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Agus Gorbea, deportado por Egipto: «Pasamos la noche en comisaría gritando ‘Free Palestine’»

Agus Gorbea, uno de los integrantes de la delegación vasca que participará en la Marcha Global a Gaza, ha sido deportado por Egipto tras pasar una noche retenido en condiciones precarias en una comisaría del aeropuerto de El Cairo. NAIZ ha conversado con él.

Integrantes de la delegación vasca que participará en la Marcha Global a Gaza. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

Agus Gorbea es uno de los integrantes de la delegación vasca que conforman alrededor de 30 personas que ha viajado a Egipto con la intención de participar en la Marcha Global a Gaza, una iniciativa que busca denunciar el bloqueo israelí a la entrada de ayuda humanitaria así como el exterminio sistemático del pueblo palestino. Sin embargo, nada más aterrizar en El Cairo, fue interceptado por las autoridades egipcias y deportado, después de pasar la noche retenido en una comisaría del aeropuerto.

«Estoy frustrado porque no era mi idea pasar una noche en comisaría egipcia gritando ‘Free Palestine’», admite con frustración desde el autobús que lo lleva de regreso a Euskal Herria tras partir de Madrid. Su experiencia no fue una excepción, sino parte de un operativo más amplio de represión por parte del Gobierno egipcio contra cientos de activistas internacionales que pretendían llegar a la frontera con Gaza.

Según relata, varios de sus compañeros también fueron detenidos, algunos incluso sacados directamente de hoteles en El Cairo y trasladados a dependencias policiales. En su caso, fue interceptado en el aeropuerto al salir de la terminal. «Vieron que teníamos saco y una esterilla, y se imaginaron de qué iba todo», comenta. Fue conducido de inmediato a una comisaría, donde compartió espacio con otras 70 personas en apenas 65 metros cuadrados.

Así, señala que cuando él llegó a comisaría algunos activistas llevaban ya dos días retenidos, y que en total había alrededor de 170 personas hacinadas en condiciones precarias que han sido deportadas a sus países de origen. En cuanto a la delegación de Euskal Herria, por el momento solo Gorbea y uno de sus compañeros han sido deportados.

Durante su detención, se produjeron al menos tres incursiones del Ejército egipcio. «Dos intervenciones se produjeron antes de que yo llegara, y otra ya estando allí. Había compañeros que no querían asumir la deportación y que afirmaban era el Gobierno egipcio quien tenía que pagar el billete de vuelta, aunque finalmente llegaron a un acuerdo», explica Gorbea.

La tensión era constante. Algunos activistas fueron deportados sin miramientos; otros, simplemente, los dejaron en libertad, según Gorbea, porque «no había aviones para deportar a tanta gente. Se les ha desbordado el tema».

Gorbea denuncia que a las personas retenidas se les retiró el teléfono y el pasaporte. «Un compañero de Canarias llevaba carné de periodista y también le retuvieron el pasaporte. A los abogados no les dejaron entrar. La embajada del Estado no apareció en ningún momento», lamenta.

A pesar de la represión sufrida, Gorbea reivindica con claridad el sentido de la movilización. Sostiene que el objetivo no es solo participar en una marcha simbólica, sino denunciar el exterminio sistemático del pueblo palestino y presionar para la apertura del paso fronterizo de Rafah. La marcha, insiste, es un instrumento de visibilización, pero no un fin en sí mismo. El propósito central es poner fin a la impunidad de Israel y a la complicidad activa de los gobiernos europeos —entre los que menciona expresamente al español y al vasco—. Ante la inacción institucional, subraya, «debe ser la sociedad civil la que coja el testigo».

La estrategia del Gobierno egipcio ha sido clara: poner todas las trabas posibles para impedir el avance de la marcha. «Sabían qué hoteles teníamos asignados», asegura Gorbea.