MARIONA BORRULL

Una corte de fantasmas desocupados

Escena de «Dahomey», ganadora del Oso de Oro en la última Berlinale y ya estrenada en Ipar Euskal Herria,  que llega a las pantallas de cine de Hego Euskal Herria el próximo 13 de diciembre.
Escena de «Dahomey», ganadora del Oso de Oro en la última Berlinale y ya estrenada en Ipar Euskal Herria, que llega a las pantallas de cine de Hego Euskal Herria el próximo 13 de diciembre.

Remitiendo a la complejidad que la sustenta, de una “Dahomey” nacen varias películas diferentes. Y sí, la ganadora del Oso de Oro en Berlín dura apenas una hora. La primera “Dahomey” observa fascinada cómo se materializa el traslado en noviembre de 2021 de las 26 piezas del tesoro del Reino de Dahomey que, después de 1892, el Estado francés restituye a la República de Benín, un hecho histórico.

Grupos de operarios embalan, mueven y colocan enormes estatuas de reyes y dioses, de un museo a otro: les contemplamos en abierto estudiando sin apenas percibir el trato, cuidadoso por institucional, de unas piezas que habían estado cogiendo polvo en una galería colonialista… Es decir, unas obras hasta el momento descuidadas por la institución. ¿Ven? La directora franco-senegalesa Mati Diop observa atenta para invitarnos a descubrir con ella el entramado de paradojas que se esconde detrás de un supuesto resarcimiento, un acto tan sencillo como cualquier “pedir perdón”. Sic.

Poseída por la humanista necesidad de devolver la palabra a quien de veras tiene razones, Diop arranca aquí con otra “Dahomey”, un catálogo concentrado que documenta un debate entre estudiantes de la Universidad de Abomey-Calavi en torno a los efectos expansivos del colonialismo, algunos más evidentes que otros. Las ideas chocan y destellan en un debate apto, interesante y brillantemente editado: ¿Adónde deberían dejarse las piezas que se sustrajeron, también en galerías cerradas? ¿Cómo describimos este regreso en los libros de historia? ¿Pero por qué esta conversación se tiene en francés, la lengua de la colonia? Una sola verdad emerge, sin que se explicite, y lleva la forma de la reparación cultural a pie de calle. No sirve de nada devolver un tremendo maorí de piedra si tus primitos no pueden heredar la lengua en la que se le rezaba.

Un momento: de dentro de la oscuridad de un almacén, la voz gutural de un rey beninés habla. Recuerda el nombre que le dieron, “figura número 26”, mientras reflexiona sobre su condición, su pasado y su función simbólica. Mati Diop conecta aquí con la gustera por el fantástico más terrenal, húmedo y oscuro, que nutrió ya su ópera prima (y el corto homónimo que lo inspira). “Atlantique”, Gran Premio del Jurado en Cannes de 2019, veía como una pareja de amantes senegaleses eran poseídos, por las noches, por los espíritus de sus allegados muertos en el mar. La película está en Netflix.

Paradójicamente, “Dahomey” está también poblada de fantasmas, aunque el viaje aquí sea de vuelta y los reyes, fuera de lugar y de tiempo, ya no sepan qué hacer. «Me niego a aceptar el silencio como solución», resolvía Mati Diop al aceptar el premio en la pasada Berlinale, «para reconstruir, primero tenemos que restituir, y la restitución es justicia». Que la incomodidad no nos nuble la vista.