
Los jefes de Estado y de Gobierno del G20, han suscrito la declaración final de la cumbre del G20 en Río de Janeiro con pocos avances en materia climática.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y el secretario general de la ONU, António Guterres, aprovecharon la segunda y última jornada de la cita de las 20 mayores economías del mundo, que representan el 85% del PIB mundial y el 80% las emisiones contaminantes, para pedir compromisos para que las negociaciones finalicen con éxito en la cumbre de la COP29 en Bakú (Azerbaiyán), donde se deciden las metas de financiación climática.
Con una declaración final retórica en la que dicen esperar un «resultado positivo» en la COP29, los líderes del G20 no han concedido ningún mandato para que sus representantes desatasquen unas difíciles negociaciones con plazo para acabar el viernes y que están estancadas en torno a la financiación de la lucha contra la crisis ambiental y la transición de energías fósiles a limpias.
Los países en desarrollo exigen que la nueva meta de financiación climática sea de 1,3 billones de dólares anuales, que se emplearían en descarbonizar sus economías, adaptar sus territorios para resistir mejor los impactos climáticos y asumir las pérdidas y daños tras desastres naturales.
Sin embargo, los países desarrollados aún no han planteado una cifra.
Además, existen dudas sobre la futura contribución de Estados Unidos, después de la victoria del republicano Donald Trump, un escéptico de la lucha contra el cambio climático y quien volverá a la Casa Blanca el próximo 20 de enero.
Lula, anfitrión de la cumbre, ha pedido a los negociadores en Bakú que no posterguen un acuerdo sobre una meta de financiación climática para su próxima reunión anual (COP30), que
«No podemos posponer la tarea de Bakú para Belém. La COP30 será nuestra última oportunidad para evitar un colapso irreversible del sistema climático», ha advertido.
El líder progresista brasileño igualmente ha abogado por una «gobernanza climática más fuerte», pues «no tiene sentido negociar nuevos compromisos» si no hay un mecanismo «eficaz» para acelerar la implementación del Acuerdo de París, «cuyos resultados distan mucho de lo necesario».
Declaración tibia
El G20 ya había aprobado la víspera una declaración tibia en materia climática y el texto no ha sido reabierto para incluir compromisos que desbloqueen las negociaciones de la COP29.
Por su parte, el secretario general de la ONU ha advertido a los países del G20 que el fracaso de las negociaciones en Bakú «no es una opción» y que puede tener impactos «devastadores». Así, ha asegurado que el éxito de la cumbre climática está en las manos precisamente de las mayores economías del mundo.
El presidente estadounidense, Joe Biden, uno de los líderes con más condiciones para desbloquear las negociaciones, pero cuyas decisiones están supeditadas al difícil respaldo de Trump, también ha preferido alertar sobre el momento crítico en lugar de asumir compromisos.
En el documento que aprobaron el lunes, los líderes del G20 dijeron estar «decididos» a emprender acciones «estructurales» en sus economías para ampliar la acción climática e insistieron en la necesidad de que aumente la financiación internacional para los países más pobres.

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