Iñaki  Iriondo
Cronista político

Roto el orden; Andoni deja paso a la ambición de Aitor

Aitor Esteban será presidente del EBB. Andoni Ortuzar anunció ayer que no se presentará a la segunda vuelta porque «ha surgido otra candidatura con la suficiente ambición» y para evitar el «riesgo de división». Podía haber elegido otra palabra, pero fue «ambición».

Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, con una imagen de este último, en la noche de las elecciones al Congreso de 2019.
Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, con una imagen de este último, en la noche de las elecciones al Congreso de 2019. (H. Bilbao | Europa Press)

Los amigos se llaman por su nombre. Andoni y Aitor. Pero a veces las cosas se tuercen y uno se refiere al otro como «ese señor del que me habla» o, si ha ganado, recurre a la prosopopeya de filiación completa, con nombre y apellido.

Quedaba de plazo hasta el domingo para que la Comisión de Garantías y Control del PNV diera a conocer quienes de los tres candidatos a presidir el EBB habían decidido dar el paso de concurrir a la segunda vuelta. Pero a las 12 del mediodía, Andoni Ortuzar hacía público que «he decidido no pasar a la segunda vuelta del proceso electoral interno para la presidencia del Euzkadi Buru Batzar». Aseguraba que «es una decisión largamente meditada». Explicaba luego, sin ponerle nombre, que «ha surgido otra candidatura con la suficiente ambición para asumir la presidencia del EBB». Podía haber elegido las palabras «capacidad», «apoyo»,  «trayectoria», «proyección»... pero fue «ambición».

Así que a la vista que no solo había quien ambicionaba su puesto, sino que además podía quitárselo, Andoni Ortuzar comunicó por sus redes sociales –así no hay preguntas– que tiraba la toalla porque «por muy bien y civilizadamente que queramos hacer un proceso de segunda vuelta con dos candidaturas enfrentadas, el riesgo de división en el seno del partido sería alto y una irresponsabilidad. Es momento de unidad».

Poco después era Aitor Esteban quien también por internet exponía ampuloso que «este partido es una parte importante de nuestro pueblo y lo ha guiado durante décadas a mayores cotas de libertad, bienestar y autogobierno, y así lo seguirá siendo. En esa labor mujeres y hombres del partido han dado lo mejor de sí mismos. Y sin duda, así lo ha hecho Andoni Ortuzar, un amigo con el que he compartido muchas jornadas de trabajo conjunto, de decepciones y de alegrías, siempre en busca de hacer realidad el 'Euskotarren aberria Euskadi da'».

Después, el todavía portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados –puesto que deberá dejar para el 30 de marzo– aseguraba que «daré todo lo mejor de mí para que este partido afronte los retos que nos demandan un nuevo siglo y unas nuevas generaciones».

Había un tercer hombre en liza, el ex diputado general de Gipuzkoa, Markel Olano, que había sumado el apoyo de 30 batzokis en su territorio y que todo indicaba que no quería presidir el EBB, sino utilizar esos apoyos para que los suyos ganen terreno en la dirección jeltzale.

Olano escribió en X que «quiero agradecer a Andoni Ortuzar todo lo que ha hecho por nuestro país. Como dicen Ortuzar y Esteban, teniendo en cuenta la unidad y la participación, no voy a pasar a la segunda vuelta para ser lehendakari del EBB. Gracias a los compañeros de partido que me habéis apoyado».

No se ve qué guipuzcoano ha conseguido sacar rédito a la fortaleza de sus apoyos, a la vista de la lista del EBB que ya circula y reproducimos: Bizkaia: Miren Martiarena, Manu Tejada y Andoni Busket, (sector Ortuzar) y Maite Ipiñazar (Esteban). Gipuzkoa: Markel Olano y Jon Ganbra. Araba: Joseba Díez Antxustegi. Nafarroa: Javier Ollo.

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Orden roto

En las élites del PNV y también en las bases que siguen con atención la vida del partido, se asistía con estupefacción y en algunos casos con pánico, el escenario de un enfrentamiento fratricida entre Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, dos hombres de igual edad (la misma con la que prejubilaron a Iñigo Urkullu con la excusa del relevo generacional) entre los que no se observan diferencias ideológicas. Solo cabía ver una lucha por el poder, todo ello en una época en la que el PNV no está para echar cohetes.

El mandato de Andoni Ortuzar tuvo una primera fase en la que el partido acumula prácticamente todo el poder en la CAV y es un socio fiable del Gobierno de Mariano Rajoy. Pero la segunda etapa muestra un retroceso electoral en el que cada comicio fija  un retroceso en comparación con la misma convocatoria de cuatro años antes. Además, en Madrid el PSOE de Pedro Sánchez ha echado de la Moncloa al PP con el voto favorable del PNV a la moción de censura, lo que le obliga a sostener un gobierno de coalición, primero con Podemos y luego con Sumar, que no gusta a todos los poderes fácticos del partido. En todo caso, los méritos y las culpas no son únicamente atribuibles a Ortuzar, ahí está todo el EBB, incluida Itxaso Atutxa y también el propio Aitor Esteban.   

