que tenía que pasar: que ganó el PNV con 28 escaños, EH Bildu le siguió con 18 y el tirón de Podemos solo le dio para lograr 11 escaños, dos más que los 9 del PSE, que empató con el PP. Los de Ortuzar y Mendia pactaron para hacer lehendakari de nuevo a Urkullu.

No parece arriesgado apostar a que el PNV volverá a ser la primera fuerza en la Cámara de Gasteiz y que de nuevo acabará pactando con el PSE, pero será muy interesante saber dónde queda EH Bildu, a quien los resultados del 28M y el 23J ponen en una fase ascendente. Analistas y politólogos destacan que la izquierda independentista está sabiendo leer con acierto el ciclo político y le auguran un gran futuro, que habrá que ver hasta dónde llega.

EH Bildu, primera fuerza abertzale en el Congreso y en el Senado De momento, es la fuerza abertzale con más representación en el Congreso –6 diputadas y diputados– mientras que el PNV, aunque pueda seguir llamándose Grupo Vasco, tendrá solo 5.
Lo que sí han perdido los jeltzales es el grupo en el Senado, puesto que la senadora autonómica Estefanía Beltrán de Heredia solo podrá esperar a otros 4 representantes de su partido y no a los 9 que antes le acompañaban. Los otros 5 no han obtenido billete.

Entre tanto, EH Bildu, que se presentó en coalición con ERC con el nombre de Izquierdas por la Independencia, consolida grupo. Ha crecido de 1 senador elegido en las urnas en 2019 a 4 en esta ocasión, que son 3 por Gipuzkoa y, por primera vez en la historia, 1 en Araba. Además tiene una senadora autonómica. Con la representación republicana catalana, forman un núcleo de 11 senadores y senadoras.

Que EH Bildu superara en las elecciones del domingo al PNV fue noticia destacada no solo en la prensa vasca o en la de tirada estatal, sino también en la inmensa mayoría de los diarios provinciales que cada vez se nutren más de los servicios de grupos editoriales.

Ahora hay que afrontar de inmediato la conformación del Gobierno de Nafarroa y en unos meses, si Urkullu no se precipita, hay elecciones en la CAV

El tercer gran tropezón electoral seguido del PNV ha sido de lo más comentado en esta semana Mientras personas que son más de «El Partido» que Sabino Arana pero ya no tienen cargos, como Iñaki Anasagasti, no dudan en hablar de «batacazo», fue llamativo escuchar al presidente del EBB, Andoni Ortuzar, negarse a admitir que los resultados del 23J han sido los peores de la historia en unos comicios al Congreso tanto en Bizkaia como en toda la CAV, y discutir sobre ello con el periodista que le entrevistaba en Radio Euskadi.

Pero es un dato que no admite discusión en términos numéricos e innegable en términos racionales. Los jeltzales sumaron el 23J 163.508 votos en Bizkaia. El peor resultado anterior fue el de 2016, con 175.296. Es decir, 11.788 más que ahora. En cuanto a porcentajes, el domingo sacó el 26,97%. También el peor de la historia. En las elecciones de 2008 que Ortuzar dijo tener «grabadas a fuego», el PNV obtuvo el 31,63% del voto. En 2015 el 28,12% y en 2016 el 28,40%.

Por lo que respecta a la CAV, la suma de este domingo fueron 275.782 papeletas, lo que supone un 18,55% del voto, lo que, de nuevo, se convierte en el peor resultado de toda la historia. Incluso si miramos a 1989, cuando al poco de la escisión tuvo 252.119 papeletas, que son menos que este domingo, pero su porcentaje fue del 22,93%.

En las pasadas elecciones generales de 2019, que la dirección del PNV se empeña en decir que no les favorecen, la formación jeltzale obtuvo 379.002 votos. En las autonómicas de 2020, perdió 29.042 sobre esta cifra. El 28M de este año se dejó otros 1.476 con respecto a las del Parlamento. Y ahora, en menos de dos meses, ha caído 72.702 papeletas. En total, nada menos que 103.220 votos, un 27,23%, de caída en las tres últimas convocatorias.

El argumentario oficial del PNV atribuyó el golpe que se dio en mayo en las elecciones municipales y forales al incremento de la abstención y al clima de agitación social que se había dado en aquellas semanas. Había sido superado en 5 escaños por EH Bildu en las JJGG de Gipuzkoa y arrollado en muchísimos ayuntamientos de este territorio y de Bizkaia, había quedado cuarta fuerza en Gasteiz y tenía al independentismo a 1.200 votos en todo Araba. Pero la culpa era del empedrado.

Esta vez, el sopapo electoral lo han atribuido a la «polarización» y a que muchos de sus votantes han optado por el «voto útil» al PSE y los analistas hablan de que otros han vuelto al PP. Quizá en la planta alta de Sabin Etxea podrían reflexionar por qué tienen tanto voto fronterizo con el unionismo. Y, de paso, por qué, junto a UPN, el PNV es el único partido vasco al que Alberto Núñez Feijóo ha llamado para pedirle apoyo.

Sin paños calientes, Iñaki Anasagasti está denunciando en sus artículos la falta de debate, crítica interna y vida militante en el PNV, donde su base social y las organizaciones municipales han sido absorbidas por los cargos internos e institucionales.

Este dato es muy significativo, puesto que cuando se apela a la necesidad de un relevo generacional en el PNV, se olvida que desde dentro del partido ya se está señalando que los jóvenes están aquejados de los mismos vicios que sus mayores: el principal de ellos, la soberbia.

En todo caso, con vistas al futuro, no hay que despreciar que el PNV, aunque esté dando síntomas de fatiga de materiales, es todavía una gran maquinaria con tentáculos en los centros de poder.