
Cuando las rachas son malas, da igual cuántas victorias lleva un equipo en su haber histórico; cuando son buenas, las efemérides se agolpan y se convierten en alicientes. Surne Bilbao Basket buscará el domingo al mediodía su victoria número 300 desde que está en la Liga ACB en su visita al Bàsquet Girona. ¡Maravilla pura! ¿Se hubiera acordado alguien de este posible hito si en vez de un balance de 3-3 Bilbao Basket tuviera un balance de, digamos, 3-14 al final de la primera vuelta?
Dirán los más agoreros que aún restan once partidos para que termine la primera vuelta y que el 3-14 está perfectamente a su alcance. Pero en caso de encadenar una racha tan horrible de resultados, pocos se acordarían y nadie le daría la más mínima importancia si, con el arranque de la segunda vuelta, los hombres de negro por fin lograsen la victoria y sumasen, entonces sí, su victoria número 300. En tal caso, haber superado ese maldito ‘3’ del casillero de victorias y su posición en la clasificación general pasarían a tener una importancia mucho mayor, así como el nombre y las fechas de los siguientes rivales, sin olvidar el «engorro» –porque así sería definido en tal caso– de tener que afrontar los partidos de la FIBA Europe Cup.
En efecto, estos hitos de paso están bien, pero siempre y cuando lleguen con una buena situación clasificatoria. En sus tiempos de entrenador de Bilbao Basket, Txus Vidorreta manejaba la metáfora de «podemos mirar tranquilos el teletexto» a la hora de corroborar la buena posición –desahogada, al menos– en la tabla de su equipo. A día de hoy Jaume Ponsarnau, si tuviese a bien mirar un recurso ya algo trasnochado como es el teletexto, vería a su equipo en la décima plaza, con un balance de 3-3, igualado a triunfos con el sexto clasificado La Laguna Tenerife –aunque los de Txus Vidorreta tengan dos partidos menos–, e igualado en su balance con Manresa, Basket Zaragoza, Morabanc Andorra, Joventut, UCAM Murcia y Lleida, equipos que conforman la clasificación entre el séptimo y el decimotercer lugar, respectivamente. Quizá lo que más se juegue Bilbao Basket en su partido del domingo ante Bàsquet Girona sean dos cosas: por un lado, alejar en una victoria más al actual colista de la ACB –empatado con Breogán y Granada con un solo triunfo– y, sobre todo, añadir la tendencia de que los bilbainos son capaces de encadenar triunfos lejos de casa.
No hay que olvidar que Surne Bilbao Basket ganó solo tres partidos de Liga ACB lejos de Miribilla, el último, el 30 de marzo en la pista del Breogán. Por ende, hay que subrayar que el pasado fin de semana los hombres de negro rompieron una mala racha de ¡siete meses! sin ganar fuera de casa en la competición doméstica. Hubo momentos de tremenda zozobra en Granada, cuando una renta de 18 puntos pasó a ser de seis en el último cuarto, hasta que Abdur-Rahkman, Hlinason y Frey evitaron la remontada nazarí. No fue el caso de lo ocurrido en Murcia o en Gran Canaria, rivales ante los que Bilbao Basket llevó la iniciativa en el marcador –sobre todo en su duelo ante UCAM Murcia–, para terminar de ceder en los minutos finales ante el empuje de los rivales, sin desdeñar el propio acobardamiento bilbaino.
Advertencia clara
Bàsquet Girona, dirigido por un viejo conocido como Fotis Katsikaris y presidido por todo un Marc Gasol, ya fue un hueso imposible de roer en la pasada campaña. Surne Bilbao Basket cerró la pasada campaña con una racha de seis derrotas consecutivas –¿se acuerdan de la advertencia del segundo párrafo?–, lleno de lesiones y bajo de motivación, ya que la salvación estaba ya en el zurrón. Pero el 81-68 que se trajeron los bilbainos de Fontajau ahí quedó, sobre todo gracias a los 21 puntos de un Iroegbu que sobrevive en la plantilla gerundenses, en un partido en el que los de Katsikaris provocaron 21 balones perdidos y le «birlaron» 16 rebotes ofensivos a los de Ponsarnau.
Un Ponsarnau que declararía al final del choque que «nos ha costado mucho jugar a baloncesto». Girona mantiene un esquema de juego muy físico, con los Iroegbu, Ives Pons, Sergi Martínez, Caffaro o James Nnaji. Su única victoria hasta el momento cayó frente a Manresa y aunque recibió una paliza inesperada, 52-82, frente a Granada, su componente físico es muy peligroso para un Bilbao Basket que debe aprender a gestionar ese arreón final de sus rivales, sobre todo cuando juega lejos de Miribilla.
También es verdad que Jaume Ponsarnau está consiguiendo afianzar un plantel más amplio que en la pasada temporada. Los minutos de Sylla y Rubén Domínguez en la FIBA Europe Cup no solo sirve para curtir de a poco a estos dos jugadores, sino para dar descanso a los que más minutos juegan en la ACB. El miércoles descansó Dragic y Gielo pudo ausentarse por la muerte de un familiar, por ejemplo. Ello ayuda a que el impacto físico por los viajes y por la falta de entrenamiento –por más que el nivel de esta primera fase de la FIBA Europe Cup sea escaso– resulte menor y que los hombres de negro puedan encadenar sus partidos con más garantías de poder llegar al final con energías suficientes.
Así que lograr el triunfo 300 en el partido 666 de su historia en la Liga ACB sonará muy bien a los que les guste jugar con las palabras y los hitos en el camino, pero lo que importa de veras es, ante todo, encadenar dos victorias lejos de Miribilla y afianzar su posición clasificatoria ante los partidos que deberá afrontar tras su visita a Fontajau: Joventut y Saski Baskonia en Miribilla y Basket Zaragoza a domicilio. Es decir, que los bilbainos van a poner a prueba sus opciones de «mirar el teletexto» con calma, o no.

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