En el PNV cunde la preocupación al ver que en los últimos años EH Bildu se ha convertido en una alternativa real que cuestiona su poder omnímodo. Y el primer sacrificado fue Iñigo Urkullu, que quería optar a su reelección como lehendakari, pero al que sustituyeron con formas apresuradas por un casi desconocido Imanol Pradales. Relevo generacional, dijeron. Necesitaban un candidato con recorrido para más de una legislatura.

La apuestan no le salió de todo mal a Sabin Etxea. El PNV ganó en votos a EH Bildu, pero empató a 27 escaños. Solo una carambola de la Ley D'Hondt con el PSE le permitió repetir mayoría absoluta, entregándose sin debate en brazos de Eneko Andueza.

Pero las elecciones a Cortes y las Europeas fueron dos duros sopapos. Y entonces el EBB anunció una Asamblea General del PNV y puso un orden a lo que había que hacer: «proyecto, organización y personas». A la primera de cambio llegaron las trampas al solitario. Antes de iniciar el proceso para esa Asamblea General, el EBB mandó el inicio de la renovación de las direcciones territoriales. Y empujaron a la militancia a unas elecciones provinciales y a la Asamblea Nacional sin decidir primero que proyecto y qué organización debían defender. Con altibajos, Jone Berriozabal sucedió a José Antonio Suso en Araba, María Eugenia Arrizabalaga a Joseba Egibar en Gipuzkoa e Iñigo Ansola a Itxaso Atutxa en Bizkaia, aunque en este último caso quizá el relevo no fue tan pacífico cómo inicialmente se presentó, y de aquellos polvos estos lodos.

Un grave error de cálculo de Ortuzar

Ya el 18 de noviembre de 2023, cuando todavía se hablaba de candidatos a lehendakari, Arnaldo Otegi, en una entrevista en GARA, avanzó que «hemos pensado adelantar el congreso de EH Bildu y me presentaré para seguir siendo coordinador general».

Pero en el PNV son más tradicionalistas y ponen por medio siempre la cantinela de que en ese partido no te presentas, sino que la afiliación propone tu nombre. Ahora mismo es ya política ficción, pero pocas dudas caben de que si Andoni Ortuzar hubiera anunciado desde un principio su decisión de seguir, no se habría producido esta situación tan compleja. Nadie habría osado lanzarle un pulso.

Ortuzar erró al jugar con los tiempos, pensando probablemente que si decidía seguir lo haría por aclamación. Y en su indefinición se fue gestando una alternativa que al principio no supimos ver. Así que cuando Aitor Esteban anunció en Antena 3 que él siempre hacía frente a los retos y que «es un honor» ser presidente del EBB, pensábamos que hablaba del caso en el que Ortuzar no aspirara a su cuarto mandato. Pero no era así. Ortuzar se apresuró a mostrarse dispuesto a seguir, aunque por lo visto  ya era tarde.

Una última victoria pírrica y el sacrificio

Arrancó la primera vuelta en los batzokis y al poco de empezar Aitor Estaban contaba ya con el apoyo de tres organizaciones municipales de Gipuzkoa para ir a segunda vuelta. A partir de ahí empezaron a pasar dos cosas. Por un lado, Esteban se convierte en una alternativa real en Bizkaia, al parecer con un movimiento organizado del que es difícil de desgajar a su esposa, la expresidenta del BBB, Itxaso Atutxa. Y, por otro, el GBB empieza a. impulsar a Markel Olano, hasta lograr ganar en treinta asambleas locales.

En su comunicado de ayer –leído mirando al teleprónter​ y no a los ojos de su público- Andoni Ortuzar dijo que «tengo que agradecer a la afiliación que me haya respaldado mayoritariamente como su candidato preferido, obteniendo tantos apoyos como la suma del resto de propuestas juntas». Pero el problema es que esos resultados se han dado con una bajísima partipación de la afiliación, menor del 20%, y nadie puede saber qué habría ocurrido en una segunda vuelta con el aliciente para la participación de poder mostrar una crítica a la actual dirección, aunque sea tan moderada como para elegir a otro miembro del aparato.

Ese puede ser el cálculo que ha realizado Andoni Ortuzar. No estaba nada claro que fuera a ganar. Así que haciendo de la necesidad virtud, reconduce su error inicial, transmutándolo en sacrificio final.

Viendo lo ocurrido, esa victoria pírrica en 110 batzokis no deja de ser un enorme golpe anímico para Ortuzar. A la contestación de la militancia de otros 100 se sumará, probablemente, cierto sentimiento de puñalada de quien se veía como una pareja amiga.

Dos primeras incógnitas de futuro

Es difícil de entender que ahora se haga un llamamiento a la movilización de la militancia en la segunda vuelta, cuando da la impresión de que a los batzokis llegará todo atado. Defender el poder de las bases en el PNV es contradictorio con los pactos de élites para dejar una candidatura única

Y luego se abren dos incógnitas de futuro. La primera es cómo van a comportarse un EBB y unas direcciones territoriales totalmente renovadas y sin anclas con el conocimiento y relaciones acumulados por el aparato anterior.

El segundo, no menor, es qué continuidad van a tener las conversaciones sobre el nuevo estatus que Andoni Ortuzar ha mantenido en los últimos meses.

Lo único cierto por ahora es que el orden interno del PNV se ha quebrado. Nada va como se había previsto. Y eso tiene consecuencias hacia dentro, pero también hacia fuera.